martes, 9 diciembre 2025

Vicente González (55), inspector de seguridad vial: ‘La DGT estrena en 2026 nuevos radares urbanos que pueden multar con 200 euros incluso sin cartel específico delante’

La escena se repite cada día en muchas ciudades: frenazos bruscos, pasos de cebra mal respetados y conductores confiados que creen que “aquí nunca hay radar”. En este contexto, la DGT prepara para 2026 un salto importante en vigilancia con nuevos dispositivos en tramos urbanos. Muchos funcionarán sin cartel inmediato delante y aplicarán sanciones relevantes.

La DGT afronta 2026 con el objetivo de reducir la siniestralidad en ciudad, donde cada año se concentran atropellos y accidentes evitables. Por eso, la nueva hornada de radares urbanos llegará a pasos de peatones, semáforos conflictivos y zonas con mucho tráfico peatonal. Desde el punto de vista del conductor medio, puede parecer una persecución, pero el foco real está en moderar comportamientos de riesgo habituales.

En este escenario, la DGT se encuentra entre dos fuegos: por un lado, la demanda social de más control ante los excesos de velocidad; por otro, la sensación de que cada trayecto se ha llenado de ojos electrónicos dispuestos a multar. La clave del debate está en cómo se comunican estos cambios y en si los nuevos dispositivos se perciben como herramientas de seguridad o como simples máquinas recaudatorias. Ahí es donde la transparencia y la pedagogía resultan decisivas.

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Entre las principales novedades destaca el despliegue de radares que no solo vigilan la velocidad, sino también otros comportamientos que en ciudad son igual o más peligrosos. Hablamos de semáforos foto-rojo, controles de stop, dispositivos que comprueban la distancia de seguridad o radares de tramo en avenidas con alta siniestralidad. Para muchos conductores supondrá un cambio de mentalidad: ya no basta con levantar el pie solo cuando se sospecha un cinemómetro clásico.

LOS NUEVOS RADARES URBANOS LLEGAN PARA QUEDARSE

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En 2026 veremos cómo se consolidan los radares colocados en pasos de peatones estratégicos, rotondas conflictivas y salidas de colegios donde los coches acostumbran a pasar demasiado rápido. Estos puntos se eligen tras estudiar siniestros y near misses, no al azar. El mensaje implícito es claro: quien no respeta las normas en ciudad se expone a sanciones frecuentes y automáticas, sin depender de controles puntuales.

Además, la DGT está impulsando equipos capaces de vigilar varios carriles y detectar infracciones distintas a la vez, desde un semáforo en rojo hasta un giro prohibido. Para el conductor, eso significa que ya no hay un único “punto peligroso” en la calzada, sino una vigilancia más global del entorno. Esta evolución puede incomodar, pero también reduce la sensación de impunidad en cruces donde antes solo contaba la suerte de que no hubiera patrulla ese día.

¿HAY RADARES SIN AVISO PREVIO EN CIUDAD?

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Una de las grandes polémicas gira en torno a los radares sin preaviso, especialmente en tramos urbanos donde la señalización puede resultar confusa. La normativa sigue exigiendo que los radares fijos se integren en tramos señalizados, pero eso no significa que cada aparato lleve su cartel pegado delante. En la práctica, muchos conductores pasan junto a dispositivos discretos que forman parte de un tramo ya anunciado tiempo atrás.

A esto se suman los radares móviles y los equipos embarcados en vehículos camuflados, que la DGT puede utilizar en ciudad sin necesidad de colocar un panel específico en cada punto. Para el ciudadano que solo presta atención a los carteles grandes, la sensación es que “saltan” multas desde la nada. Por eso, cada campaña vuelve a insistir en que el mejor aviso no es la señal, sino la propia prudencia continuada al volante.

POR QUÉ LA DGT DEFIENDE ESTOS NUEVOS DISPOSITIVOS

Desde el organismo se insiste en que el objetivo principal de los nuevos radares urbanos no es recaudar, sino reducir víctimas en los puntos más críticos. Los datos muestran que demasiados peatones resultan heridos en pasos de cebra donde se circula por encima del límite o se apura el ámbar de forma sistemática. Si el conductor sabe que en esos entornos puede saltar una multa de 200 euros, se piensa dos veces cualquier maniobra arriesgada.

Además, la DGT subraya que muchas víctimas de atropellos son personas mayores o niños que tienen menos margen para reaccionar ante un coche rápido. En este contexto, automatizar la vigilancia equivale a garantizar que siempre haya un “agente” observando el comportamiento de los vehículos. Puede generar rechazo en quienes se sienten controlados, pero para las familias que han sufrido un atropello, cada radar añadido es una capa extra de protección.

LAS MULTAS DE 200 EUROS QUE CAMBIAN HÁBITOS

En la escala de sanciones, las multas de 200 euros ocupan un espacio intermedio, pero suficientemente doloroso como para obligar a revisar costumbres. Esa cuantía se asocia a infracciones como no respetar un semáforo en rojo, saltarse un stop o superar ciertos límites de velocidad en vías urbanas. Cuando, además, se suman puntos del carné, el impacto ya no es solo económico, sino también en la capacidad de seguir conduciendo sin restricciones.

Lo relevante es que muchas de estas infracciones no se cometen por desconocimiento, sino por rutina y exceso de confianza. Un conductor que se salta el paso de peatones porque “nunca pasa nadie” o apura el semáforo porque “conozco bien esta calle” no piensa en la sanción hasta que le llega la notificación. A partir de ahí, una multa de 200 euros puede convertirse en el recordatorio más efectivo de que la ciudad no es un circuito privado.

LO QUE CAMBIA PARA EL CONDUCTOR EN 2026

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Para el conductor medio, 2026 traerá una realidad más densa en controles, especialmente en entornos urbanos donde antes solo preocupaban los radares de entrada y salida. Aparatos nuevos, algunos discretos, medirán no solo cuánto corres, sino cómo te comportas en los cruces y cerca de peatones. La recomendación de los expertos es clara: asumir que siempre puede haber vigilancia y adoptar una conducción calmada como norma.

En la práctica, eso significa anticipar frenadas, respetar los límites aunque no haya coches cerca y evitar los típicos “atajos” de conducción agresiva. Quien siga circulando como si la ciudad fuera una autopista encontrará cada vez más papeletas para recibir notificaciones en casa. En cambio, quien interiorice estas normas descubrirá que los radares dejan de ser una amenaza y se convierten en un elemento más del paisaje, sin impacto en su bolsillo.

CONSEJOS DE VICENTE GONZÁLEZ PARA EVITAR SUSTOS

Vicente González, inspector de seguridad vial, insiste en que la mejor forma de convivir con la DGT y sus nuevos radares es cambiar el chip. Su primera recomendación es sencilla: circular siempre como si hubiera un control en cada esquina, aunque no se vea ninguna caja. De ese modo, las multas dejan de depender de la suerte y pasan a ser una consecuencia lógica de comportamientos que uno decide no asumir.

El segundo consejo pasa por revisar con calma los trayectos habituales, prestando atención a la señalización olvidada en el día a día. Muchas personas conducen en piloto automático y dejan de ver carteles que llevan años ahí, incluidos los que alertan de control de velocidad. Cuando se recupera esa mirada atenta, la relación con la DGT cambia: se entiende mejor dónde y por qué hay radares, y se reducen al mínimo las sorpresas desagradables en el buzón.


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