La red eléctrica española afronta una saturación sin precedentes que amenaza la competitividad del país y la llegada de nuevas inversiones industriales, según ha explicado José Manuel Revuelta, director general de Redes de Endesa, en una entrevista para Merca2 en la sede de la compañía.
En este sentido, ha alertado que la capacidad disponible en los nudos en la red de distribución está prácticamente agotada, tal y como reflejan los mapas de capacidad. “La saturación en septiembre estaba por encima del 83%. Ahora probablemente sea mayor”.
Revuelta considera que la publicación del mapa de capacidad es un paso positivo hacia la transparencia, pero confirma un diagnóstico preocupante como es la saturación de la red. Un fenómeno que impide dar respuesta a gran parte de las nuevas solicitudes de conexión, incluidas las de centros de datos, una de las industrias de mayor crecimiento a escala global.
El directivo de Endesa considera que este diagnóstico refuerza la necesidad de actuar con urgencia, ya que muchas solicitudes actuales no podrán conectarse a la red. A ello se une la dificultad administrativa, dado que actualmente se tarda “siete años en conseguir permisos y poner en servicio nueva infraestructura de alta tensión”.
José Manuel Revuelta (Endesa): “Las externalidades de invertir en redes son impresionantes”
Revuelta ha apuntado a varios factores que explican la situación como algunas peticiones que solicitan capacidad sin disponer de un proyecto firme en el corto plazo. Además, el marco regulatorio que considera “mejorable”. Hay que recordar que el organismo regulador, la CNMC ha realizado una propuesta de actualización del marco de retribución de las redes para el periodo 2026-2031, de un 6,58%, un valor muy por debajo de lo que pedían las empresas españolas, con un valor cercano a los estándares europeos del 7,5%.
El problema no se limita solo a la tasa retributiva. Endesa y el conjunto del sector advierten de que el retorno de las inversiones no está suficientemente garantizado, lo que introduce un nivel de incertidumbre que puede frenar decisiones estratégicas justo en un momento en el que el país necesita acelerar el despliegue de redes para capturar las oportunidades industriales que están tratando de venir a España a desarrollar su actividad.
Además, las señales regulatorias lanzadas no acompañan los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PENIEC), que prevé más de 50.000 millones de euros en inversión en redes hasta 2030. La compañía defiende que, si el propio plan energético marca un nivel de inversión tan ambicioso, el marco regulatorio debe ser coherente para permitir su ejecución real.
A todo ello, se suma el avance en nuestro país de la transición energética. Sectores industriales, logísticos y tecnológicos están electrificando sus procesos para reducir emisiones y mejorar su eficiencia, lo que eleva la presión sobre la infraestructura existente.
Un riesgo para la competitividad
Revuelta ha recordado que este proceso no es subestimable: tanto los consumos actuales que se electrifican. como las nuevas industrias que buscan instalarse en España dependen de una red capaz de absorber incrementos significativos de demanda. La falta de capacidad disponible, ha recalcado, puede situar al país en desventaja frente a otros competidores europeos con mayor margen de conexión.
En el caso concreto de los centros de datos, uno de los focos principales de demanda en los últimos años, España parte con ventajas interpretadas como estratégicas: disponibilidad de espacio, buena conexión digital, energía renovable competitiva y un clima favorable para el funcionamiento de estas infraestructuras. Sin embargo, la saturación de los nudos eléctricos complica su implantación y amenaza con dejar escapar proyectos de inversión multimillonarios que otros países sí están logrando atraer.
La urgencia es, por tanto, uno de los elementos centrales del discurso del directivo. La red requiere años de planificación y desarrollo, por lo que las decisiones que se tomen en 2024 o 2025 determinarán la capacidad eléctrica disponible a principios de la próxima década. En un contexto en el que el consumo eléctrico y los objetivos de des-carbonización avanzan en paralelo, cualquier retraso puede derivar en cuellos de botella que comprometan la competitividad y limiten el crecimiento económico.
Revuelta también ha recalcado el impacto que la inversión en redes tendría en los consumidores, un aspecto que suele generar debate público. Según ha explicado, la ampliación y modernización de la infraestructura no encarece la factura eléctrica, sino que puede reducirla a medio plazo.
El incremento de capacidad permite la integración de más generación renovable —que representa el componente más barato del sistema— y también aumenta el número de usuarios conectados, lo que diluye los costes fijos de transporte y distribución. En definitiva, una red más robusta contribuiría tanto a precios más bajos, como a un suministro más fiable: “Las externalidades de invertir en redes son impresionantes”.
Por último, ha recordado que la inversión en redes no solo es necesaria desde el punto de vista energético, sino también económico. El desarrollo de nueva infraestructura eléctrica actúa como motor de actividad, genera empleo, atrae industrias y consolida cadenas de valor. En un momento en el que la electrificación se ha convertido en el eje central de la competitividad global, Revuelta ha insistido en que España no puede permitirse dejar pasar la oportunidad que tiene delante.








