Una nueva propuesta nutricional está dando mucho que hablar. No porque llegue con promesas mágicas —ya estamos cansados de eso—, sino porque plantea una mirada distinta: simplificar la digestión, evitar mezclas que el cuerpo no maneja bien y sustituir alimentos inflamatorios que usamos todos los días sin pensarlo. La guía divide esta mirada en tres bloques muy claros: los 10 peores alimentos, las mejores combinaciones para digerir mejor y los 8 “alimentos del futuro” que podrían reemplazar almidones y azúcares.
I. Los 10 peores alimentos o grupos de alimentos

Según esta visión, hay diez categorías que tienden a generar mucosidad, mala digestión, inflamación e incluso problemas de sueño. Lo curioso es que muchos de los malestares que arrastramos —gases, gastritis, hinchazón— no los asociamos jamás a lo que comemos.
Entre los señalados destacan:
Cereales con gluten y legumbres.
El gluten contiene gliomorfina o glutenorfina, sustancias con un efecto parecido al de la morfina. Suena exagerado, pero varias universidades han estudiado su impacto en el cerebro y el comportamiento.
Cereales sin gluten y tubérculos.
Aunque suelan venderse como “saludables”, arroz, quinoa, maíz, patata, boniato o yuca comparten un problema: el almidón. Este ingrediente lleva tiempo en la mira de nutricionistas internacionales, que incluso lo consideran un alimento “en retirada”.
Azúcar mezclada.
El ejemplo más famoso: el kétchup. Hasta un 50% puede ser azúcar. No es casualidad: se utiliza para generar adicción y aumentar ventas. Incluso el tabaco contiene azúcar añadida.
Jugos dulces y “verdes” azucarados.
Muchos zumos comerciales —sí, también los verdes— esconden miel, glucosa o azúcar añadida. El marketing saludable a veces engaña más que ayuda.
Quesos y lácteos.
Contienen caseína, que al descomponerse genera casomorfina, otra molécula con efecto tipo morfina. En niños puede alterar la atención y el comportamiento. En varios países ya figura en las etiquetas.
Excitantes: café, té o mate.
Esta visión es dura: dicen que estos estimulantes “empujan” artificialmente al organismo, y que con el tiempo nos dejan sin energía. Crean, además, el típico círculo vicioso: café por la mañana, pastillas para dormir por la noche.
Cacao y chocolate.
El cacao sin mezclar es casi incomible de lo amargo que es. Lo que nos gusta del chocolate suele ser la mezcla con azúcar y leche. Cuando una persona “necesita” una tableta diaria, algo está pasando.
Pizzas y mezclas complejas.
La combinación pan + queso es considerada pobre, y lo mismo aplica a sándwiches, bocadillos y platos donde todo va mezclado: papas fritas, pan, carne, kétchup. El estómago no sabe qué priorizar y la digestión se vuelve lenta y pesada.
Azúcar pura.
No aporta nada y sí genera dependencia. Está escondida en todos lados, incluso en panes aparentemente “integrales”.
Especias en exceso.
No son malas en sí, pero el abuso incita a comer más. La propuesta aboga por volver a lo simple: lechuga cruda, aceite, sal, limón, poco más.
II. Las mejores combinaciones alimentarias

Aquí viene la parte amable: no todo son prohibiciones. La guía propone combinaciones que facilitan la digestión, respetan el pH del estómago y ayudan a las enzimas a trabajar mejor.
- Hojas verdes en jugos, batidos o ensaladas.
- Fruta sola, siempre antes de las comidas o como cena ligera.
- Grasa + proteína, como aguacate con algas.
- Grasa + ácido, por ejemplo aceite de oliva con limón.
- Grasa + azúcares, como fruta con un chorrito de aceite.
- Proteína + ácido (tipo pescado con limón) en pequeñas cantidades.
- Proteína vegetal en monodieta, para aprovechar mejor los aminoácidos.
No es tanto comer menos, sino mezclar mejor.
III. Los 8 alimentos del futuro

Aquí viene lo más interesante: alimentos diseñados para sustituir almidones y azúcares. La premisa es clara: la grasa no engorda; el almidón sí.
Los seleccionados son:
Fruta monje: edulcorante sin calorías y con sabor muy parecido al azúcar.
Harina de almendra y de coco: base para panes, masas y postres sin almidones.
Konjac: raíz asiática casi 100% fibra. Con 7–10 calorías por 100 g, reemplaza pasta y arroz sin esfuerzo.
Agar-agar: alga transparente que espesa caldos y sirve para postres.
Microalgas (espirulina, clorela, alga alfa): nutritivas, desintoxicantes, muy bajas en calorías.
Algas marinas: como nori o wakame, ricas en minerales y fibra.
Coco: versátil, saciante, sin almidón y cargado de minerales.
Aceitunas: grasas saludables, fibra, minerales y mucha saciedad; incluso pueden ser un plato único.








