En invierno, nuestros oídos sienten más de lo que parece. Con la llegada del frío —ese frío que cala y nos obliga a volver al abrigo de siempre— reaparecen también los resfriados y la gripe. Fiebre, dolores, escalofríos, congestión… el catálogo habitual. Pero hay algo más, algo que muchos pasan por alto hasta que lo sienten en carne propia: ese zumbido en el oído que parece encenderse como una alarma interior. El tinnitus, sí. Y, por sorprendente que suene, durante el invierno puede hacerse notar mucho más.
Congestión e inflamación: el punto de partida

La explicación, según los especialistas, es más sencilla de lo que parece. Todo gira en torno a la trompa de Eustaquio, un conducto diminuto pero esencial que conecta nuestros oídos con la garganta. Es la encargada de regular la presión del aire a ambos lados del tímpano; una especie de “válvula” interna que mantiene el equilibrio.
El problema llega cuando enfermamos. La inflamación y la mucosidad actúan como un tapón, bloqueando la trompa. Y entonces, ¿qué ocurre? Que el oído medio deja de regular la presión correctamente. El aire comienza a acumularse, se desequilibra la balanza interna y, de repente, ese zumbido que quizá ya estaba ahí o apenas se notaba empieza a sonar más fuerte que nunca.
Si la inflamación persiste durante varios días, puede acumularse líquido detrás del tímpano. Ese “charquito” interno —que uno no ve, pero vaya si se siente— crea el ambiente perfecto para que las bacterias hagan de las suyas y acaben generando una infección del oído medio. Dolor, presión, pérdida de audición… y tinnitus, claro. No es casualidad que los estudios muestren que casi la mitad de quienes sufren otitis media también presentan tinnitus.
Cuando la congestión cambia la forma en que oímos

La congestión sinusal también entra en juego. Esa sensación de pesadez en mejillas y frente no solo nos hace hablar como si tuviéramos un algodón en la nariz; también puede alterar cómo viaja el sonido dentro de la cabeza. De repente, cosas tan cotidianas como nuestra voz, la respiración o incluso la masticación parecen más fuertes, más internas, casi como si resonaran en una habitación cerrada.
Y claro, el tinnitus se amplifica. Se vuelve más agudo en algunos casos o más pulsátil en otros, como si marcara un ritmo propio. Si la inflamación avanza hasta el oído interno —donde viven el equilibrio y la audición—, pueden aparecer mareos o una sensación de inestabilidad que, en plena gripe, es lo último que cualquiera desearía.
El papel del COVID-19: un invitado incómodo

La COVID-19 añadió un capítulo más a esta historia. Muchas personas que pasaron la infección reportaron tinnitus en algún momento del proceso. Algunas cifras hablan incluso de un 50%, lo cual es impactante. Los investigadores creen que podría deberse tanto a la inflamación general del cuerpo como a un daño más directo en el oído interno.
Y por si fuera poco, está el lado emocional. Durante una enfermedad larga o intensa, es fácil caer en la ansiedad, el estrés o incluso el aislamiento. Y cuando uno está más sensible, cualquier ruido interno —incluido el tinnitus— parece multiplicarse.
Cómo prevenir y manejar este tipo de tinnitus
La parte esperanzadora es que, en la mayoría de los casos, el tinnitus causado por una infección es temporal. Aun así, conviene tomar algunas medidas que pueden marcar la diferencia:
- Vacunarse contra la gripe es una de las mejores defensas.
- Beber agua con frecuencia ayuda a que la mucosidad se vuelva menos espesa.
- Un humidificador puede mejorar mucho el ambiente en casas con aire seco.
- Evitar volar congestionado es casi una regla de oro para proteger los oídos.
- Y, por supuesto, mantener una buena higiene y limitar la exposición a personas enfermas.
Si, una vez superada la congestión, el zumbido sigue ahí insistiendo, lo recomendable es consultar con especialistas en audición. Hoy existen terapias muy efectivas, desde la terapia de sonido hasta enfoques cognitivo-conductuales o el reentrenamiento del tinnitus.
Los expertos suelen repetir una idea que, personalmente, me gusta mucho: no tienes por qué resignarte a vivir con el tinnitus. Hay opciones, hay tratamientos y, sobre todo, hay alivio posible.









