miércoles, 3 diciembre 2025

David Saavedra, ex militante nazi: «Lo que se pierde en un proceso de radicalización son dos cosas: la primera es la humildad y la segunda la curiosidad»

David Saavedra (40), exintegrante del neonazismo en España, advierte que la radicalización no empieza con ideas, sino con estética, sesgos y psicología: “Lo primero que se pierde es la humildad y la curiosidad”.

Había una vez un adolescente absolutamente normal en la provincia de Pontevedra. Buen chico, familia sin conflictos, estudios discretos, amigos de siempre. Nada en su biografía hacía pensar que David Saavedra acabaría durante dos décadas en la ultraderecha más violenta de España. “Yo era un chaval corriente, en el sentido más amplio de la palabra: no destacaba ni por arriba ni por abajo”, recuerda. Pero a los 15 años, algo se torció.

Hoy, David Saavedra tiene 40 años, es autor de Memorias de un exnazi y recorre colegios, institutos y universidades contando cómo fue posible que un chico común pudiera hundirse hasta el fondo de la radicalización neonazi. No desde el morbo, ni desde el arrepentimiento superficial, sino desde el análisis psicológico, la prevención y, sobre todo, el desmantelamiento de los mecanismos que todavía hoy siguen atrapando a jóvenes en discursos de odio. “La radicalización es 90% psicología y 10% ideología”, afirma.

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La estética como puerta de entrada al Nazismo

La estética como puerta de entrada al Nazismo
Fuente: agencias

Cuando recuerda el origen de todo, Saavedra reniega de una pregunta recurrente: ¿por qué elegiste el nazismo? “Antes de llegar a la ideología yo ya estaba radicalizado”, cuenta. No fue el contenido: fue la puesta en escena. Las antorchas, los uniformes de Hugo Boss, los discursos del Tercer Reich, la simbología. “Cuando tienes 15 años, eso mola. Te impresiona. Te hace sentir que hay algo grande a lo que pertenecer”.

No fue un manual doctrinal lo que lo atrapó, sino un puñado de personas: “Los primeros nazis que conocí eran tipos encantadores, simpáticos, cultos —o al menos lo que te parece culto con 15 años—. Aquello chocaba con lo que me decían mis profesores y mis padres: que eran descerebrados, violentos, que salían a cazar inmigrantes. Yo veía otra cosa. Y eso reforzó la idea de que había una verdad oculta que solo yo podía descubrir”.

David Saavedra: “Lo primero que pierdes es la humildad”

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El joven Saavedra comenzó a leer sobre la Segunda Guerra Mundial compulsivamente. No sobre historia en general, no sobre el contexto político europeo, no sobre filosofía o sociología. Solo sobre Hitler, Alemania, las SS, el revisionismo, la negación del Holocausto. Años después descubriría que esa lectura monolítica tenía un nombre científico: sesgo de confirmación.

Si me hubieran enseñado en el colegio lo que era el sesgo de confirmación, quizá habría detectado lo que me estaba pasando”, reflexiona. “Cuando sustituyes la curiosidad por la necesidad de que todo confirme tus ideas, ya estás atrapado.” Ahí aparecen los dos primeros síntomas que hoy enseña en sus charlas: desaparece la humildad (crees que sabes más que tus padres, tus profesores, tus amigos) y muere la curiosidad (ya no quieres aprender, solo quieres tener razón).

“Pasé de ser un chico normal a ser un monotema. Mis amigos me lo dicen ahora: estaba siempre hablando de lo mismo, cortando, imponiendo. Yo no lo veía. Yo creía que estaba apasionado. Luego se convierte en ira. Después en odio”, finalizó.


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