lunes, 1 diciembre 2025

No es genética: el estrés es la verdadera chispa que acelera tu alopecia

A veces, la alopecia no empieza en el cuero cabelludo, sino en la manera en que vivimos. La caída del cabello es uno de esos temas que todos conocemos de oídas, pero que pocos entienden de verdad. Sabemos que angustia, que de pronto empiezas a ver más pelo en la almohada o en la ducha y el corazón se acelera un poco. Sin embargo, detrás de ese miedo tan cotidiano hay un entramado de causas complejas. Los dermatólogos capilares lo explican claro: el estrés, la alimentación y ciertos hábitos pueden acelerar la caída, especialmente cuando ya existe una predisposición a la alopecia androgenética. Y lo curioso es que este proceso se manifiesta de formas muy distintas en hombres y mujeres.

El estrés: ese enemigo silencioso del folículo

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El estrés puede acelerar la caída del cabello más de lo que imaginamos. Fuente: Canva

Hablar de estrés y caída del cabello es casi hablar del pan de cada día. El famoso efluvio telógeno es una reacción muy humana: el cuerpo se protege. Si no existe alopecia androgenética, el pelo suele recuperarse. Pero cuando ambas cosas conviven, la caída se acelera como si el ciclo capilar pisara el acelerador.

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Los especialistas lo explican con una imagen que todos entendemos: para el organismo, el pelo no es prioritario. Si tu cuerpo siente que está “huyendo de un león”, destina la energía a los órganos vitales, no al cabello. La papila del pelo cierra la persiana temporalmente y suelta el tallo para ahorrar recursos. Solo cuando la tormenta interna pasa, el sistema se reequilibra.

La alimentación: gasolina buena para un motor que no para nunca

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La alimentación influye directamente en la fuerza del folículo piloso. Fuente: Canva

El pelo crece más o menos un centímetro al mes. Parece poco, pero para lograrlo el cuerpo tiene que fabricar células nuevas sin descanso. Es un proceso exigente que necesita combustible de calidad.

Por eso, cuando la dieta es pobre o muy desequilibrada, lo primero que se resiente es el cabello. En cambio, una alimentación mediterránea —verdura, fruta, pescado, huevo, aceite de oliva— nutre el folículo como se merece.

Aunque muchos toman biotina, los especialistas recuerdan que la mayoría la obtiene de forma natural. El problema real suele estar en el exceso de comida rápida y en la falta de minerales esenciales.

Hábitos que ayudan (y otros que sabotean)

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Algunos hábitos cotidianos pueden proteger o dañar tu salud capilar. Fuente: Canva

Los gestos diarios pesan mucho más de lo que creemos. Fumar perjudica el folículo por partida doble: lo que inhalas y lo que se deposita en el pelo.

Moverse, aunque sea poco, reduce el estrés y mejora la circulación hacia el cuero cabelludo. Eso sí, los excesos pueden provocar déficits temporales que empeoran la caída.

Lavar el pelo a diario no es malo. Al contrario, un cuero cabelludo limpio es un entorno saludable. Si el pelo es muy seco, basta con alternar champú con aclarados de agua.

Y un mito necesario de aclarar: las gorras, cascos o capuchas no provocan alopecia. El pelo “respira” desde dentro, no desde la superficie.

Alopecia femenina: la gran olvidada

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Aunque se hable más de alopecia masculina, la caída del cabello afecta a un 40% de las mujeres. Su impacto emocional suele ser mayor, porque socialmente la pérdida de pelo está menos normalizada en ellas.

Las diferencias entre hombres y mujeres son claras:

  • Patrón: ellos entradas y coronilla; ellas raya central que se ensancha.
  • Causas: ellos andrógenos y genética; ellas hormonas, estrés, SOP, embarazo y menopausia.
  • Investigación: más orientada a los hombres, lo que deja a muchas mujeres sin respuestas.

De hecho, algunos especialistas se plantean si “alopecia androgenética femenina” es el término correcto, porque en muchas mujeres los andrógenos no son el factor principal.


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