martes, 2 diciembre 2025

Aviso de la DGT: 200 euros y 4 puntos del carné por un “olvido” de tres segundos que cometes cada vez que te subes al coche

Arrancar el coche sin abrocharse el cinturón es un gesto tan automático que muchos conductores ni siquiera son conscientes de que están infringiendo una norma clave de seguridad vial. En esos tres segundos de “ya me lo pongo ahora” la vida y el bolsillo quedan en el aire, porque un simple despiste basta para que te cacen.

La DGT insiste en que el cinturón debe ir abrochado antes de que el coche se mueva, aunque vayas a maniobrar unos metros para salir del aparcamiento. No usarlo o llevarlo mal puesto es una infracción grave con 200 euros de multa y la pérdida de 4 puntos del carné cuando eres el conductor. Ese “ya me lo abrocho ahora” puede bastar para que una patrulla o una cámara registren la infracción y la multa llegue directa a tu buzón.

Muchos conductores arrancan sin cinturón para mover el coche “solo un momento” y lo abrochan después, pensando que así no pasa nada importante. Es justo ahí cuando más multas se ponen, porque basta con que el coche esté en marcha y el cinturón no esté bien colocado para que la infracción quede registrada. Además, los accidentes urbanos y los pequeños alcances en rotondas o atascos provocan lesiones cervicales y golpes internos que el cinturón puede minimizar de forma drástica.

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EL DESPISTE DE TRES SEGUNDOS QUE SALE MUY CARO

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Imagina que sales del garaje, giras el volante para encarar la calle y, mientras piensas en el atasco, todavía no te has abrochado el cinturón. En ese breve tramo ya estás circulando y, si una patrulla o una cámara de control te detectan sin cinturón, la multa será de 200 euros y 4 puntos del carné si eres el conductor. No importa que te lo estuvieras poniendo “en ese mismo momento”, porque la norma solo distingue entre ir correctamente sujeto o no irlo, sin zonas grises. Ese aparente olvido inocente se convierte así en una infracción grave que puede alterar tu saldo de puntos y tu presupuesto del mes.

Los datos de los últimos años muestran que la falta de cinturón sigue entre las sanciones más frecuentes en carretera, con cientos de denuncias diarias en todo el país. La DGT ha llegado a contabilizar alrededor de 900 denuncias al día ligadas al cinturón y a los sistemas de retención infantil, muchas por simples descuidos al iniciar la marcha. En un control rutinario, los agentes observan el interior del vehículo desde lejos y les basta un par de segundos para ver si el conductor o los pasajeros viajan correctamente sujetos. Del mismo modo, las cámaras específicas para vigilar el uso del cinturón funcionan de forma automática y apenas dejan margen para el despiste o la pillería ocasional.

QUÉ DICE LA LEY SOBRE EL CINTURÓN

El uso del cinturón de seguridad es obligatorio en España desde hace décadas, primero en los asientos delanteros y después también en los traseros, sin importar el tipo de vía. La normativa actual deja claro que todos los ocupantes deben llevarlo abrochado y bien ajustado, desde que el vehículo se pone en marcha hasta que se detiene por completo. No hacerlo se considera infracción grave y conlleva una sanción económica de 200 euros, tanto para el conductor como para cada pasajero que viaje sin sujeción. Además, si quien incumple es el conductor, pierde 4 puntos del carné, una subida respecto a los 3 que se retiraban antes de la última reforma de la Ley de Tráfico.

Cuando quien no lleva cinturón es un pasajero mayor de edad, la multa recae directamente sobre él, porque se entiende que conoce la norma y decide incumplirla. Si el que va sin cinturón es un menor o alguien que legalmente depende del conductor, la responsabilidad pasa a este último, que responderá tanto de la sanción económica como de los puntos. Por eso conviene recordar a todos los acompañantes que se abrochen antes de arrancar, ya que un olvido suyo puede terminar afectando también a tu historial de infracciones. En los controles, los agentes preguntan expresamente por la edad de los ocupantes y comprueban visualmente quién lleva el cinturón y quién no, para asignar correctamente la denuncia.

CÓMO TE PROTEGE EL CINTURÓN EN UN IMPACTO

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Las campañas de la DGT sobre el cinturón muestran con crudeza cómo, en un choque, el cuerpo sigue avanzando a la misma velocidad que el coche hasta que algo lo detiene. Si no llevas cinturón, ese “algo” suele ser el volante, el salpicadero o el cristal, con una fuerza brutal concentrada en una superficie muy pequeña de tu cuerpo. En cambio, el cinturón reparte la desaceleración por zonas fuertes como la clavícula y la pelvis, reduce la distancia de desplazamiento y evita que salgas despedido del habitáculo. Incluso a velocidades relativamente bajas, esa diferencia puede marcar la frontera entre un susto con moratones y una lesión medular o un traumatismo grave.

