En un escenario donde cada vez más personas buscan caminos rápidos hacia el bienestar, la voz de Ángel Durántez emerge con una claridad poco habitual. El médico recuerda que, en la gran pirámide de la salud, los suplementos ocupan apenas un pequeño escalón frente a los estilos de vida, esos hábitos diarios que definen lo esencial. Su enfoque invita a detenerse, observar y asumir que ningún comprimido reemplaza lo que construimos con constancia.
En su análisis, Durántez no descarta la suplementación, pero insiste en ponerla en su sitio: un complemento útil, siempre subordinado a los pilares mayores de la salud moderna. Esa mirada mesurada es la que, poco a poco, empieza a ganar terreno entre quienes buscan vivir mejor sin caer en promesas milagrosas.
La base real de la salud: hábitos antes que cápsulas

Para Durántez, la conversación debe comenzar siempre por el mismo punto: ejercicio, nutrición, descanso, actitud y la eliminación de hábitos tóxicos. “Ahí se juega el 80% de la salud”, sostiene. Todo lo demás —suplementos, crioterapia, luz roja, cámaras hiperbáricas— pertenece a un nivel superior, casi experimental, que aporta pero no transforma por sí solo. Su paso firme remite a la idea de construir desde lo elemental, como sucede en un pueblo que crece ordenado antes de pensar en levantar castillos.
Y aunque la teoría parezca simple, la práctica se complica. Mantener una alimentación realmente equilibrada no es tan fácil: el ritmo de vida, los horarios, lo que se cocina y lo que no, todo influye. De ahí que medir biomarcadores se vuelva clave para entender si el cuerpo recibe lo que necesita. En su consulta, Durántez analiza vitamina D, omega-3, antioxidantes, microbiota, niveles de proteína y marcadores como la homocisteína. Solo entonces la suplementación cobra sentido real y contribuye a una salud más precisa.
Creatina, vitamina D y el nuevo mapa de la salud preventiva
Entre los suplementos más estudiados aparece la creatina. Nacida en los años 90 como herramienta deportiva, hoy suma respaldo en longevidad y rendimiento cognitivo. Su efecto sobre el organismo está medido, y aunque puede alterar temporalmente la creatinina, no representa daño renal. En ese equilibrio entre evidencia y cautela se mueve la salud actual, donde cada decisión tiene matices.
A su vez, Durántez sostiene que compuestos como omega-3, coenzima Q10, probióticos, berberina o cúrcuma también pueden aportar beneficios, siempre siguiendo un criterio profesional. En este punto, recuerda la evolución de la investigación científica. La doctora JoAnn Mason, que hace quince años descartaba varios suplementos, hoy firma estudios más sólidos que muestran resultados distintos. Es una prueba de cómo la ciencia avanza, se corrige y enriquece la comprensión de la salud.
Este viaje por la evidencia deja una conclusión clara: la salud no se sostiene en atajos, sino en elecciones diarias. Los suplementos pueden ayudar, pero nunca reemplazarán el movimiento, la buena mesa, el descanso adecuado y una actitud consciente. Para Durántez, esa es la verdadera cima, mucho más firme que cualquier moda pasajera. Porque al final, la salud es un patrimonio que se construye despacio, como aquellos pueblos que resisten al tiempo gracias a sus cimientos.








