Parte del Madrid encorbatado y claramente antisanchista se recogió por unas horas de las luces de Navidad para concentrarse en la Casa de América. El edificio aportaba una solemnidad particular a la segunda edición del acto ‘Perspectivas’, organizado por el periódico The Objective.
Habitaba en las salas una mezcla de expectación política y ceremonia social, como si el año que termina pidiera una última foto fija antes de 2025. Muchos de los presentes esperaban, además, una morbosa conversación entre Alberto Núñez Feijóo y Emiliano García-Page que nunca llegó a producirse, pese a que la convocatoria podía invitar a pensar en un encuentro entre el líder del PP y el principal líder antisanchista con carnet socialista. Santiago Abascal incluso había calentado el acto afeando que ambos iban a compartir mesa. Pero Feijóo y Page no coincidieron ni para compartir fotografía.
Testigos en el público del acto estaban Esperanza Aguirre, que saludó afectuosamente a Juan Luis Cebrián, quien protagonizó una de las (demasiadas) mesas de debate; la diputada Cuca Gamarra, que llegó tarde pero antes que su jefe (que no paró de enredar con el móvil hasta que le dieron la palabra); o la escritora Lucía Etxebarría, que al igual que Aguirre y Cebrián colaboran en el periódico y son poco proclives al actual Gobierno.

El director de The Objective, Álvaro Nieto, actuó como maestro de ceremonias. Su figura se ha consolidado en los últimos años como una voz crítica con el Gobierno y, para algunos, como un nuevo Pedrojota en la construcción de relatos y exclusivas, y en su capacidad para fijar agenda. Sus detractores —como el programa televisivo ‘Todo es mentira’, que recuerda algunos patinazos del periódico o el ministro Óscar Puente— también le dan fuerza.
Nieto aseguró que «entender el periodismo como servicio público obliga a ser útiles a la sociedad», añadió que 2025 ha sido un año importante para el periódico y dejó una invitación abierta de cara a la próxima edición: le gustaría que, «sean quienes sean el presidente del Gobierno y el líder de la oposición en 2026», acudan a la tercera entrega de Perspectivas.
PAGE, TORERO EN SALÓN
García-Page abrió la jornada. La impresión general es que sabe manejarse en casi cualquier entorno, tanto en medios críticos con el sanchismo como en otros próximos al PSOE. De hecho, acaba de apadrinar el nacimiento de una edición castellano-manchega del sanchista El Plural, pese a que torea en salones casi siempre conservadores.
Sobre el periodismo, elogió la capacidad de The Objective para mantener la atención de sus lectores, aunque esa atención sea casi siempre un dolor de muelas para su partido; afirmó que España «tiene cura», insinuando que la receta es que caiga Sánchez; evocó la Transición para asegurar que Juan Carlos de Borbón, la Iglesia, Manuel Fraga, Felipe González y empresarios estuvieron «a la altura», pero no se acordó de la calle ni de los sindicatos, que no son fuerzas vivas en su mente decimonónica; y lamentó que «el populismo se expandió desde la crisis de 2008», cuando él lo lleva practicando desde finales de los 80.
Page, como siempre, jugó sus cartas, apostó por la ambigüedad y se hizo el gracioso para congraciarse con el público.
Después, hubo tiempo para varias mesas de debate protagonizadas por periodistas como Juan Luis Cebrián, Antonio Caño, Ketty Garat o Fernando Cano, o aspirantes a política como Miriam González Olmedo, abogada y presidenta de la organización España Mejor, que es mimada por los mismos que antes le reían las gracias a Rosa Díez o Albert Rivera.
FIN DE FIESTA
Alberto Núñez Feijóo tomó la palabra para cerrar la jornada. Llegó leyendo papeles, lo cual es mejor en su caso, y dijo que «a los medios no se les puede señalar desde el poder», guarden esa frase para 2027; lamentó la manipulación mediática, pese a su obsceno papel con la Televisión de Galicia cuando presidía la Xunta; y aseguró que no le gusta la «prensa militante», sin precisar si incluía a los innumerables medios próximos a Isabel Díaz Ayuso.
El líder de la oposición justificó que muchos sigan sin saberse el programa electoral del PP, asegurando que los escándalos diarios impiden a la sociedad atender a lo importante, y deseó que 2026 se convierta en «el año del cambio» para España.
El momento menos afinado llegó cuando citó a Ignacio Camacho, atribuyéndole una reflexión sobre «gente sin diagnosticar» para insinuar que Pedro Sánchez podría encajar en esa categoría. La frase buscaba un toque de humor político, pero la sala reaccionó con cierta frialdad quizá porque está la salud mental como para hacer chistecitos contra la de Sánchez (o contra la de otras célebres dirigentes del PP que son objeto de mofas en las redes por el mismo asunto).
La tarde-noche terminó más larga que mediática, dejando algunas impresiones claras. García-Page se movió con soltura entre un público mayoritariamente conservador, lo que refuerza la idea de que tiene más comodidad en la derecha sociológica que en la izquierda. Y Feijóo, pese a ser considerado por la mayoría como el probable próximo presidente del Gobierno, no terminó de encender a los suyos.
Mientras el público abandonaba la Casa de América, las luces navideñas del exterior seguían brillando con fuerza, y el ‘malvado’ Pedro Sánchez seguía guarecido de las mismas en Moncloa.







