Lo último que ha publicado el CIS pone patas arriba todo lo que creíamos saber sobre el sentimiento patriótico en nuestro país. Aunque siempre miramos hacia el norte cuando hablamos de identidad territorial, que los datos revelan una realidad sociológica muy distinta a la esperada por la mayoría de los ciudadanos. Lejos de la polarización política habitual, este nuevo barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas nos obliga a reajustar la brújula y mirar hacia unas coordenadas geográficas que solemos pasar por alto en este debate.
Resulta fascinante comprobar cómo el título de nuestra historia, ese que dice que el CIS señala qué comunidad autónoma se siente menos española (y no es ni Cataluña ni el País Vasco), cobra todo el sentido al analizar las tablas al detalle. Estamos ante un fenómeno de arraigo local donde la identidad propia se impone con una fuerza inusitada sobre el conjunto del estado, desafiando los clichés que repiten las tertulias televisivas. Prepárate, porque la región que lidera este ranking de desapego nacional tiene sol, playa y un acento inconfundible.
LA SORPRESA QUE NADIE ESPERABA EN LAS ENCUESTAS
Cuando nos sumergimos en la letra pequeña del estudio demoscópico, nos encontramos con que las Islas Canarias se posicionan en la cima de este particular ranking identitario. Ocurre que el porcentaje de ciudadanos que se sienten más de su comunidad que españoles es abrumador en el archipiélago, superando en varios puntos a las comunidades históricamente reivindicativas. No se trata de un conflicto político abierto, sino de una forma de vivir la identidad marcada por la lejanía y la insularidad que el organismo público ha sabido captar a la perfección.
Es curioso ver cómo la narrativa mediática siempre se centra en el noreste peninsular, ignorando lo que sucede en el Atlántico. Sucede que la geografía juega un papel determinante en la construcción de nuestros afectos territoriales, algo que queda patente cuando observamos las respuestas de los canarios frente a las preguntas sobre su españolidad. Tal y como el CIS señala qué comunidad autónoma se siente menos española (y no es ni Cataluña ni el País Vasco), descubrimos que la distancia física crea una distancia emocional muy difícil de salvar con discursos centralistas.
UN SENTIMIENTO DE PERTENENCIA QUE ROMPE ESQUEMAS
Para entender este fenómeno que recoge el instituto de opinión, hay que comprender que el concepto de «país» se diluye cuando hay miles de kilómetros de océano de por medio. Pasa que la identidad canaria se construye desde una singularidad que no necesita confrontación para ser firme, basándose en una cultura propia, un habla característica y una historia diferenciada. Mientras en otros lugares el debate es bronco, aquí el sentimiento es orgánico, natural y, como vemos, estadísticamente mayoritario.
Este barómetro público nos enseña que no hace falta tener un partido independentista hegemónico para priorizar la tierra chica sobre la grande. Vemos que el orgullo local se manifiesta en la vida cotidiana y no tanto en las urnas, lo cual confunde a menudo a los analistas políticos de Madrid. Al confirmar que el CIS señala qué comunidad autónoma se siente menos española (y no es ni Cataluña ni el País Vasco), estamos reconociendo que la diversidad de España tiene matices que no caben en un titular de telediario convencional.
POR QUÉ CATALUÑA Y EUSKADI NO LIDERAN ESTA LISTA
Podría parecer una contradicción que los focos del independentismo no sean los que lideran esta estadística del organismo estadístico, pero tiene una explicación lógica. Resulta que en estas comunidades la sociedad está mucho más polarizada y dividida en dos bloques, lo que hace que la media estadística se equilibre más de lo que pensamos. Hay una gran masa de población en Cataluña y Euskadi que se siente tan española como de su comunidad, lo que «suaviza» los números finales en comparación con la homogeneidad canaria.
Además, el cansancio político y la gestión del día a día influyen en cómo se responde a estas encuestas oficiales. Notamos que la identidad dual es mucho más frecuente en el norte de lo que sugieren los discursos extremos, permitiendo que otras regiones con identidad fuerte pero tranquila les adelanten por la derecha. Es aquí donde la frase de que el CIS señala qué comunidad autónoma se siente menos española (y no es ni Cataluña ni el País Vasco) cobra su verdadera dimensión sociológica.
LAS PREGUNTAS CLAVE QUE DESVELAN NUESTRA IDENTIDAD
La famosa pregunta de la «escala de identidad» (¿se siente usted más español que de su comunidad, tan español como, o más de su comunidad?) es la herramienta que usa el CIS para medir este pulso. Observamos que las opciones intermedias suelen ser el refugio de la mayoría de la población, pero es en los extremos donde Canarias marca la diferencia significativa. La manera en que nos definimos dice mucho de nuestras prioridades vitales y de cómo percibimos al Estado desde la ventana de nuestra casa.
No obstante, hay que leer estos datos del centro de estudios con la cautela que merece cualquier estadística social sujeta a cambios. Ocurre que el sentimiento de pertenencia fluctúa según el clima político y económico del momento, aunque en el caso canario parece una tendencia estructural consolidada en el tiempo. Nuevamente, recordamos que el CIS señala qué comunidad autónoma se siente menos española (y no es ni Cataluña ni el País Vasco) basándose en una foto fija que, sin embargo, revela una película histórica muy profunda.
EL MAPA EMOCIONAL DE UNA ESPAÑA DIVERSA
Lejos de verlo como un problema, estos resultados deberían interpretarse como la constatación de una riqueza cultural inmensa que a veces no sabemos gestionar. Vemos que la pluralidad de sentimientos es el verdadero adn de una nación moderna y compleja, donde sentirse «menos español» no implica necesariamente ser «anti-español», sino tener un orden de prioridades afectivas distinto. El CIS, con sus fríos números, nos está dibujando un mapa de calor emocional que deberíamos estudiar con más empatía y menos prejuicios.
Al final, lo que nos demuestran estos estudios es que la identidad es algo vivo, personal y, sobre todo, muy ligado al entorno inmediato. Comprobamos que entender estas diferencias territoriales es clave para construir una convivencia mucho más sana, respetando que haya quien se emocione más con la bandera de su isla que con la del Estado. Y así, cerrando el círculo, confirmamos que cuando el CIS señala qué comunidad autónoma se siente menos española.











