El gesto de apurar la gasolina hasta la última gota se ha convertido en una especie de deporte de riesgo involuntario para miles de conductores en España, una auténtica temeridad que pasa factura en el taller. Este es el gesto que miles de conductores repiten cada día y que desespera a los mecánicos: repostar con el tanque vacio. ¿De verdad merece la pena ese pequeño ahorro de tiempo o dinero frente a una avería seria?
Existe una manía muy extendida en nuestras carreteras que desespera a los profesionales del motor y que tiene un coste oculto mucho mayor del que imaginamos. La bomba de combustible sufre un desgaste extremo cada vez que el coche funciona con el testigo de reserva encendido. La respuesta a por qué lo seguimos haciendo nos dice mucho de cómo gestionamos el riesgo al volante y las consecuencias de este imprudente comportamiento.
LA BOMBA DE COMBUSTIBLE GRITA AUXILIO

Cuando decidimos apurar el depósito y confiamos en esos últimos kilómetros de autonomía, estamos obligando a la bomba de combustible a trabajar bajo condiciones extremas y sin su protección natural. Este es el primer punto que todo mecánico subraya: la bomba utiliza la gasolina circundante para refrigerarse y al conducir con poca gasolina, la bomba se sobrecalienta. Por eso, al conducir con poca gasolina, la bomba se sobrecalienta y su vida útil se reduce drásticamente. Muchos desconocen el riesgo real de esta práctica y las consecuencias de este peligroso gesto.
Los coches modernos, especialmente los diésel, son muy sensibles a la suciedad que se acumula en el fondo del tanque, sedimentos que se concentran más cuanto menos nivel hay. El simple gesto de circular con la reserva fuerza a la bomba a aspirar directamente esos sedimentos indeseados y partículas de óxido o impurezas que se han ido posando con los años. De esta manera la suciedad del fondo del depósito acaba llegando a los filtros y, en el peor de los casos, a los inyectores del motor, obstruyendo el sistema. Es una costumbre que tiene consecuencias directas y caras en el taller que se podrían evitar fácilmente.
¿CÓMO AFECTA ESTE GESTO A LA REFRIGERACIÓN?
La bomba de combustible es el corazón del sistema de alimentación de nuestro vehículo, garantizando que el motor reciba el flujo constante y la presión adecuada de carburante. Al rodar en las últimas, sin darnos cuenta, estamos dejando a este elemento sin su principal mecanismo de defensa, que no es otro que el propio carburante que la rodea. Este constante esfuerzo de la bomba con escasez de combustible es el primer paso hacia una costosa avería en el sistema de inyección, ya que el calor termina por dañarla de forma irreversible. Una acción aparentemente inofensiva con un impacto tremendo que se traduce en miles de euros de reparación.
Cualquier mecánico profesional lo dirá: el 90% de los fallos prematuros de la bomba de combustible están directamente relacionados con la falta de nivel en el depósito. El famoso gesto de esperar a que la luz se encienda es, por tanto, una invitación al desastre, ya que el motor comenzará a fallar hasta pararse por completo. El coste de reemplazar una bomba de combustible e incluso los inyectores supera con creces el supuesto ahorro por no repostar antes, a lo que hay que sumar el coste de la grúa. Evitar este comportamiento es vital para la salud a largo plazo del motor y de nuestro bolsillo.
EL AIRE: EL ENEMIGO SILENCIOSO DEL MOTOR

Hay un peligro oculto y menos conocido cuando decidimos conducir en reserva: la posible entrada de aire al sistema de alimentación del motor. En los coches diésel modernos, esto puede ser particularmente problemático, llevando a lo que se conoce como «descebado» al no haber suficiente líquido en el sistema. Este problema requiere un purgado o sangrado del sistema, una tarea que puede inmovilizar el vehículo y que siempre implica pasar por el taller para su reparación, aparte de tener que llamar a la grúa. El gesto de apurar el depósito afecta incluso a la propia puesta en marcha del motor, que en ocasiones no volverá a arrancar.
El aire es el enemigo silencioso de los sistemas de inyección, sobre todo en vehículos diésel, que necesitan un flujo ininterrumpido y sin burbujas para funcionar a la perfección. El gesto de llegar justo a la gasolinera puede provocar que las burbujas de aire pasen a los inyectores, dañándolos o impidiendo que funcionen con la presión necesaria. Este daño puede no ser inmediato, sino que se acumula con el tiempo, derivando en un mal rendimiento del motor, un consumo excesivo y la necesidad de una visita muy costosa al mecánico. Es una práctica de riesgo que tiene que ser eliminada de nuestra rutina al volante si queremos cuidar nuestra mecánica.
EL MITO DE LA ‘LIMPIEZA’ Y LA REALIDAD DEL GESTO

Existe la falsa creencia de que si apuramos el depósito hasta el final, estamos utilizando todo el combustible y por lo tanto, no se desperdicia nada ni se quedan restos, y que incluso limpiamos la base del tanque. Es un argumento muy popular, pero mecánicamente incorrecto y un gesto que trae serios problemas de fiabilidad en el motor. Lo cierto es que la suciedad y los sedimentos no se disuelven en la gasolina, sino que se depositan en el fondo del tanque, y la bomba los absorbe al no tener líquido suficiente. Por lo tanto, esta acción no «limpia» absolutamente nada, sino que absorbe la mugre directamente al sistema de inyección y los filtros.
El gesto de repostar con el tanque vacío es, en realidad, la forma más rápida de acelerar el deterioro de componentes cruciales en nuestro coche, como son la bomba y los inyectores, obligándolos a trabajar a la fuerza. Los ingenieros de la automoción diseñan los tanques para que siempre quede un pequeño colchón de combustible que proteja y refrigere la bomba, independientemente de la lectura del indicador. Deberíamos siempre mantener el tanque por encima del cuarto para proteger el sistema de inyección de los sedimentos y evitar un trabajo forzado de la bomba. Este mal hábito es la razón de ser de muchas visitas al mecánico y de la exasperación de los profesionales.
LA REGLA DE ORO DE LOS MECÁNICOS

La recomendación de los expertos es simple y directa, casi un mantra que debería ser obligatorio para todo conductor en España: nunca dejes que el nivel de combustible baje de un cuarto del depósito. Es el umbral de seguridad para garantizar que la bomba siempre esté sumergida y se refrigere correctamente, evitando que absorba la suciedad del fondo. Cumplir esta sencilla regla es la mejor póliza de seguro contra averías caras e innecesarias en el sistema de alimentación del coche, ya que la prevención es siempre el mejor remedio. Romper con esta costumbre de apurar la reserva no nos llevará a ningún mal, solo a una mecánica más longeva y segura.
Podríamos seguir ignorando las advertencias y manteniendo el gesto de arriesgar cada vez que vemos la luz de la reserva encenderse, jugando con el tiempo que tenemos para llegar a la gasolinera, pero la factura final será nuestra y nos dolerá en el bolsillo. Este es el gesto que miles de conductores repiten cada día y que desespera a los mecánicos, tal como reza el título, una práctica que desgasta los elementos clave del motor. Cambiar este comportamiento tan habitual al volante nos ahorrará disgustos, tiempo y mucho dinero en el taller, alargando la vida útil de un vehículo que necesita cuidados preventivos.









