La presentadora Sonsoles Ónega ha vuelto a hablar con una claridad inusual sobre el problema de salud que padece su hijo, una enfermedad que ha marcado profundamente su vida familiar desde el año 2016. Fue entonces cuando el pequeño recibió el diagnóstico de diabetes tipo 1, un momento que cambió por completo la rutina de la periodista y que la obligó a adaptarse a una realidad para la que ninguna madre está preparada. Ella misma ha reconocido en varias ocasiones que la noticia les pilló totalmente desprevenidos, pues la enfermedad apareció sin antecedentes familiares más allá de la celiaquía del niño, algo que, según explicó en su blog, supuso un doble impacto al tratarse de dos patologías autoinmunes desarrolladas antes de los cinco años. Desde ese instante, la vida de la presentadora quedó inexorablemente ligada a una vigilancia constante que se ha prolongado durante casi una década y que hoy, con más experiencia y conocimiento, continúa requiriendo una atención permanente.
1Sonsoles Ónega cuenta la verdad
En un reciente evento organizado por El Club de Malasmadres, en colaboración con la Federación Española de Diabetes (FEDE) y la plataforma ‘Crecer Sin Diabetes’, Sonsoles decidió profundizar en la realidad de convivir con esta enfermedad crónica. Allí se sinceró ante madres, profesionales y periodistas que acudieron a escuchar su testimonio, y lo hizo con un mensaje tan firme como emocional. Para ella, vivir con un hijo con diabetes tipo 1 significa estar “en permanente alerta”, una expresión que utilizó para describir cómo su día a día transcurre pendiente del teléfono móvil y de la aplicación que monitoriza el estado del pequeño. La presentadora explicó que los dispositivos actuales permiten conocer en tiempo real la evolución de los niveles de azúcar, lo que provoca que, en aquellos momentos clave del día —cuando llega del colegio, comienza la cena o se acuesta—, la atención se multiplique. Reconoció que no se trata de vivir con más miedo del habitual, pero sí con una alerta añadida que nunca desaparece, una sensación que cada madre en su situación comprende y que para ella se ha convertido en una especie de acompañante silencioso y continuo.
Durante su intervención, Ónega insistió en que la diabetes tipo 1 es una enfermedad que complica todos los aspectos de la vida cotidiana, especialmente en las primeras etapas, cuando comprender cómo afecta cada alimento al organismo del niño supone un auténtico desafío. Subrayó que se trata de un problema del que nadie es realmente consciente hasta que le toca vivirlo, un aprendizaje que requiere tiempo, dedicación y un alto nivel de responsabilidad. Para ella, esta condición se convierte en un elemento más de la larga lista de asuntos que una madre debe gestionar, un recordatorio constante de que, aunque los menores afectados pueden llevar una vida completamente normal, el equilibrio físico exige una supervisión permanente y una adaptación continua a las necesidades del cuerpo.







