viernes, 21 noviembre 2025

Bitcoin: ¿un último as en la manga?

Uno a uno, bitcoin ha ido cumpliendo todos los hitos que se había marcado años atrás. Los reguladores, especialmente los estadounidenses, se han vuelto cada vez más favorables a su causa. Eso incluye al propio presidente del país, Donald Trump. Otras administraciones a nivel global también se han sumado a la ola cripto. Incluso los bancos, desde entidades comerciales como Openbank o Caixabank hasta los grandes bancos de inversión, ya permiten a sus clientes operar con bitcoin. Y, por supuesto, también lo hacen los grandes actores del mercado financiero, como las gestoras y los fondos de cobertura.

Y, sin embargo, después de haberlo conseguido prácticamente todo… bitcoin se hunde sin remedio. Tras alcanzar los 125.000 dólares por unidad a principios de octubre, lo que suponía una capitalización de 2,5 billones de dólares, la criptomoneda más famosa del mundo se ha desplomado más de un 30%. Y lo peor es que no parece que la sangría vaya a detenerse a corto plazo. De hecho, el precio del bitcoin rebotó entre el miércoles y buena parte del jueves impulsado por los buenos resultados de Nvidia, pero por la tarde el mercado giró bruscamente para profundizar en mínimos no vistos desde mayo.

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Ese movimiento ha llevado a muchos inversores a preguntarse: ¿Qué le pasa a bitcoin? Para la reputada web de datos cripto CoinMarketCap, el desplome refleja un sentimiento generalizado de “miedo extremo”. Para otros analistas, la clave no es tanto el pánico como la falta de entusiasmo entre los inversores. «Para un activo especulativo —que no genera ingresos y depende exclusivamente de las expectativas de futuras ganancias de capital— la ausencia de una nueva narrativa alcista que justifique más subidas supone un desafío», señalan en The Economist.

¿Qué le pasa a bitcoin?

Uno de los grandes problemas que presenta bitcoin no es solo que nadie sabe cuál es su valor real, algo relativamente común en muchos activos financieros, sino que además resulta imposible calcularlo con precisión. Las métricas tradicionales desarrolladas durante siglos de investigación económica no sirven realmente para esta ni para otras criptomonedas. Esa característica vuelve a bitcoin extremadamente volátil, ya que al no existir precios de referencia sólidos no hay consenso que suavice sus movimientos. Eso implica que cuando cae, como ahora, lo haga con fuerza, pero también que cuando sube lo haga de forma explosiva. Una bendición o una maldición, dependiendo del punto de entrada.

Lo que sí ha detectado el mercado —inversores, gestores y fondos— es la existencia de un patrón claro en sus grandes subidas: cada repunte vertical ha ido acompañado de una nueva forma de comercialización más agresiva y de una mayor aceptación del bitcoin. Hace años, comprar y vender criptomonedas era similar a operar en un mercado tradicional, pero todo cambió con los que entonces dominaron el ecosistema cripto: las desaparecidas BitMEX o FTX desarrollaron sistemas de derivados y futuros sobre bitcoin que cimentaron el despegue de la divisa digital.

En los últimos años, las expectativas de que pronto se lanzarían fondos cotizados (ETF) basados en bitcoin, junto con la extensión de su comercialización a la banca y a las grandes gestoras, impulsaron subidas de precio que, dependiendo del momento, oscilaron entre el 500% y el 1.500%.

¿Hay algo que pueda levantar a bitcoin?

Y ahora que la compraventa de bitcoin se ha universalizado. Cuando ya se puede operar con futuros, derivados o ETFs, ¿quedan aún catalizadores capaces de reactivar su demanda? La realidad es que nadie tiene una respuesta clara. Pero podría ser que bitcoin aún guardara un as bajo la manga: los gobiernos y los bancos centrales.

En las últimas semanas ha comenzado a circular la idea de que un nuevo aumento del precio del bitcoin podría venir impulsado por la demanda de actores tan poderosos como los gobiernos y los bancos centrales. La hipótesis se basa en varios movimientos recientes: en primer lugar, la creación por parte de Trump de la llamada Reserva Estratégica de Bitcoin el pasado mes de marzo, un gesto que podría motivar a otros países a seguir el ejemplo de la primera potencia mundial, incluida China. En segundo lugar, este mismo mes el Banco Central checo compró bitcoin para establecer su propia reserva.

En principio, ambas operaciones son todavía muy pequeñas. La reserva estadounidense no alcanzó la magnitud que muchos esperaban, y el banco central checo apenas adquirió un millón de dólares en bitcoin, una cifra casi anecdótica. Además, la mayoría de los bancos centrales siguen descartando la inclusión de activos digitales en sus reservas defensivas, algo que no resulta demasiado alentador para los inversores.

Sin embargo, estas declaraciones no son muy distintas de las que hacían los bancos hace años, cuando afirmaban que nunca operarían con criptomonedas. Además, si los bancos centrales quieren lanzar sus propias monedas digitales, no sería descabellado que mantuvieran reservas de otras criptomonedas, del mismo modo que lo hacen con divisas tradicionales. En definitiva, es posible que se esté gestando una nueva ola alcista en el mercado del bitcoin si este as bajo la manga termina funcionando. Pero también es cierto que nadie sabe ni cuándo podría suceder, ni hasta dónde caerá el precio del bitcoin antes de que ocurra, ni cuánto podría subir si finalmente se materializa. Incluso si llegará a ocurrir.


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