Durante más de treinta años, la llegada del metro al barrio bilbaíno de Rekalde ha sido una demanda constante. Antes de que se hablara de estudios informativos, financiación o fases de obra, el barrio ya llevaba tiempo insistiendo en que su aislamiento dentro de Bilbao debía resolverse con una infraestructura de transporte que estuviera a la altura del resto de la ciudad.
La Línea 4 ha sido, en todo ese recorrido, un símbolo de una reclamación persistente que ha atravesado generaciones: primero en las asociaciones vecinales, luego en plataformas estables y, en momentos clave, en movilizaciones que han puesto el asunto en la agenda política una y otra vez. Esa presión se intensificó especialmente en los últimos meses.
La plataforma vecinal por la Línea 4 ha mantenido una actividad constante: intervenciones en el pleno municipal, concentraciones semanales frente al Palacio Foral, y diferentes acciones simbólicas —como inauguraciones simuladas o canciones reivindicativas— que buscaban mantener viva la exigencia. No era la primera vez que el proyecto parecía avanzar y se quedaba a medias; de hecho, los cambios de planteamiento, las modificaciones del trazado y los periodos en los que el proyecto quedó prácticamente aparcado alimentaron la sensación de deuda pendiente.
Para los vecinos y vecinas de Rekalde, Irala o Zorrotza, la Línea 4 ha sido una promesa repetida que nunca terminaba de concretarse. Este largo recorrido de reivindicaciones sirve para entender el significado de lo que ocurrió en Rekalde, donde el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Bizkaia presentaron hace unos días el acuerdo que desbloquea la construcción de la Línea 4 del metro.
El anuncio se realizó con la presencia del lehendakari Imanol Pradales, la diputada general Elixabete Etxanobe y la consejera de Movilidad Sostenible, Susana García Chueca. El lugar elegido —una plaza del propio barrio— no fue casual: era un reconocimiento explícito a quienes han mantenido viva esta reclamación durante décadas.
El acuerdo establece que la nueva línea conectará Matiko con Alonsotegi, integrando de forma directa a la comarca de Enkarterri en el sistema ferroviario metropolitano. En su primera fase, el trazado unirá Matiko y Rekalde y tendrá estaciones en Deusto/Universidad, Parque, Moyua, Zabalburu, Irala y Rekalde. Además, incluirá la aproximación a Basurto.
La segunda fase extenderá la línea desde Rekalde hacia Zorrotza y Alonsotegi, aprovechando el trazado ferroviario existentes en ancho métrico, cuya titularidad pertenece al Estado y cuyo traspaso deberá gestionarse en los próximos años. Para llevar adelante la obra, el ente público Euskal Trenbide Sarea (ETS) será el encargado de ejecutar los proyectos entre Matiko y Rekalde. Esta primera fase tiene un presupuesto inicial de más de 400 millones de euros, que se actualizará con los proyectos constructivos.
En cuanto a la financiación, no será al 50%, como en otras líneas del metro: el Gobierno Vasco asumirá el 55% de la inversión y la Diputación el 45%, con un compromiso foral de hasta 200 millones hasta 2032.
FINALES DE 2027
La consejera García Chueca señaló que su objetivo es que las obras comiencen a finales de 2027 en Rekalde, una fecha que llega tras un periodo de negociaciones complicadas entre las dos instituciones. En los últimos meses, las conversaciones estuvieron trabadas por cuestiones económicas y técnicas, incluidas las relacionadas con la conexión hacia Enkarterri.

Finalmente, ambas partes han llegado a un consenso que contempla no solo la construcción de la nueva línea sino también los trámites necesarios para asumir la gestión de los tramos ferroviarios actualmente administrados por ADIF. Dentro de este proceso se incluyen actuaciones como la transformación urbana del entorno ferroviario en Zorrotza y la eliminación de pasos a nivel en Zalla. La obra se concibe como una prolongación de la Línea 3, lo que permitirá enlazar desde Matiko con trenes hacia Bermeo, Donostia o Hendaia.
Por su parte, la estación de Moyua conectará mediante un pasillo peatonal con el resto de líneas del metro, formando un nuevo nodo de enlace para toda la red. En conjunto, la Línea 4 ampliará el servicio a barrios que hasta ahora no contaban con metro y a zonas que necesitan una mejora clara de su accesibilidad mediante transporte público.
El alcance del proyecto es relevante no solo para Rekalde o Irala, sino para todo el sur de la ciudad, así como para Enkarterri. Los estudios de movilidad estiman que la nueva línea dará servicio a alrededor de 135.000 personas y que podría alcanzar más de 17 millones de viajes anuales una vez esté completamente en funcionamiento.
Aunque los cálculos sobre el impacto en el mercado inmobiliario suelen generar debate, lo cierto es que la mera confirmación del inicio de las obras introduce un nuevo factor en la evolución urbana del barrio. No se trata solo de accesibilidad: también de integración en una red que condiciona la vida cotidiana, los desplazamientos y la percepción de centralidad dentro de la ciudad.







