El aumento del comercio electrónico ha transformado el Black Friday en un fenómeno global que mueve millones de transacciones en cuestión de horas. Ese volumen, que crece cada año, ha convertido este periodo en una oportunidad perfecta para organizaciones criminales que buscan infiltrarse tanto en dispositivos personales como en redes corporativas.
Las campañas maliciosas se adaptan al comportamiento del consumidor y replican con gran precisión las comunicaciones habituales de tiendas y servicios logísticos.
La saturación informativa, los descuentos agresivos y la inmediatez propia en el Black Friday crean un entorno ideal para que los atacantes exploten los puntos más vulnerables de empresas y usuarios. Los informes de compañías especializadas advierten que, en estas semanas, el intercambio de correos electrónicos y notificaciones entre comercios, proveedores y plataformas de pago se dispara, elevando de forma paralela el riesgo de suplantaciones y accesos indebidos.
Un volumen de fraude sin precedentes en Black Friday
Los análisis más recientes de firmas de ciberseguridad muestran un incremento notable en el porcentaje de correos electrónicos maliciosos enviados durante esta temporada de Black Friday. Más del setenta por ciento de los mensajes vinculados a promociones, envíos o incidencias provienen de campañas fraudulentas diseñadas para engañar a consumidores y empleados. El objetivo principal es obtener datos personales, credenciales de acceso o autorizar operaciones económicas no deseadas mediante técnicas de alta personalización.
El aumento de webs imitadas en Black Friday con precisión milimétrica constituye otro de los problemas clave. Los atacantes son capaces de reproducir dominios con pequeñas variaciones difíciles de detectar a simple vista, junto con diseños que replican logotipos, formularios y estructuras de navegación auténticas.
Para cualquier usuario, diferenciar entre una tienda legítima y una página fraudulenta resulta cada vez más complicado. Este fenómeno se ha extendido también a redes sociales, donde perfiles falsos promocionan ofertas imposibles con el fin de redirigir tráfico a estas webs clonadas.
Riesgos para empresas y proveedores en Black Friday
La campaña comercial no solo atrae a compradores, también involucra a transportistas, distribuidores, fabricantes y plataformas de pago que deben coordinarse para gestionar la elevada demanda. Esta interconexión aumenta los puntos de exposición en la cadena de suministro. Los estafadores aprovechan esta situación para introducir correos manipulados que aparentan proceder de socios habituales, engañando a los equipos encargados de logística o contabilidad.
Cuando un atacante consigue suplantar a un proveedor mediante un correo verosímil en Black Friday, puede solicitar cambios en datos de facturación, alterar instrucciones de entrega o desviar pagos a cuentas fraudulentas.
Algunos estudios destacan que la falta de procedimientos de verificación interna facilita que el fraude se complete sin levantar sospechas. En determinados casos, las empresas afectadas solo detectan el incidente cuando un proveedor reclama el impago de una factura que supuestamente ya había sido abonada.

La influencia de la inteligencia artificial en las estafas
La popularización de herramientas capaces de generar textos, imágenes, audios y vídeos realistas ha cambiado las reglas del juego también en el Black Friday. Los delincuentes han encontrado en estas tecnologías un modo de perfeccionar sus ataques.
Las campañas de phishing corporativo incluyen mensajes redactados con un estilo idéntico al de comunicaciones internas reales y, en escenarios más complejos, videollamadas donde la identidad del supuesto emisor se recrea mediante técnicas de síntesis facial o de voz.
Los datos recogidos por laboratorios especializados indican que, en el último año, los ataques con deepfakes han experimentado un crecimiento extraordinario, superando el 600%. Estas técnicas se han utilizado para simular directivos y solicitar transferencias urgentes, así como para extraer información estratégica bajo la apariencia de reuniones internas.
El realismo que han alcanzado estas recreaciones incrementa la dificultad de detectar su origen fraudulento, especialmente en entornos con alta carga de trabajo.
La industrialización del fraude digital
Una de las tendencias más preocupantes es la aparición de plataformas que ofrecen herramientas maliciosas por suscripción, lo que permite que personas sin conocimientos técnicos puedan ejecutar ataques sofisticados.
La disponibilidad de kits de malware, servicios de suplantación de dominios y asistentes automatizados para generar campañas fraudulentas ha creado un ecosistema criminal que funciona con una eficiencia semejante a la de una empresa convencional.
Este modelo facilita la combinación de múltiples técnicas dentro de un mismo ataque. Un usuario puede recibir un correo que aparenta ser de una tienda, acceder a una web clonada y, posteriormente, descargar una aplicación maliciosa que compromete su dispositivo.
Para las compañías, la amenaza es similar. Un enlace manipulado puede permitir la entrada en sistemas internos o provocar la filtración de datos sensibles utilizados por departamentos clave.
Un escenario de alta presión para la seguridad empresarial
Durante el Black Friday, los responsables de ciberseguridad deben gestionar un volumen extraordinario de alertas. El número de transacciones y la velocidad de las operaciones generan un entorno altamente dinámico, donde un solo correo no verificado puede desencadenar un incidente mayor.
Los expertos recomiendan reforzar los procesos de autenticación, revisar las comunicaciones con proveedores y promover una cultura interna basada en la verificación constante.
El refuerzo de políticas de confianza cero es esencial para mitigar riesgos. Esta estrategia implica no dar por válida ninguna comunicación, solicitud o acceso sin una comprobación independiente. La formación continua de los equipos desempeña un papel fundamental, dado que muchas estafas se consuman en cuestión de minutos y dependen de la reacción inmediata del empleado que recibe el mensaje.








