El periodista de investigación Andros Lozano tiene una frase que funciona como diagnóstico y advertencia al mismo tiempo: “Estamos ya inmersos en un problema mucho más serio de lo que nos cuentan”. Lleva más de una década hablando con personas del narcotráfico, policías corruptos, agentes infiltrados y con quienes viven en primera línea la transformación silenciosa del crimen organizado en España.
Según el periodista, hoy, el sur de España es el epicentro del delito. Y el Río Guadalquivir, especialmente en el tramo que atraviesa pequeñas localidades a pie de autovía, se ha transformado en un corredor clandestino que ya deja imágenes propias de la frontera más oscura de Latinoamérica: cuerpos decapitados, troncos humanos sin extremidades, cadáveres flotando sin nombre. La violencia ejercida por el narcotráfico ha dejado de ser un capítulo lejano y comienza a salpicar a la vida cotidiana.
Narcotráfico: Puertos, sobornos y un millón de euros en un año
No es teoría. Es práctica y es real. Lozano ha entrevistado a guardias civiles condenados, policías presos y funcionarios que, en voz baja, reconocen lo que ocurre: el dinero del narco compra más rápido que cualquier ideología, ética o reglamento.
Uno de los casos que más le impactó fue el de Luciano, un guardia civil destinado en Isla Mayor. Formaba parte de un cuartel donde la mitad de los agentes terminaron detenidos en una operación de la Audiencia Nacional. Luciano aceptó hablar con él, años después, cuando ya trabajaba lejos del uniforme, conduciendo autobuses para jubilados. Lo que contó hiela la sangre por su simpleza: “Cobraba 3.000 euros por un día. En un mes hacía lo que no ganaba en medio año. En un año hice un millón. Si hubiera llegado a dos, me habría retirado”.
El Río Guadalquivir: el nuevo eje de la cocaína en Europa
Hace apenas unos años, la mayor incautación de cocaína en España superaba las 13 toneladas. Hoy, en solo unos meses, por el Guadalquivir han pasado cerca de 20, según relata Lozano. Y ese dato tiene una consecuencia automática: cuando el volumen sube, sube la violencia delo narcotráfico.
Narcos disparando a policías a quemarropa, agentes heridos de gravedad, coches arrollados y lanchas lanzadas contra embarcaciones oficiales. En Barbate murieron dos guardias civiles aplastados por una semirrígida. En la mente de muchos, fue un punto de no retorno: los narcos dejaron de huir; empezaron a embestir.
Y sucede algo aún más inquietante: ya no saben si quienes intentan detenerlos son policías o rivales disfrazados. En el sur, los clanes del narcotráfico se han profesionalizado. Tienen tecnología mejor que la de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, equipos de encriptación que cambian cada 48 horas, drones con cámaras térmicas y lanchas imposibles de alcanzar. En una ocasión, a Lozano le ofrecieron subirse a una embarcación para “enseñarle el río”. Una invitación que, en el fondo, era un mensaje: “Sabemos quién eres. Y sabemos lo que haces”.
