La suplementación parece sencilla, pero pocas veces contamos toda la verdad. La industria de los suplementos está viviendo una fiebre que casi recuerda a las modas de antaño: todo el mundo quiere uno, todo el mundo toma algo y todo promete cambiarte la vida. Lo ves en gimnasios, oficinas, redes sociales… y hasta en conversaciones de sobremesa. Pero detrás de ese entusiasmo colectivo se esconde una verdad que, cuando la escuchas, te deja un poco helado: la mayoría de los suplementos no funcionan. Y no lo digo yo; lo dicen quienes llevan años estudiándolos.
El problema de fondo: cualquiera puede prometer milagros
A diferencia de los medicamentos —que se examinan, se discuten y se ponen a prueba mil veces—, los suplementos pueden prometer lo que quieran sin demostrar absolutamente nada. Es duro, pero real.
Eso explica por qué ves frascos que dicen “aumenta tu energía”, “mejora tus defensas”, “reduce la ansiedad”… y detrás no hay ni un estudio serio.
Según los expertos, casi el 70% de los suplementos que circulan hoy son, básicamente, humo bien envasado. Y la cifra duele, porque todos queremos creer en esas pequeñas soluciones fáciles.
Pero —y menos mal— hay dos excepciones reales, dos suplementos que sí merecen su fama: el magnesio y la creatina.
Magnesio: el mineral que tu cuerpo agradece más de lo que imaginas
El magnesio es como ese amigo discreto que sostiene todo desde atrás sin reclamar protagonismo.
No hace ruido, pero participa en unas 3.000 reacciones del cuerpo: metabolismo, energía, sueño, músculos… prácticamente todo.
Hay personas que duermen mejor cuando lo toman, otras sienten más calma, otras simplemente notan que “funcionan mejor”. Y lo mejor de todo es que es muy seguro. Si te pasas, como mucho te provoca diarrea. Y ya. Bajas la dosis y sigues con tu día.
Creatina: el suplemento que sí tiene pruebas… y muchas
Luego está la creatina, que juega en otra liga. Es el suplemento más estudiado del mundo, y cuando digo estudiado, digo de verdad: miles de investigaciones, décadas de seguimiento y una evidencia sólida como una roca.
Sirve para algo tan básico como importante: ser un depósito extra de energía para tus músculos y tu cerebro. De ahí que sus efectos se noten tanto:
- Más fuerza (entre un 15% y un 20%).
- Más repeticiones cuando entrenas.
- Más volumen muscular.
- Y —esto sorprende a muchos— mejor rendimiento mental cuando tomas 12–15 gramos en días de mucho cansancio.
La pregunta típica es: ¿la creatina no daña el riñón?
La respuesta real: no. Lo único que hace es subir la creatinina en los análisis, y eso puede confundir al médico. Pero el riñón está bien. Si quieres medirlo correctamente, hay que usar Cistatina C. Así de simple.
Y ahora viene la parte que cambia el enfoque por completo: la detección ultraprecoz
Los expertos insisten en algo que a todos nos cuesta escuchar: por muy bien que vivas, por muy sano que comas o por muchos suplementos que tomes… siempre queda un pequeño factor suerte. Un tumor silencioso, un aneurisma oculto, un gen que predispone a algo que no ves venir.
Y ahí entra esta nueva tendencia que no tiene tanto marketing pero sí mucha ciencia: la detección ultraprecoz.
Es básicamente mirar al cuerpo con lupa, desde todos los ángulos posibles, antes de que algo vaya mal:
- Una resonancia magnética de cuerpo entero que encuentra cosas milimétricas.
- La secuenciación completa de tu ADN, para saber tus riesgos reales, no los imaginados.
- Estrategias personalizadas contra el cáncer, años antes de que el cáncer exista.
- VO2 Max, el predictor más potente de longevidad.
- Análisis detallados de músculo y grasa.
- Imágenes de tus arterias.
- Y software de IA que evalúa tu cerebro como si fuese un mapa tridimensional del futuro.
La idea no es crear paranoia, sino todo lo contrario: ganar tranquilidad. Saber cómo está tu cuerpo hoy y qué podría pasar mañana para adelantarte.
Y el dato que más sorprende: si logras mejorar tu VO2 Max a un nivel de élite, la probabilidad de tener una vida larga y de calidad puede acercarse al 90%. Ese porcentaje, hoy por hoy, no te lo da ningún suplemento.
