La gastronomía vive uno de los momentos más fascinantes de su historia reciente. En un contexto donde las rutinas cambian a gran velocidad, también lo hacen nuestras costumbres y la manera en que entendemos el acto de cocinar. Marcos Granda, sumiller, hostelero y uno de los empresarios con más estrellas Michelin de España, ofrece una mirada tan honesta como desafiante sobre este escenario.
Con siete estrellas repartidas en seis restaurantes, Granda ha conseguido construir un universo propio, guiado por la gestión, la sensibilidad y una idea profunda de excelencia. Desde allí reflexiona sobre la presión, los sueños y el futuro de un sector que, según afirma, cambiará para siempre la relación de las personas con el hecho de cocinar.
La visión de un creador que redefine el acto de cocinar

A sus 49 años, Marcos Granda sostiene una predicción que rompe moldes: “Dentro de 20 años la gente no va a cocinar en sus casas. El cocinar es historia”. Una frase que no solo resume su visión, sino que describe el movimiento cultural que, según él, marcará el rumbo de la gastronomía. Su mirada parte de la experiencia: años de sacrificio, renuncias personales y la convicción de que ningún talento florece sin trabajo constante. Por eso repite que nunca se debe anteponer el talento al sacrificio, ni siquiera cuando el oficio exige más de lo que a veces se puede dar.
En sus restaurantes, la emoción se trabaja igual que los números. Granda insiste en que la restauración de alto nivel puede ser rentable, siempre que se gestione con precisión y un profundo respeto hacia los equipos. Allí, donde otros ven presión, él encuentra la oportunidad de mejorar. Y en esa misma búsqueda reconoce que el restaurante es un organismo vivo, formado por personas que cambian, evolucionan y cumplen etapas con la misma naturalidad con la que muchos han dejado de cocinar en su día a día.
Equipos, identidad y un futuro sin cocinar en casa
Su forma de dirigir parte de un principio básico: un líder debe rodearse de personas que lo superen. “Los nueves deben rodearse de dieces”, dice, convencido de que el éxito no se sostiene en solitario. Por eso aprendió a delegar, incluso cuando le costó perderse bodas, reuniones familiares y momentos que no volverán. Ese “clic” fue definitivo para que su proyecto creciera y permitiera que nuevos talentos encontraran su lugar, incluso en un sector donde la exigencia es tan cotidiana como cocinar para miles de personas al año.
En este camino, Granda reconoce la importancia de programas como MasterChef, que han acercado la alta cocina al gran público. Para él, cualquier herramienta que motive a alguien a cocinar, a disfrutar o a entender mejor la restauración es bienvenida. Sin embargo, también sabe que el futuro inmediato plantea un cambio profundo: cada vez más personas optan por no cocinar, delegando ese acto en restaurantes, servicios especializados o nuevas formas de consumo que transformarán nuestra relación con la comida.
Su frase más célebre vuelve a cobrar fuerza al final del recorrido: “El cocinar es historia”. Lo dice sin nostalgia y con la serenidad de quien imagina un mundo donde la creatividad, el servicio y la técnica ocupan el lugar que antes tenía la obligación diaria de cocinar en casa. Para él, no será una pérdida, sino una evolución natural. Porque, asegura, la sociedad cambia, los hábitos cambian y el modo de cocinar también cambiará.









