La búsqueda espiritual dejó de ser un asunto marginal para convertirse en una conversación cotidiana. Lo que antes parecía un tema ajeno a la juventud, hoy gana espacio entre playlists, redes sociales y debates culturales. El giro llamó la atención a partir de una frase de Jordi Wild, quien detectó una tendencia que ya nadie puede ignorar.
Según Jordi Wild, la fe regresa en medio de un escenario dominado por la tecnología, la ansiedad y la sobreexposición. Los jóvenes que crecieron conectados a múltiples pantallas necesitan sentido y estructura. El presentador describe un cambio real: nuevos códigos, símbolos y lenguajes religiosos que emergen donde antes solo había ironía o indiferencia absoluta.
Jordi Wild: Un fenómeno cultural con nombres propios

Para Jordi Wild, el punto de partida fue inesperado: el último trabajo discográfico de Rosalía, descrito como espiritual, íntimo y poco comercial. Aunque reconoce que no sigue ese estilo, subraya algo clave: una artista pop arriesgándose con temas profundos indica que hay una audiencia dispuesta a escucharlos. Eso no ocurría hace una década. El discurso se amplió cuando Jordi Wild citó datos del CIS: en 2009 solo un 9% de jóvenes se declaraba creyente, hoy la cifra ronda el 15% y la tendencia se mantiene al alza. No se trata solo de catolicismo. También destaca un abanico que incluye meditación, energías, rituales y símbolos que reaparecen como parte de una identidad.
Lo que sorprende a Jordi Wild es el contraste. La generación de los nacidos en los ochenta creció sin grandes crisis sociales, mientras que los más jóvenes conviven con incertidumbre laboral, redes sociales agresivas y una salud mental castigada. En ese contexto, explica Jordi Wild, la fe ofrece orden. De repente, acudir a valores tradicionales dejó de parecer anticuado y se volvió casi un acto de rebeldía frente a la saturación digital.
Tradición, pertenencia y una reacción al caos
La teoría de Jordi Wild plantea que todo es cíclico. Así como vuelven los pantalones de campana o los discos conceptuales, vuelven también la familia, la estabilidad y hasta la monogamia. Durante sus intervenciones, insiste en el concepto de refugio: la religión como herramienta para comprender la muerte, la soledad y la presión constante por “ser alguien” en internet.
Por eso, no habla de un parche, sino de una búsqueda auténtica. La espiritualidad genera pertenencia, un propósito y una narrativa personal cuando la realidad parece fragmentada. En definitiva, Jordi Wild introduce un debate necesario: ¿la fe es retroceso o respuesta lógica a un mundo excesivo? Hoy, la juventud contesta con hechos. Parece que, más que volver al pasado, está intentando recuperar el equilibrio.









