Nacho Carretero, el periodista que ha logrado penetrar la sombra del crimen organizado en España, no se anda con rodeos. Con la autoridad que le confiere ser el autor del bestseller Fariña—una crónica esencial sobre el narcotráfico gallego— y la inspiración detrás de series como Marbella, Carretero lanza una advertencia escalofriante sobre la realidad del país: «No hay grupo del crimen organizado europeo y latinoamericano que no esté presente en España».
El reportero, cuyo estilo profesional, humano y directo se ha convertido en una referencia, describe a España no como generadora de un crimen organizado propio, sino como un «país de acogida», un crisol que ha importado la criminalidad más peligrosa del mundo.
Marbella: el paraíso de la criminalidad global
La Costa del Sol, y en particular Marbella, se ha transformado en un epicentro de actividad delictiva internacional. Como el propio Carretero y el coautor Arturo Lezcano reflejaron en su reportaje que dio pie a la exitosa serie de Movistar Plus+, la ciudad malagueña es, en palabras de un policía, la «ONU de la criminalidad», con más de un centenar de familias mafiosas asentadas.
La razón de esta concentración es una combinación de factores irresistibles para el crimen: La Costa del Sol ofrece un clima y nivel de vida inigualables, mientras la posición estratégica peninsular facilita las rutas del narcotráfico. A esto se suman las grietas financieras para el blanqueo de capitales y la debilidad de las fuerzas de seguridad, cuyo déficit de medios es explotado por los criminales para operar con impunidad.
Esta singularidad ha generado una situación que empeora día a día. Si antes los grupos operaban discretamente, dedicados al blanqueo, hoy se defienden de los asaltos policiales «disparando con armas de guerra» y Kalashnikovs. «Estamos en un escenario que si nos lo cuentan hace 10 años no nos lo creemos,» afirma Carretero, advirtiendo que, si no hay una reacción política, esto es solo «el principio».
Crimen organizado: La policía desbordada y la corrupción silenciosa

Uno de los puntos más críticos que subraya el periodista es la flagrante desventaja de las fuerzas de seguridad. Los grupos criminales van constantemente por delante en tecnología. Mientras los mafiosos poseen los mejores chalecos, móviles encriptados y sistemas de comunicación indetectables, la policía carece de los medios tecnológicos y humanos suficientes. «No puede ser que un policía vaya a un asalto a un grupo criminal con un chaleco antibalas que si le dispara una Kalasnikov le atraviesa el chaleco», aseguró.
Esta brecha tecnológica, sumada a la infiltración de las mafias, está devorando las instituciones. Carretero denuncia que el crimen organizado ha sentado sus tentáculos en «absolutamente todas las instituciones» en España, comprando funcionarios, informantes y chivatos en las fuerzas de seguridad y los estamentos judiciales.
El periodista hace un llamado de atención sobre la percepción de la corrupción, que es «muy débil» para el ciudadano medio, cuando la realidad es que existe mucha más de lo que se cree. Esta corrupción se explica a menudo por la precariedad: sueldos bajos y pocos medios que hacen a los agentes vulnerables a las tentadoras ofertas del crimen.









