sábado, 22 noviembre 2025

Sebastián La Rosa, médico especializado en neurociencia: “La falta de descanso afecta mucho más a la memoria y a la concentración de lo que creemos”

La falta de sueño reparador se ha convertido en un problema silencioso que afecta directamente la memoria y la concentración. Especialistas advierten que los malos hábitos nocturnos deterioran el rendimiento diario y fragmentan la claridad mental sin que lo notemos.

La falta de descanso afecta mucho más a la memoria y a la capacidad de concentración de lo que imaginamos. Así lo resume Sebastián La Rosa, médico especializado en neurociencia, quien advierte que vivimos inmersos en una silenciosa pandemia de privación de sueño. Cada noche alargada frente a una serie, un móvil o una jornada laboral interminable termina afectando, casi sin darnos cuenta, la memoria, la atención y el ritmo natural del cerebro.

En este escenario, concentrarse se vuelve un desafío cotidiano. Lo que antes parecía simple ahora requiere esfuerzos adicionales, y la memoria paga el precio. La Rosa y otros especialistas coinciden: dormir mal ya no es una excepción, sino una costumbre que erosiona nuestra claridad mental y altera nuestra productividad desde primera hora.

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La epidemia del mal descanso y el impacto silencioso en la memoria

La epidemia del mal descanso y el impacto silencioso en la memoria
Fuente:Canva

Para Sebastián La Rosa, uno de los grandes enemigos del bienestar cognitivo es la falta de sueño reparador. Lo explica con una claridad que desarma: un par de horas mal dormidas no solo generan cansancio. También comprometen la memoria y la capacidad de concentrarse durante el día. No se trata de “recuperar” los sábados diez horas de descanso acumulado. El cerebro no funciona así. Cuando el sueño se altera de manera constante, la memoria se resiente, y muchas veces no lo notamos hasta que la desconcentración se vuelve parte de nuestra rutina.

Incluso hábitos que parecen inofensivos, como dormir con el móvil al lado, terminan desgastando la calidad del descanso. Lo cuentan muchos de los entrevistados del propio médico: dormir rápido no significa dormir bien. La Rosa insiste en que el móvil es hoy uno de los factores que más perjudican la memoria, porque interfiere en las fases profundas del sueño, esas que regeneran neuronas y estabilizan lo aprendido durante el día. Hábitos simples pueden transformar este panorama. Retirar el móvil de la habitación, utilizar relojes de luz gradual o realizar respiraciones profundas antes de dormir son pequeños gestos que ayudan a mejorar el descanso.

Cronotipos, rutinas y el arte de conocer cuándo tu memoria funciona mejor

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Otro de los puntos que resalta La Rosa es el de los cronotipos. No todas las personas piensan ni rinden igual a la misma hora. Hay quienes despiertan con energía plena a las siete de la mañana y quienes encuentran su verdadero pico mental a medianoche. Entender estos ritmos internos permite aprovechar momentos en los que la memoria está más activa y la concentración fluye con naturalidad.

Según los especialistas, la mayoría de la población pertenece al cronotipo “oso”, con un impulso energético que crece con la luz solar y alcanza su punto más eficaz cerca del mediodía. Allí la memoria está más alerta, el pensamiento más ágil y las tareas complejas resultan más sencillas. Otros, en cambio, son “delfines”, “leones” o “lobos”, cada uno con ciclos particulares que determinan cuándo la memoria rinde mejor.

Para muchos, la clave está en preparar el terreno previo. Hacer ejercicio, evitar cenas pesadas y optar por un ayuno suave por la mañana puede ayudar a que la memoria se mantenga despierta durante las primeras horas del día. La Rosa destaca que, cuando el cuerpo se siente liviano y descansado, la memoria trabaja con mayor claridad y la productividad se multiplica.


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