En el mundo animal, pocas especies han despertado tanta fascinación como los perros, criaturas capaces de convivir con el ser humano, entender sus rutinas y anticiparse incluso a ciertos cambios de salud. Su enorme variabilidad física y su sensibilidad para captar señales imperceptibles para nosotros los convierten en aliados únicos en distintas áreas de la vida cotidiana.
A lo largo de los años, la ciencia ha descubierto que los perros no solo destacan por su lealtad, sino también por una habilidad olfativa que supera cualquier expectativa. Esta capacidad les permite identificar sustancias mínimas en el aire, una aptitud que ha abierto nuevas líneas de investigación médica y que hoy despierta tanto admiración como sorpresa.
La asombrosa diversidad que definió a los perros

Laura, veterinaria, lo explica con claridad: pocas especies presentan una variabilidad tan grande como los perros, desde un diminuto pomeranian de un kilo hasta un corpulento san bernardo que supera los cien. Esta diferencia, afirma, es fruto de la selección genética que el ser humano fue moldeando durante siglos, un trabajo que dio vida a razas de tamaños y características impensadas.
Pero no es solo su apariencia lo que sorprende. Los perros cuentan con un sistema olfativo extraordinario que les permite captar sustancias volátiles que desprenden los humanos cuando atraviesan procesos de enfermedad o estrés. A partir de esta particularidad, surgieron investigaciones que demostraron que algunos perros pueden reconocer tipos específicos de cáncer, adelantarse a episodios de hipoglucemia e incluso anticipar una crisis epiléptica minutos antes de que ocurra.
En el caso del cáncer, los estudios señalan que ciertos perros logran detectar compuestos anormales liberados por el cuerpo. En diabetes, algunos son entrenados para alertar a sus dueños antes de una baja brusca de glucosa, un aviso que en muchas ocasiones marca la diferencia. Y cuando se trata de epilepsia, los perros capaces de identificar el aura previa a una convulsión brindan a la persona algo tan valioso como tiempo para ponerse a resguardo.
Sentidos afinados y señales que los perros usan para comunicarse
Además del olfato, las vibrisas —o bigotes— desempeñan un papel clave en la sensibilidad de los perros. Funcionan como auténticos sensores táctiles que procesan cambios de presión o vibración, lo que explica por qué un animal ciego puede desplazarse sin tropezar ni perder orientación. Para Laura, es una de las muchas pruebas de que los perros perciben el mundo con una precisión que aún estamos lejos de comprender del todo.
También está el curioso fenómeno del bostezo contagioso. Aunque no todos lo presentan, algunos perros replican el bostezo de su cuidador, un gesto que podría estar ligado a la empatía o al simple reflejo de las neuronas espejo. Sin embargo, Laura advierte que un perro desconocido que bosteza repetidamente puede estar mostrando estrés o incomodidad. Es una señal de calma, una forma discreta de comunicar que la situación lo sobrepasa.
Los perros utilizan además otros mensajes sutiles: lamerse la nariz, parpadear despacio o apartar ligeramente la mirada. Cada gesto busca bajar tensiones y evitar conflictos. Es su manera de decir que prefieren la paz antes que el enfrentamiento, un lenguaje silencioso que muchas veces pasa desapercibido para el ojo humano.









