martes, 2 diciembre 2025

Yelco León, piloto comercial: «Para que te hagas una idea, son 70.000 euros estudiar piloto. Y no te garantizan absolutamente nada»

Ser piloto requiere invertir más de 70.000 euros sin garantías laborales. Yelco León cuenta cómo pidió un préstamo, cobró sueldos iniciales modestos y afrontó habilitaciones extra mientras aprendía que volar implica estudio constante y sacrificio.

Desde niño, Yelco León supo que su vida estaba en el aire. El rugido del motor, el olor a cabina y la sensación de estar suspendido sobre el mar eran un sueño temprano, casi una obsesión. Pero aquel camino que imaginaba recto y luminoso se torció antes de empezar: una crisis familiar frenó sus planes y lo obligó a tomar una ruta inesperada. “Estudié Administración y Dirección de Empresas, y me quedé nueve asignaturas en primero. Fue un desastre. Yo no estaba ahí”, recuerda. Aun así, terminó aquella carrera, trabajó, ahorró, y empezó a diseñar su propio despegue.

Un día, literalmente, lo apostó todo: pidió 60.000 euros al banco, dejó el trabajo en el restaurante familiar y se encerró a estudiar como si no existiera otra cosa. “De esos 60.000, cuando entré en la compañía me quedaban 500 euros en la cuenta”, dijo el piloto. No había plan B. O volaba o se estrellaba. Y voló.

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El precio del cielo: 70.000 euros y cero garantías para los pilotos

El precio del cielo: 70.000 euros y cero garantías para los pilotos

Entrar en una escuela de aviación es un salto al vacío. Primero, los filtros: certificado médico, pruebas psicológicas y evaluación de inglés. Luego, la inversión. “Para que te hagas una idea, estudiar piloto son 70.000 euros. Y no te garantizan absolutamente nada”, afirma. Ese dinero solo cubre la formación básica. Después, cada habilitación —es decir, el certificado que permite pilotar un modelo específico de avión— puede costar otros 20.000 euros. Y sí, los paga el alumno.

“Si mañana quiero volar en Ryanair, tengo que pagar 20.000 euros de mi bolsillo. No es que la compañía invierta en ti. Hay pilotos de sobra, y las aerolíneas lo saben”, explica. Hay escuelas que cobran 110.000 o 120.000 euros, algunas con convenios laborales. Otras no prometen nada. Yelco no duda: “No todo el mundo se lo puede permitir. Quien diga que esto es fácil, miente”.

El primer sueldo no es Hollywood

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Muchos piensan que un piloto recién contratado entra ganando una fortuna. La realidad es otra. “Nada más entrar estás entre los 1.500 y 2.000 euros. Y eso volando”, cuenta el piloto. El sueldo base es modesto; donde sube la nómina es en los extras: días de vuelo, imaginarias (guardias desde casa), cambios de turno, noches fuera o rutas internacionales.

Con los años empieza el despegue económico real. “Cuando pasas a comandante puedes empezar cobrando entre 3.000 y 4.000 euros al mes, y ahí es donde de verdad recuperas lo invertido”, explica el piloto. Pero llegar a la izquierda de la cabina no es inmediato: exámenes, simuladores obligatorios dos veces al año, inglés fluido, puntualidad, confianza de la compañía y horas acumuladas de vuelo.

“Muchos creen que ser buen piloto es hacer buenos aterrizajes. No. Es estudiar constantemente, ser profesional, ser seguro. Esto nunca termina”, sentencia. Por otro lado, Yelco ha visto todos los miedos desde la cabina. “La turbulencia es como un bache en un coche. Te puede causar molestias dentro, pero estructuralmente al avión no le pasa nada”, aclara. Asegura que no hay nada que tema especialmente en vuelo, excepto un caso: “Un fuego de motor que no se extinga, y estar en medio del mar sin tierra cerca. Ahí solo queda lo que llamamos ‘amerizar’”.


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