Probablemente, el nombre de ASPAMA no resulte familiar para la mayoría. Tampoco el de la sociedad Mallorca Chocolates —aunque este suene algo más reconocible—. Ambas compañías comparten numerosos elementos, pero destacan dos por encima del resto: el primero, que el nombre comercial bajo el que operan sí es ampliamente conocido, Pastelería Mallorca. El segundo, que cerraron el año pasado con un patrimonio neto conjunto superior a 2,4 millones… en negativo. En otras palabras, ambas empresas arrastraban una situación patrimonial de quiebra técnica. Y, aun así, esta no es la única amenaza financiera que pesa sobre el negocio.
Con más de 90 años de historia, Pastelería Mallorca es una de las firmas gastronómicas más emblemáticas del país. Especialmente en Madrid, donde concentra la mayor parte de su actividad. Su origen se remonta a la calle Bravo Murillo, cuando su fundador, Bernardino Moreno, decidió invertir las 17.000 pesetas que ganó en la Lotería de Navidad para abrir su primer local. Hoy, su establecimiento más representativo es el del número 6 de la calle Serrano. Sin embargo, para reabrirlo tras la última reforma, la compañía necesitó un avalista que respaldara la financiación de la obra.
«Para garantizar el pago del préstamo, la sociedad Moreno García Ribera, S.A. se ha comprometido a responder del citado préstamo como fiador del mismo», puede leerse en las cuentas de ASPAMA en referencia a los 600.000 euros solicitados a Banco Santander para ejecutar la reforma. La frase resume bien la realidad de la firma: la débil situación financiera del grupo obliga a recurrir a avales externos o a hipotecar locales propios para obtener crédito y sostener la operativa diaria de Pastelería Mallorca.
Así sobrevive Pastelería Mallorca: avales, hipotecas y ventas de locales
Banca March, junto a Banco Santander, es el otro gran apoyo financiero del grupo. Ninguna de estas operaciones se concede sin garantías. En febrero de 2022, ASPAMA —la sociedad a través de la que se gestiona la mayor parte de la actividad— solicitó un préstamo de 1,55 millones a devolver en 2037. Para recibir luz verde, Pastelería Mallorca tuvo que aportar como «garantía hipotecaria un inmueble sito en la calle Pérez Zuñiga nº 26«. La compañía canceló posteriormente ese préstamo tras vender dicho inmueble.
Un mes después, en marzo de 2022, Banca March concedió otro préstamo por 500.000 euros. De nuevo, condicionado a una garantía hipotecaria: el inmueble de la calle La Barca nº 10, propiedad de la sociedad Moreno García Ribera. Solo un tipo de financiación no requirió avales: los créditos ICO. Banco Santander concedió dos préstamos por un valor conjunto de 1,1 millones, de los cuales uno tiene vencimiento en 2028.
La necesidad constante de avales, hipotecas o incluso de vender activos por parte de ASPAMA es consecuencia directa de su frágil situación patrimonial. En 2024 cerró con un patrimonio neto negativo superior a 600.000 euros. Chocolates Mallorca tampoco está en mejor situación: acumula fondos propios negativos por 1,8 millones. Ninguna se ha declarado formalmente en quiebra porque otra empresa del grupo, Moreno García Ribera, más sólida y con fondos propios positivos, mantiene otorgados préstamos participativos que permiten equilibrar temporalmente las cuentas.
Pastelería Mallorca: ¿hasta dónde puede aguantar?
Aun así, es poco probable que ese colchón financiero pueda sostener indefinidamente una situación tan delicada. En conjunto, ASPAMA y Chocolates Mallorca alcanzaron en 2024 una facturación ligeramente superior a los 27 millones, pero aun así cerraron el ejercicio con pérdidas si sumamos ambas. El caso de ASPAMA fue especialmente llamativo: pese a incrementar casi un 5% sus ventas —hasta los 18,7 millones— los beneficios se desplomaron cerca de un 90%, generando pérdidas de 100.000 euros. Además, su flujo de efectivo de explotación, que ya era negativo, se hundió un 352%.
Flujos de caja operativos en negativo, sociedades con patrimonio neto negativo y buena parte de los locales hipotecados. La combinación es preocupante y puede convertirse en un problema serio si no se revierte. Aunque por ahora la sociedad Moreno García Ribera actúa como salvavidas del grupo Pastelería Mallorca, la presión es cada vez mayor: el patrimonio negativo acumulado por ASPAMA y Chocolates Mallorca ya equivale al 81% de los fondos propios de la firma más capitalizada.
Aun así, no todo es pesimismo. Chocolates Mallorca logró cerrar 2024 con beneficios, aunque modestos, y ASPAMA parece acercarse al punto de equilibrio, algo que deberá confirmar en 2025. Además, las ventas totales están creciendo gracias a la apuesta digital del grupo Pastelería Mallorca, que alcanzó una facturación online de 3,6 millones, un 80% más que el año anterior. El reto, sin embargo, es enorme: ese crecimiento depende de inversiones constantes en tecnología, logística y marketing, lo que exige un músculo financiero que hoy es limitado. Los próximos años serán determinantes, lo que ya es mucho decir para una compañía que está a punto de cumplir un siglo de historia.








