Tu dieta puede ser perfecta, pero si el estrés aprieta, nada funciona igual. A veces da la sensación de que hablamos de nutrición como si fuera una guerra de bandos: unos a favor de las grasas, otros del cereal integral, otros del ayuno… Por eso sorprendió tanto ver, juntos y frente a frente, a tres de los nutricionistas más influyentes de España. No para pelear —aunque diferencias no les faltan— sino para intentar responder a una pregunta que, en el fondo, todos nos hacemos alguna vez: ¿estamos comiendo como deberíamos?
El ambiente no fue de combate, sino de curiosidad. De ganas de entender. De poner cada pieza en su sitio.
Tres expertos, tres formas de mirar la salud

En un extremo del debate estaba Juan, que defiende la dieta paleo, la cetogénica estratégica y el ayuno. Su punto de partida es personal: cambió su vida cambiando su alimentación, y lleva años viendo a miles de pacientes mejorar con esos mismos enfoques. Para él, lo que ocurre en la consulta —lo real, lo palpable— es un tipo de evidencia que no puede ignorarse.
A su lado, Roberto, especialista en nutrición deportiva y clínica. Trabaja tanto con deportistas olímpicos como con pacientes con cáncer, y su historia empezó cuando era un niño con obesidad que descubrió en carne propia cómo un cambio de hábitos podía redirigir su vida.
Y completando la mesa, Miguel López Moreno, investigador universitario. Un apasionado de la ciencia bien hecha, la que pone a prueba hipótesis, la que compara, replica y corrige. Sus trabajos se centran en cómo las dietas sostenibles afectan a la salud cardiometabólica y al planeta.
Tres perfiles, tres caminos, un mismo tema que los une.
Ciencia vs. experiencia clínica: ¿de dónde sale la verdad en nutrición?

Era inevitable que surgiera la pregunta: ¿a quién hacemos caso?
Miguel defendió que la ciencia replicada y bien diseñada sigue siendo el mejor método para entender qué causa qué. El ensayo clínico aleatorizado —explicaba— es la herramienta que permite separar el ruido de la señal.
Juan matizó: “Sí, pero cuando miles de personas mejoran con una dieta concreta, ¿eso no es información válida?” Y añadió algo que hizo asentir a parte del público: los estudios observacionales basados en recuerdos alimentarios suelen fallar más que acertar.
Roberto, mediador natural, cerró el círculo: “La ciencia nos da estructura; la experiencia, interpretación. Sin una, la otra cojea.” Y en cierto modo, ahí terminó la tensión.
La carne, la evolución y las narrativas que nos contamos

Uno de los momentos más encendidos llegó con el tema de la carne.
Juan defendió que somos “altamente carnívoros”, apoyándose en nuestro pH estomacal y en cómo absorbemos los nutrientes animales. También cuestionó la calidad de la evidencia con la que la OMS clasificó la carne roja.
Miguel respondió sin rodeos: “Eso es una falacia evolutiva.” Recordó que nuestros antepasados comían lo que podían, no lo que era más saludable, y puso sobre la mesa algo delicado: el 60% de los estudios usados para defender la carne estaban financiados por la industria cárnica.
Silencio breve. Debate largo.
El colesterol: entre el miedo, la confusión y la evidencia
En este punto las posturas volvieron a separarse.
Juan argumentó que no es el LDL el enemigo, sino lo que lo vuelve peligroso: la inflamación, la glicación, el estrés oxidativo. Y relató un caso curioso: un paciente cuyo colesterol total subió 40 puntos… en media hora, entre dos analíticas diferentes.
Miguel replicó con datos en mano. Citó estudios como el “Estudio Feren” o el “Keto Trial”, mostrando que más colesterol en sangre implica más riesgo cardiovascular, incluso en personas aparentemente sanas.
Roberto añadió que, más allá del colesterol, el verdadero problema es que la prevención llega tarde. Muy tarde.
Rendimiento, energía y la vida real
Aquí el debate se volvió más cotidiano.
Juan defendió desayunos bajos en carbohidratos para evitar ese bajón de media mañana que muchos conocemos, y habló del ayuno como un potenciador del foco mental gracias a la liberación de adrenalina.
Roberto, desde el deporte, fue claro: para el rendimiento explosivo y la recuperación, el carbohidrato sigue siendo irremplazable.
Cada uno con sus matices. Cada uno con su contexto.









