miércoles, 3 diciembre 2025

La ‘monarquía hispanoitaliana’ de Mediaset se resquebraja a cuenta de Lecquio

Hasta hace apenas unos días, Alessandro Lecquio no era un simple tertuliano de ‘El programa de Ana Rosa’: en torno al programa gozaba de un gran estatus que le permitía hacer vida social con altos cargos de Mediaset.

Su presencia en comidas con directivos españoles e italianos del grupo, su cercanía con Ana Rosa Quintana —madrina de la hija de 9 años que comparte con María Palacios, protagonista de una poco presentable entrevista en ¡Hola!— y su integración en la llamada cuchipandi que completan Cristina Tárrega y ‘Mami’ Quevedo, íntimo del marido de AR, lo situaban en un escalón ajeno al resto de colaboradores de Telecinco.

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En ese ecosistema, Lecquio representaba un visible enlace entre la parte italiana del conglomerado y el núcleo duro de la productora Unicorn. Por eso su salida —sin sufrir el fuego amigo que destruyó laboralmente a Antonio David Flores, por ejemplo— ha sacudido a toda Mediaset España.

El grupo ha prescindido de él para evitar exponerse a un boicot publicitario en un momento en el que Telecinco encadena mínimos históricos. La entrevista de Martín Bianchi, cercano a los ex de ‘Sálvame’ y enemigos de AR, Óscar Cornejo y Adrián Madrid, en El País a Antonia Dell’Atte en octubre fue la chispa que encendió las alarmas.

A ello se sumaba la entrevista que La Osa, propiedad de Cornejo y Madrid, tenía grabada con Dell’Atte para emitir el 25N en el espacio ‘Directo al grano’ de TVE. En Mediaset España sabían que la presencia de la modelo reabriría públicamente un tema que el grupo llevaba dos décadas intentando evitar: la condena social por las acusaciones que ella vertió contra Lecquio, al que decidieron cesar todavía no se sabe con qué condiciones.

Aunque el caso judicial terminó hace más de 20 años, existe un auto de 2004 que ya reconocía la «exceptio veritatis», es decir, que el testimonio de Dell’Atte tiene verosimilitud. Y si algo teme Telecinco en esta etapa de hundimiento de audiencia es que un escándalo active una campaña organizada contra la cadena, especialmente cuando ciertos actores —productoras rivales, La Osa entre ellas— están en plena batalla por cuotas de poder.

Antonia Merca2.es
Antonia Dell’Atte en ‘Directo al grano’.

En este contexto, el miedo al boicot fue determinante. Telecinco ya vivió episodios traumáticos: el cierre de ‘La Noria’ por la fuga de anunciantes tras entrevistar a la madre del Cuco, la suspensión de ‘Gran Hermano’ tras la agresión sexual, o la amenaza publicitaria que sufrió ‘Horizonte’ tras la polémica cobertura que realizó la DANA valenciana.

Fue Iker Jiménez quien recientemente narró aquel momento crítico en su reciente dossier ‘Viaje a la oscuridad’, cuando el propio CEO de Mediaset, Alessandro Salem, lo respaldó en privado hace un año: «Esa mañana temprano Salem me demuestra los coglioni más grandes que he visto en televisión. ‘Yo me ocupo. Sé quién eres. Cuenta conmigo’. Me quedé en shock», recuerda.

Más adelante, Iker describe la presión externa que le comentó la dircom del grupo Sandra Fernández, asustada por la decisión de ING de dejar de patrocinar el programa, lo cual abría la posibilidad a un boicot: «‘El País sale contigo en la portada. Van con todo’. Y van con el boicot publicitario… Y ahí, ahí queridos amigos sí que estábamos muertos. Porque era nuestro patrocinador».

Esta referencia es clave para entender lo que ahora sucede con Lecquio: Mediaset actúa movida por el pánico a un golpe económico en plena crisis.

CRISIS

La cadena atraviesa un desgaste profundo: formatos históricos que ya no funcionan, una identidad confusa y la incapacidad de Unicorn Content para replicar los datos que obtenían programas de La Fábrica de la Tele. Mientras tanto, los Berlusconi observan la caída, continúan haciendo negocio en España pero reinvierten fuera: primero Alemania, luego Portugal.

La paciencia italiana no es infinita y la caída de beneficios respecto al año anterior se calcula en decenas de millones. Salem, CEO de Mediaset España, vive entre presiones. De un lado, directivos italianos que exigen resultados. Del otro, productoras que compiten ferozmente por cada franja. Y en medio, un ecosistema mediático con intereses políticos y económicos.

La tormenta ya no afecta solo a Mediaset. RTVE también está en el centro del huracán tras abrazarse a La Osa, cuyos fundadores —Óscar Cornejo y Adrián Madrid— acaban de ser condenados a dos años de inhabilitación por la difusión de datos de la entonces menor Rocío Flores.

La sentencia compromete a RTVE, a La Osa y también a Mediaset, que emitió el documental original y es responsable civil subsidiaria pese a que han realizado dos pequeños actos de venganza al rebotar la condena a Cornejo y Madrid en ‘Informativos Telecinco’ y retirar las docuseries ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ y ‘En el nombre de Rocío’ de su plataforma Infinity.

Lecquio ha sido apartado sin linchamiento público, lo cual es un trato muy distinto al que sufrieron otros colaboradores que cayeron en desgracia. El objetivo de la compañía es evitar un efecto dominó que perjudique a Ana Rosa y a la dirección italiana. Pero su marcha también revela que la coalición entre Milán y el núcleo de Unicorn podría debilitarse.


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