lunes, 24 noviembre 2025

Adrián Castillo, doctor en Ciencias de la Salud: «Romper el sedentarismo con pequeñas píldoras de movimiento puede darte grandes beneficios»

- La ciencia confirma que la actividad física diaria es la herramienta más poderosa para vivir más y mejor.

El sedentarismo no avisa, pero deja huella. El mensaje de Adrián Castillo, doctor en Ciencias de la Salud, cae como un recordatorio que muchos preferirían no escuchar: el ejercicio, el conocimiento y la constancia no son un extra, son la base misma de la salud. Y, aun así, vivimos en un mundo donde lo tecnológico nos regala años de vida… mientras nos roba movimiento casi sin darnos cuenta.

Castillo, especialista en Ciencias del Deporte, lo expone con una mezcla de firmeza y cercanía que hace difícil mirar hacia otro lado. Según él, entender esta paradoja —vivimos más, pero nos movemos menos— es clave para no acabar atrapados en un futuro de sedentarismo y enfermedades que podrían evitarse.

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Conocimiento, tecnología… y un progreso con doble filo

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El movimiento diario construye salud incluso más que el gimnasio. Fuente:Canva

Para Castillo, el arma más poderosa para cuidar nuestro cuerpo sigue siendo una de las más antiguas: la educación. “Nuestros principales aliados son el conocimiento y la educación”, insiste.
Y tiene sentido. La ciencia ha logrado que vivamos décadas más que nuestros antepasados.

El problema es lo que vino después: ciudades pensadas para no caminar, trabajos que nos obligan a pasar horas sentados, ascensores para un solo piso, compras que llegan a la puerta sin mover un dedo…

Vivimos dentro de una máquina diseñada para que no gastemos energía.

“Estamos programados para ahorrar energía”, explica. En la prehistoria, moverse tenía recompensa: comer, sobrevivir. Hoy, sin esa motivación, el cuerpo elige el sofá. Y ahí es donde hay que pelear: “Tenemos que luchar contra ese espíritu sedentario”.

El gimnasio no compensa diez horas sentado

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La fuerza es la base que sostiene una vida larga y activa. Fuente:Canva

Aquí llega una de las ideas que más incomodan:
Hacer ejercicio una hora al día no borra un día entero de inactividad.

Castillo lo admite sin rodeos: “Yo he llegado a ser un sedentario que entrenaba”.
Esa frase, tan sencilla, revela un error común. No basta con ir al gimnasio si el resto del día lo pasamos inmóviles. La verdadera base de la salud es el movimiento constante, las pequeñas decisiones: caminar, subir escaleras, no depender del coche para todo.

Y, para que esto sea posible, dice, nuestras ciudades deben facilitarlo: parques, espacios verdes, calles que inviten a moverse.

Ejercicio, cáncer y longevidad: la ciencia es clara

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Diez mil pasos pueden cambiar tu metabolismo por completo. Fuente:Canva

Uno de los puntos más potentes de su análisis es la relación directa entre sedentarismo, obesidad y cáncer. La inactividad crea un “caldo de cultivo” perfecto para células premalignas.
Moverse, en cambio, hace justo lo contrario: vuelve ese terreno infértil.

“Con muy poco ejercicio ya se obtienen beneficios”, recuerda.
Por eso, medir pasos puede ser una estrategia sencilla y eficaz. Los famosos 10.000 pasos son una gran meta. Y aunque caminar más ayuda, más allá de 13.000 pasos la mejora ya no es tan notable.

Si hay que elegir entre intensidad o constancia, no duda:
“La constancia es lo más importante.”
Aunque reconoce que para ganar fuerza —y proteger el cuerpo a largo plazo— la intensidad también tiene su papel.

El músculo: mucho más que fuerza física

Castillo comparte una idea que sorprende a muchos:
el músculo es un órgano endocrino. Cuando se contrae, libera miocinas: pequeñas moléculas que actúan como “medicinas” internas que cuidan el corazón, el cerebro y otros órganos.

Por eso el entrenamiento de fuerza no es solo para verse mejor: es para vivir mejor. Una persona activa a los 70 puede tener la fuerza y movilidad de alguien 20 años más joven.

No es casualidad que los deportistas olímpicos vivan unos cinco años más que el resto.

¿150 años? No, gracias. ¿100 años con calidad? Sí.

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Castillo no cree en la fantasía de vivir 150 años. Hoy por hoy, dice, es imposible. Pero sí está convencido de que podemos llegar a los 90 o 100 con calidad, si cuidamos lo básico:

  • Hacer uno o dos días de fuerza a la semana
  • Comer un poco menos
  • Dormir mejor
  • Cuidar los vínculos sociales
  • Mantener metas de vida claras

Y lanza una alerta final: la soledad envejece más rápido que el tabaco o el sedentarismo. “Las personas que viven solas tienen un deterioro cerebral más acelerado”, explica.


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