jueves, 4 diciembre 2025

Laura Bartolomé, experta en endocrinología y nutrición: “No buscamos bajar un número en la báscula; buscamos mejorar la composición corporal para mejorar la salud”

- Una mirada clara y humana a por qué la obesidad requiere un enfoque más profundo que las dietas rápidas.

La obesidad y el sobrepeso ya no son temas marginales ni problemas “de unos pocos”. Son, como recuerda la endocrinóloga y nutricionista Laura Bartolomé, una realidad que afecta a más de la mitad de la población adulta. Más del 50%. Una cifra que, cuando se dice en voz alta, impresiona… y obliga a replantearse muchas cosas. Porque aunque a veces se utiliza la palabra “pandemia”, la especialista insiste en que se trata de una enfermedad crónica y compleja, con mil matices y tantas caras como personas la padecen.

Durante muchos años, el Índice de Masa Corporal (IMC) fue el gran protagonista en consultas y revisiones médicas. Pero, como explica Bartolomé, ese método “se ha quedado un poquito anticuado”. Hoy el foco está en la composición corporal, en saber cuánto de esa grasa es realmente funcional y cuánto se ha vuelto “disfuncional”. Y para eso, el perímetro de cintura se convierte en un indicador clave: a partir de 88 cm en mujeres y 102 cm en hombres, el riesgo empieza a encender luces rojas. No es una regla rígida, pero sí una pista clara.

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Cuando el cuerpo pisa el freno: el temido “modo ahorro”

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La composición corporal revela mucho más que el peso. Fuente: Canva.

Si alguna vez has intentado perder peso y, pese a comer menos y moverte más, no había manera… puede que tu cuerpo activara el famoso modo ahorro. Bartolomé lo describe muy bien: cuando el organismo percibe que hay poca comida y demasiado esfuerzo, interpreta la situación como una amenaza y lo primero que hace es defenderse.

Sube el cortisol, bajan las hormonas sexuales, se enlentece la función tiroidea… y de pronto el metabolismo funciona “a cámara lenta”. Es frustrante, sí, pero no es culpa del paciente: es biología pura.

Un tratamiento a muchas manos (y muy lejos de las “dietas” de siempre)

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El metabolismo cambia cuando el cuerpo activa el modo ahorro. Fuente: Canva.

Para tratar la obesidad de forma realista y sostenible, Bartolomé insiste en que debe intervenir un equipo entero: endocrinólogos, nutricionistas, psicólogos y otros especialistas según el caso. Porque el peso, en contra de lo que siempre nos han hecho creer, no depende solo de lo que comemos.

Los hábitos —alimentación, ejercicio y gestión del estrés/descanso— son, en sus palabras, “innegociables”. Pero durante años se intentó tratar la obesidad únicamente con cambios de hábitos… y los datos son contundentes: más del 90% de los pacientes recuperaba el peso en dos años.

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Los hábitos sostienen cualquier proceso de salud real. Fuente: Canva.

Hoy, los nuevos fármacos basados en incretinas (como la semaglutida o la tirzepatida) han cambiado el panorama. No son milagrosos ni sustituyen a los hábitos, pero actúan como “un bastón”, un apoyo que permite recorrer el camino con más seguridad. Reducen la ingesta emocional, mejoran la saciedad y tienen efectos positivos sobre la tensión arterial o el colesterol.

En este punto, Bartolomé diferencia claramente dos conceptos:

  • Efecto rebote: aparece tras dietas extremas que activan el estado de alarma del cuerpo.
  • Reganancia: ocurre cuando se abandona el tratamiento sin haber corregido los hábitos de base o cuando existe una fuerte carga genética.

Como ella misma resume: “No hay una sola obesidad. Hay casi tantos tipos como pacientes”.

Los tres pilares que sostienen todo: sueño, estrés y alimentación

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La endocrinóloga utiliza una metáfora sencilla y muy gráfica: los hábitos son una mesa de tres patas. Si falla una, la mesa cae.

Dormir mal, por ejemplo, altera hormonas como la grelina y la leptina, responsables del hambre y la saciedad. El estrés crónico convence al cuerpo de que necesita acumular energía en forma de grasa, sobre todo en el abdomen.

En alimentación, Bartolomé reconoce que aquello de “seis comidas al día” probablemente fue un error. Mantiene la glucosa elevada continuamente. El ayuno intermitente puede ser útil, pero no es mágico; sí recomienda respetar un ayuno nocturno de 12 a 14 horas. Y lanza una idea clara: “La cantidad es casi lo más importante”, aunque lo ideal es equilibrar cantidad, calidad y horarios.

En cuanto al ejercicio, lo tiene clarísimo: la fuerza es innegociable, especialmente para mujeres en menopausia. El cardio también importa, pero necesita intención y constancia.


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