martes, 9 diciembre 2025

Patatas, mariscos y crucíferas: así es la dieta que compite con la mediterránea

Una nueva corriente alimentaria gana terreno: la dieta atlántica apuesta por patatas, pescados, mariscos y verduras de clima frío. Con recetas sencillas y productos locales, promete beneficios metabólicos y cardiovasculares similares a la tradicional dieta mediterránea.

En los últimos años, la mundialmente conocida dieta mediterránea encontró un inesperado rival. Se trata de la dieta atlántica, un patrón alimentario que gana terreno y que merece ser observado con atención. Sus defensores aseguran que sus beneficios sobre la salud metabólica y cardiovascular pueden equipararse a los de la clásica del sur de Europa.

Aunque ambas comparten una base vegetal y priorizan la comida fresca, la dieta atlántica introduce matices tan interesantes como desconocidos. Patatas, pescados, mariscos y verduras de clima frío protagonizan una propuesta que, lejos de ser una moda, recupera costumbres locales y recetas sencillas.

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Más mar y patatas: las claves de una tradición que vuelve

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La dieta atlántica surge de observar cómo se come en Galicia y el norte de Portugal, aunque muchos nutricionistas amplían su alcance hasta el Cantábrico e incluso el norte de Europa. A diferencia de la dieta mediterránea, aquí los frutos secos no tienen tanta presencia y el aceite de oliva, aunque existe, nunca fue el eje central. Lo que manda es la cercanía al mar. Mejillones, pulpo, calamares y almejas resumen una dieta basada en alimentos locales, accesibles y con una buena fuente de proteínas. A esto se suma un consumo constante de patatas, que se asan o cuecen para acompañar pescados y carnes, aportando energía diaria sin excesos.

En pueblos de interior, el patrón se adapta sin perder calidad. Cuando el mar queda lejos, la dieta cambia hacia carnes frescas de producción local, pero sigue manteniendo el espíritu original: productos simples, poco procesados y con recetas de siempre. Esa combinación parece ser la razón por la cual algunas localidades gallegas destacan por su longevidad y calidad de vida, según diversos estudios poblacionales.

Dieta: Crucíferas, técnicas antiguas y un beneficio silencioso

Dieta: Crucíferas, técnicas antiguas y un beneficio silencioso
Fuente: agencias

Otro punto esencial de esta dieta está en las verduras crucíferas, presentes en toda la franja atlántica. Coles, berzas, coliflor y brócoli conviven en recetas tradicionales y, según la ciencia, ofrecen beneficios claves para la salud. En Galicia predominan frescas; en el norte de Europa, el clima obliga a conservarlas. El chucrut, por ejemplo, permite disponer de col fermentada durante todo el invierno, manteniendo las propiedades y agregando un plus para la microbiota.

Las técnicas antiguas también garantizan continuidad en la dieta. El bacalao y el salmón se curan o salan para consumo anual, mientras que las patatas, lejos de ser un enemigo, funcionan como un prebiótico natural. Eso sí, la clave está en el método: las patatas fritas no entran en esta forma de alimentarse, pero sí las cocidas con un poco de aceite de oliva y pimentón, sello atlántico inconfundible.

En conclusión, la dieta atlántica no busca reemplazar a la mediterránea, sino recordarnos algo esencial: comer bien depende menos de seguir etiquetas y más de respetar los alimentos de cada región. Frescura, sencillez y temporada. Tres ideas que, frente a tanta tendencia pasajera, vuelven a poner a la dieta en su lugar: cerca del mar, del mercado local y de la cocina casera.


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