Durante años, hablar de dinero fue un tema incómodo. Una especie de herencia silenciosa que pasaba de padres a hijos sin manual de uso. Laura Encina, experta en finanzas con más de 15 años de experiencia asesorando a familias y jóvenes, decidió romper ese patrón. Lo hace con una premisa que repite sin titubeos: “El ahorro no es lo que sobra; es lo primero que se separa”. Una frase sencilla que, sin embargo, altera la lógica cotidiana con la que la mayoría gestiona sus ingresos.
Encina conoce como pocos los miedos y las creencias que moldean nuestra relación con el dinero. Ha visto a quienes nunca pudieron tener ahorros, ni un euro, y también a quienes guardan compulsivamente cada moneda, movidos por un miedo heredado a “quedarse sin nada”. Entre ambos extremos, intenta instalar un enfoque más sano, más consciente y más planificado. Para ella, el ahorro —lejos de ser un fin— es una herramienta: algo que debe disfrutarse, sí, pero también ordenarse y entenderse.
La primera herencia: la relación con el dinero
Si hay un punto en el que Encina insiste con fuerza es en la “herencia invisible” que recibimos sin darnos cuenta: nuestra relación emocional y conductual con el dinero. Según explica, entre los tres y los siete años comenzamos a registrar patrones: si en casa había discusiones sobre gastos, si se pagaba todo con tarjeta de crédito, si ahorrar era sinónimo de sacrificio o si el dinero era algo que se escondía bajo llave.
Esos gestos, aparentemente pequeños, se convierten en guiones que repetimos en la vida adulta sin saber por qué. “Muchas personas creen que sus problemas económicos dependen solo del salario o de la suerte. Pero en realidad dependen, primero, de cómo se relacionan con el dinero y qué creencias han absorbido”, detalla Encina. Incluso se permite ir más allá y hablar de “cargas kármicas”: patrones heredados de generaciones anteriores que conviene revisar y, si hace falta, romper.
El punto cero: reconciliarse con el ahorro

Para la especialista, hay un momento clave que marca un antes y un después: decidir que se quiere una nueva relación con el ahorro. “El primer paso es tomar conciencia”, afirma. Detectar qué frases nos limitan, qué pensamientos nos alejan del ahorro o qué emociones nos empujan a gastar impulsivamente. Luego, actuar: informarse, leer, observarse, pedir ayuda profesional si hace falta.
Encina desmonta uno de los grandes mitos de las redes sociales: la supuesta rapidez para generar riqueza. “No se trata de hacerse rico en tres días”, dice entre risas. Se trata de construir un destino financiero más sano, más libre, más consciente. Y eso exige un doble trabajo: mentalidad y acción. Lo llama “la alianza perfecta” entre una mente sana y un plan financiero realista que permita rentabilizar el dinero en el tiempo.
Por otro lado, Encina destaca que la Generación Z ha traído una revolución silenciosa: por primera vez, hablar de dinero no es un tabú. Los jóvenes comparten cuánto ganan, comparan productos financieros, buscan libertad financiera y no temen preguntar. “Rompen con la idea de que el dinero solo llega trabajando hasta el agotamiento”, explica. No es que no valoren el esfuerzo; es que buscan un equilibrio más consciente entre ingresos, bienestar y libertad.








