domingo, 23 noviembre 2025

Dr. José Antonio Cisneros, médico: “Este es el primer caso documentado en el mundo de infección humana por la variante H5N de la gripe aviar”

- Un caso histórico de gripe aviar AH5N5 despierta preguntas, pero los expertos llaman a la calma.

La noticia salió desde Washington y, en cuestión de horas, ya estaba dando la vuelta al mundo: un ser humano se ha contagiado por primera vez con la variante AH5N5 de la gripe aviar. Y claro, en un mundo que todavía recuerda la pandemia reciente, la palabra “gripe” combinada con una sigla desconocida siempre enciende algo por dentro: dudas, curiosidad, incluso un pequeño escalofrío.

Pero antes de imaginar escenarios catastróficos, conviene escuchar a quienes saben. Uno de ellos es el Dr. José Antonio Cisneros, médico y doctor en ingeniería biomédica, que se ha tomado el tiempo de explicar con calma qué significa realmente este hallazgo… y qué no.

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Un caso que nunca había pasado: así empezó todo

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Primer caso humano registrado de gripe aviar AH5N5. Fuente: Canva

El propio Dr. Cisneros lo dijo con esa mezcla de sorpresa y precisión que tienen los científicos cuando hablan de algo realmente nuevo:

“Este es el primer caso en el mundo (…) de una infección por influenza con la variante H5N5. Nunca se había registrado en humanos.”

Eso por sí solo ya convierte el caso en histórico.

El paciente estuvo en contacto con aves domésticas: gallinas, pollos… animales tan cotidianos que casi forman parte del paisaje de las casas rurales. Y ese contacto bastó para que el virus —hasta ahora exclusivo de aves salvajes— diera el salto.

Aquí viene el primer alivio: esta variante no parece transmitirse entre humanos. No es como la gripe estacional que todos conocemos, la que se pega con solo compartir un café. En este caso, hablamos de un contagio aislado, sin señales de expansión.

Aun así, el paciente sigue bajo vigilancia, porque en ciencia nadie da nada por sentado.

¿Virus? ¿Vida? ¿Qué son realmente esas “cosas” que nos enferman?

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El virus sigue bajo estudio, pero no hay contagio entre personas. Fuente: Canva

En un momento de la conversación, el Dr. Cisneros se detuvo a explicar algo que a muchos nos deja pensando:

“Los virus no son formas de vida. Son proteínas que, cuando entran a una célula, atrapan la maquinaria del ADN y del ARN y empiezan a duplicarse.”

Es decir, ni están vivos… ni están muertos. Son como pequeños ladrones moleculares que solo necesitan una célula desprevenida para empezar a multiplicarse. Y lo llevan haciendo millones de años, mucho antes de que existieran animales, plantas o seres humanos.

No es una imagen tranquilizadora, pero entenderlo ayuda.

Cuando un virus cruza de animales a personas

El salto de un virus animal a un humano no es algo nuevo. De hecho, los humanos llevamos miles de años conviviendo con animales domésticos, y con el tiempo hemos creado defensas contra muchos de sus virus.

El problema aparece cuando el virus viene de animales salvajes, fuera de ese “acuerdo evolutivo” que hemos ido construyendo. Ahí es donde a veces se producen contagios inesperados, como este.

La preocupación surge cuando —además de infectar a una persona— el virus aprende a transmitirse entre humanos. El Dr. Cisneros lo explicó con claridad:

“Grave es cuando la mutación hace posible que sea fácilmente infeccioso y contagioso. Eso fue lo que pasó con el coronavirus.”

Afortunadamente, ese no es el escenario ahora.

Mirar atrás para no perder perspectiva: la gripe de 1918

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El paciente tuvo contacto directo con aves domésticas infectadas. Fuente: Canva

Para entender por qué estos casos se estudian con tanta atención, el Dr. Cisneros recordó el episodio más oscuro en la historia de las influenzas: la famosa “Gripe Española” de 1918.

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Su explicación desmonta una idea muy popular:

Los primeros casos no fueron en España, sino en Kansas. Pero la Primera Guerra Mundial silenció la noticia en casi todos los países. España, que no tenía censura, fue la única en contarlo. Y por eso la historia la cargó con el nombre.

Aquel brote mató a unos 60 millones de personas. Una cifra tan enorme que cuesta imaginarla.

¿Hay motivos para alarmarse ahora?

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La respuesta, de momento, es no.

Este contagio es rarísimo, casi un accidente biológico. Y aunque llama la atención, también muestra algo positivo: la ciencia hoy detecta estas cosas casi al instante. Ya no estamos en 1918. Ni en 2009. Ni siquiera en 2020.

El paciente está estable. No hay transmisión entre personas. Y la vigilancia sigue activa.

Más que un motivo de miedo, es un recordatorio de por qué la ciencia, la información rigurosa y los sistemas de vigilancia importan tanto.

Y, como insiste el Dr. Cisneros, entender lo que ocurre —sin exagerar y sin minimizar— es la mejor herramienta que tenemos.


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