Otra idea clave que repiten los vídeos de seguridad es que un pasajero trasero sin cinturón se convierte en un auténtico proyectil dentro del vehículo en caso de frenazo o vuelco. Su cuerpo puede golpear con enorme violencia al conductor o al copiloto, incluso si ellos sí van sujetos, y provocarles heridas graves que habrían podido evitarse. Por eso la obligación de llevar cinturón alcanza a todas las plazas y no distingue entre trayectos urbanos cortos y viajes largos por carretera. La física es la misma en ciudad o en autopista, y el riesgo real no entiende de excusas ni de distancias mínimas.

LA DGT NO PERDONA LOS OLVIDOS CON EL CINTURÓN

En los últimos meses la DGT ha endurecido su discurso contra los despistes con el cinturón y ha impulsado cambios legales para cerrar antiguas excepciones. Profesionales como taxistas, repartidores o profesores de autoescuela, que antes podían circular sin cinturón en entorno urbano, deberán llevarlo siempre puesto o afrontarán las mismas sanciones que cualquier otro conductor. La idea del organismo es eliminar la sensación de “barra libre” en ciudad y lanzar un mensaje claro: ningún trayecto laboral o rutinario justifica relajarse con la seguridad básica. Cuando las nuevas normas entren en vigor, se equipararán prácticamente todas las situaciones y se reforzará la presencia de controles específicos en vías urbanas y travesías.

A este enfoque más estricto se suma la instalación de cámaras capaces de detectar a distancia si llevas el cinturón puesto o vas manipulando el móvil mientras conduces. Estas tecnologías permiten revisar miles de vehículos al día sin necesidad de parar a cada conductor y generan pruebas fotográficas que acompañan la denuncia. Como resultado, confiar en que “nadie me está mirando” es cada vez más arriesgado, porque el control ya no depende solo de que un agente se cruce contigo en el momento justo. El mensaje subyacente es claro: si el cinturón salva vidas y la norma es sencilla, la tolerancia frente a los descuidos será mínima, tanto en carretera como en ciudad.

LOS PASAJEROS TAMBIÉN JUEGAN SU PAPEL

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Muchas veces es el copiloto quien se entretiene con el móvil, gira para hablar con los niños o se deja el abrigo encima del cinturón y lo lleva flojo sin darse cuenta. Sin embargo, la ley es clara: cada adulto responde por no llevar bien puesto su cinturón, y los agentes pueden multar individualmente a cada ocupante que incumpla. En el caso de menores, la responsabilidad recae sobre quien conduce, que debe comprobar que viajan con el sistema de retención adecuado y correctamente ajustado antes de ponerse en marcha. Los vídeos formativos sobre infracciones graves recuerdan que el cinturón, los sistemas infantiles y el casco forman parte del mismo bloque de seguridad y comparten sanciones similares en importe y puntos.

Conviene pactar en familia o con amigos una norma sencilla: nadie arranca hasta que todos confirmen en voz alta que llevan el cinturón puesto y bien ajustado. Ese pequeño ritual evita discusiones posteriores y reduce el riesgo de que alguien, sobre todo en plazas traseras, se quede sin sujetar y provoque una denuncia de 200 euros y 4 puntos. Además, obliga a los pasajeros a tomar conciencia de su propia responsabilidad, en lugar de delegar siempre en el conductor la vigilancia de todo lo que ocurre dentro del vehículo. Con el tiempo, ese gesto se vuelve automático y forma parte natural de la rutina de viaje, igual que ajustar el asiento o colocar los espejos antes de salir.[1][6][3][11]

TRUCOS SENCILLOS PARA QUE NO SE TE OLVIDE

Para evitar el clásico olvido de los primeros metros, puedes convertir el cinturón en el primer gesto de tu secuencia al sentarte: asiento, cinturón, espejos y, solo entonces, contacto. Repetir siempre el mismo orden ayuda a automatizar la acción y reduce la tentación de moverte “un poco” sin estar todavía bien sujeto. También funciona dejar el cinturón cruzado sobre el respaldo cuando te bajas, de modo que te estorbe físicamente al sentarte y tengas que moverlo para ponerte en marcha. Si tu coche avisa con pitidos, no anules la alarma ni te acostumbres a ignorarla, porque está ahí para recordarte ese gesto de tres segundos que puede salvar tu vida y tu carné.

Otra idea útil es colocar un pequeño recordatorio visual en el salpicadero o en la llave, algo que llame la atención justo antes de arrancar, sobre todo si sueles conducir con prisas. En desplazamientos habituales, como el camino al trabajo o al colegio, puedes convertir el “cinturón puesto” en una especie de contraseña compartida que todos deben pronunciar antes de salir. Quienes usan aplicaciones de móvil para registrar trayectos pueden aprovechar las notificaciones de inicio de viaje como disparador mental para comprobar el cinturón, igual que revisan combustible o autonomía. Al final, se trata de encadenar la seguridad a tus rutinas cotidianas para que ese supuesto olvido de tres segundos ni siquiera llegue a producirse, por muchas prisas que tengas.


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