Christian Gálvez, conocido por su larga trayectoria al frente de programas como Pasapalabra, Supervivientes o Tú sí que vales, ha vuelto a situarse en el foco mediático, pero esta vez no por su faceta televisiva ni por su último libro, Lucas, el evangelista de los invisibles, sino por una confesión que ha dejado impactada a su propia esposa, Patricia Pardo. En una entrevista reciente para el portal Ecclesia, especializado en contenidos de corte sociorreligioso y vinculado a COPE y TRECE, el presentador de 45 años se ha abierto como nunca antes, relatando el momento de su vida en el que decidió dejar de creer en Dios. Un episodio que marcó un antes y un después en su percepción del mundo y que, según ha confesado, todavía hoy le resulta imposible olvidar.
1La confesión de Christian Gálvez
El detonante de esta pérdida de fe, según ha explicado Christian, se remonta a un periodo particularmente duro y doloroso de su vida profesional. “Vi cosas que no debería haber visto nunca”, ha declarado con absoluta sinceridad, palabras que inmediatamente dejaron a Patricia Pardo sin capacidad de reacción, incapaz de procesar la crudeza de los hechos que su marido estaba describiendo. Según él mismo relata, en 2009, trabajando para una ONG, decidió implicarse en un proyecto que, aunque de apariencia positiva, terminó marcando su percepción del mundo de manera irreversible. Se trataba de un documental sobre el turismo sexual en Camboya, una experiencia que lo confrontó directamente con la peor cara de la humanidad y que le hizo cuestionar la justicia divina que siempre había considerado incuestionable.
Durante la entrevista, Christian explicó que aquel documental no era un trabajo más. Era un reportaje de investigación que él mismo lideró, con cámaras ocultas, para Telecinco, y que terminó convirtiéndose en un antes y un después en su vida personal y espiritual. El documental, titulado ‘Cerco al pederasta’, permitió mostrar la labor de una ONG en Camboya y evidenciar la detención de varias personas implicadas en redes de explotación sexual infantil. Sin embargo, lo que realmente dejó una huella imborrable en Christian fueron las escenas y situaciones que presenció: niños y bebés víctimas de abusos, un panorama que lo confrontó con la injusticia y lo llevó a cuestionar la existencia de un ser omnipotente y benevolente.
“Era una de dos”, relató el presentador con voz firme, “o salir de allí corriendo o desear cosas muy malas para todos aquellos que estaban implicados en esa red de pederastia”. La crudeza de sus palabras reflejaba no solo la intensidad de lo que vivió, sino también el conflicto interno que le generó. No se trataba de un dilema ético sencillo, sino de un choque frontal con la fe que hasta ese momento había guiado su vida. Christian reconoció que, durante ese tiempo, no podía perdonar a los culpables y mucho menos comprender cómo Dios podía permitir que tales atrocidades ocurrieran. Su percepción de la divinidad se transformó en escepticismo y resentimiento: “Me negaba a creer que un Padre justo pudiera permitir tanto sufrimiento”, explicó, dejando claro que su enfado no estaba dirigido a Dios de manera personal, sino a la aparente injusticia que se desplegaba ante sus ojos.








