La ciática puede aparecer de repente, pero nunca sin una causa detrás. El Dr. Carlos Morales, anestesista en Málaga y profesor del título de Medicina Regenerativa en la Universidad Francisco de Vitoria, se ha convertido —casi sin proponérselo— en uno de los nombres más mencionados cuando se habla de dolor crónico en España. Su enfoque, muy alejado de lo convencional, le ha llevado a apostar por terapias innovadoras que rompen con lo que se ha hecho durante décadas. El reconocimiento reciente como anestesista mejor valorado de España por Doctor Ali no hace más que confirmar algo que muchos pacientes ya sabían: su forma de trabajar está marcando una diferencia real.
Un problema creciente que pide a gritos otro enfoque

Morales no se anda con rodeos. Para él, la realidad es clara: “El dolor crónico es la causa número uno de pérdida de calidad de vida en nuestra sociedad y está en aumento”. Lo dice con preocupación, pero también con la determinación de quien sabe que seguir haciendo lo mismo de siempre no es una opción. Y tiene un punto: llevamos más de un siglo usando antiinflamatorios como si fueran la única herramienta disponible, incluso sabiendo que, a largo plazo, pueden traer problemas.
Frente a esa inercia, él propone un giro de timón. Habla de medicina regenerativa, de terapias con láser, de ozonoterapia… y lo hace con la tranquilidad de quien conoce los resultados. “Sí hay vida más allá del ibuprofeno, de los corticoides o incluso de la cirugía”, insiste. No se trata de negar lo clásico, sino de ampliar horizontes hacia opciones menos invasivas y más resolutivas.
Las unidades del dolor, recuerda, deberían servir justamente para eso: para ofrecer alternativas que vayan más allá del simple parche temporal.
La ciática: frecuente, incapacitante y muchas veces mal entendida

Según explica, la ciática es una de las consultas estrella: “Entre el 30 y el 40% de la población puede sufrir ciática antes de los 45 o 50 años”. La descripción es casi universal: ese dolor punzante que recorre la parte posterior de la pierna y que puede venir acompañado de quemazón, hormigueo o la sensación de recibir un calambre constante. Quien lo ha vivido, lo sabe: es desesperante.
Sin embargo, Morales matiza algo que mucha gente desconoce: “La ciática no es una enfermedad, es un síntoma”. Es decir, la clave no está en apagar el dolor sin más, sino en descubrir qué lo está provocando.
En personas jóvenes, la respuesta suele ser clara: “El 95% de las ciáticas en gente joven están causadas por una hernia discal”. Y aunque hay lesiones benignas —protrusiones, pequeños abombamientos— que pueden manejarse sin grandes intervenciones, el error está en medicar a ciegas. Cuando el paciente deja los antiinflamatorios o la pregabalina y el dolor regresa, lo hace porque “el medicamento no está corrigiendo la causa”.
El riesgo de esperar: la puerta abierta a la cronificación

Existe una creencia muy extendida: “la ciática se cura sola”. Pero no siempre. “Esa lesión nerviosa puede cronificar si no la tratamos a tiempo”, advierte Morales. Sí, muchos casos remiten, pero no todos. Y dejar que avance sin pruebas ni seguimiento puede convertir un episodio agudo en un compañero de viaje permanente.
Prevención y tratamiento: un plan completo
Morales propone una serie de pautas sencillas pero efectivas para reducir el riesgo de hernia discal: “Evitar el sobrepeso, el tabaquismo, sustancias proinflamatorias y llevar una actividad física controlada con ejercicios de tonificación y estiramientos”. Son hábitos que cualquiera puede incorporar, aunque cuesten un poco al principio (y esto lo dice él mismo con una sonrisa).
Si el tratamiento inicial falla, la resonancia magnética permite saber qué está ocurriendo realmente. A partir de ahí, Morales ofrece una combinación personalizada de técnicas: medicina regenerativa, ozonoterapia y otras intervenciones específicas, según cada caso. “Con un buen abordaje, el paciente puede mejorar mucho antes”, asegura.








