Después de décadas en la televisión, Jordi González ha vuelto a situarse en el foco mediático, pero esta vez no por su faceta como presentador, sino por una revelación económica que ha dejado boquiabiertos a muchos. Hace unos meses, el comunicador regresó a la pequeña pantalla al frente de la actual temporada de ‘Col·lapse’, un programa de TV3 que marca un hito en su trayectoria profesional porque, como él mismo ha confirmado, será el último que presente antes de su jubilación. En una entrevista concedida a ‘Diari Ara’, el veterano presentador no solo anunció su retiro, sino que también habló abiertamente de sus finanzas y de cómo estas le han permitido tomar la decisión de poner fin a su carrera sin depender de ningún ingreso adicional.
2Un sueldo millonario
Sin embargo, el aspecto más llamativo de la entrevista llegó cuando Jordi González habló de su pasado en Telecinco, la cadena donde más años trabajó y donde consolidó gran parte de su prestigio profesional. Fue allí donde, según sus palabras, experimentó una época dorada de la televisión, compartiendo platós con figuras como Ana Rosa Quintana, Jesús Vázquez y Pedro Piqueras. Fue también en ese periodo cuando alcanzó su mayor remuneración económica, un tema que no dudó en desvelar y que ha sorprendido a la audiencia. “Mi mejor sueldo lo llegué a ganar en el año 1999. Cobraba 20 millones de pesetas. 120.000 euros por programa, no por temporada”, confesó el presentador, dejando en evidencia una cifra que para muchos resulta escandalosa incluso hoy, más de dos décadas después.
Este ingreso por cada emisión refleja no solo la relevancia que Jordi tenía dentro de Telecinco, sino también la manera en que la cadena recompensaba a sus talentos más consolidados en una época en la que la televisión privada vivía su etapa de mayor expansión y beneficios. Para ponerlo en perspectiva, 120.000 euros por programa equivalen a cantidades que muchos trabajadores de otros sectores no alcanzarían ni siquiera en varios años de empleo, lo que muestra el nivel de compensación que los presentadores de primera línea podían alcanzar en los años dorados de la cadena. Jordi, con este sueldo, se situaba dentro de lo que él mismo describe como “la aristocracia de la tele”, un grupo reducido de profesionales cuyo talento y reconocimiento mediático les permitía negociar condiciones económicas excepcionales.
Además de su impresionante remuneración, Jordi González también habló sobre los pros y contras de trabajar en una cadena como Telecinco. Señaló que lo mejor de la cadena era la agilidad con la que se podían montar programas: “Pueden decidir hoy jueves que harán un programa y el lunes lo tienen en marcha”, afirmó, destacando la capacidad de la productora para adaptarse rápidamente a la demanda televisiva. Sin embargo, también reconoció aspectos negativos, como la escasez de platós para tantas producciones, un detalle que demuestra que, a pesar de los elevados ingresos, el trabajo no estaba exento de complicaciones logísticas y de presión profesional constante.
Jordi González recordó además algunos programas que le incomodaron presentar, señalando que no todos los formatos le resultaban fáciles de manejar. En particular, mencionó un espacio de 2006 basado en testimonios de personas que contaban sus problemas personales, donde se exponían sentimientos y desgracias ajenas. “El buen presentador de testigos es el que hace que la persona que viene a contar una historia llore. Pero a mí me provoca mucho rubor que la gente llore en la tele”, confesó, dejando claro que su incomodidad no tenía relación con el dinero, sino con su ética y sensibilidad personal. Sin embargo, el hecho de que él pudiera permitirse rechazar este tipo de trabajos sin poner en riesgo su economía es un reflejo más de la solidez financiera que acumuló durante sus años en Telecinco, un recurso que le ha dado libertad y tranquilidad para decidir cuándo poner fin a su carrera.








