martes, 18 noviembre 2025

Aún nos reímos con nervios: el sketch de Martes y Trece que casi les cuesta la censura en Nochevieja

Hay momentos televisivos que se quedan grabados en la memoria colectiva y que, con el paso de los años, todavía generan una mezcla de risa y nerviosismo. Uno de ellos fue aquel sketch de Martes y Trece en Nochevieja, que jugaba con un humor tan atrevido que rozó los límites de la censura.

Martes y Trece se convirtieron en un fenómeno cultural que marcó la televisión española durante décadas, con un estilo de humor que mezclaba lo cotidiano con lo irreverente. Su capacidad para transformar situaciones aparentemente normales en escenas disparatadas les dio un lugar privilegiado en la memoria de los espectadores. En Nochevieja, su cita anual con el público era esperada como un ritual, y cada sketch se analizaba tanto por la risa como por el riesgo que asumían. Aquella noche, sin embargo, el riesgo fue más alto de lo habitual.

El famoso dúo formado por Josema Yuste y Millán Salcedo sabía que la televisión era un escaparate donde la creatividad podía chocar con las sensibilidades de la época. El sketch que parodiaba a la Iglesia levantó una oleada de críticas que puso en jaque su continuidad en la gala. La tensión fue palpable, los directivos se debatían entre la defensa del humor y el miedo a la censura, mientras los espectadores se dividían entre la carcajada y la incomodidad. Esa mezcla de nervios y risas es lo que aún hoy se recuerda con intensidad.

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EL HUMOR QUE DESAFIÓ LOS LÍMITES

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El sketch de Martes y Trece no fue uno más en su repertorio, sino un ejemplo de cómo el humor puede convertirse en un arma de doble filo. La parodia sobre la Iglesia tocó fibras sensibles en un momento en que la televisión todavía estaba marcada por la prudencia y el respeto institucional. La reacción fue inmediata: llamadas de protesta, cartas de queja y debates en los medios que cuestionaban si la risa podía justificar la irreverencia. La tensión se convirtió en parte del espectáculo.

A pesar de las críticas, el público también encontró en aquel sketch una liberación, una forma de reírse de lo que normalmente se consideraba intocable. La valentía de Martes y Trece consistió en llevar la sátira hasta un terreno donde pocos se atrevían a entrar. Esa osadía les dio un lugar especial en la historia del humor televisivo, aunque también les dejó la sensación de haber caminado sobre una cuerda floja. El recuerdo de esa noche sigue vivo como un ejemplo de riesgo y complicidad con la audiencia.

LA POLÉMICA QUE CASI LOS SILENCIA

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La polémica fue tan intensa que los directivos de la cadena llegaron a plantearse la posibilidad de retirar el sketch de futuras emisiones. El miedo a la censura estaba presente, y la presión social se convirtió en un factor determinante en las decisiones internas. Sin embargo, la defensa del humor como expresión cultural terminó imponiéndose, y Martes y Trece lograron mantener su espacio en la televisión. El debate sobre los límites de la comedia quedó abierto.

El episodio demostró que la televisión no era solo entretenimiento, sino también un campo de batalla donde se discutían valores y sensibilidades. La sátira de Martes y Trece puso sobre la mesa la necesidad de reflexionar sobre lo que se podía o no se podía decir en horario de máxima audiencia. Esa discusión trascendió el momento y se convirtió en parte de la historia de la televisión española, recordando que la risa puede ser tan poderosa como incómoda.

EL PÚBLICO ENTRE LA RISA Y EL ESCÁNDALO

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Los espectadores vivieron aquella noche con una mezcla de emociones, entre la carcajada espontánea y el desconcierto por lo que estaban viendo. La capacidad de Martes y Trece para provocar esa dualidad fue, en realidad, uno de sus mayores talentos. No se trataba solo de hacer reír, sino de generar conversación, de poner a la sociedad frente a un espejo que reflejaba tanto sus tabúes como sus ganas de romperlos. Esa complicidad con el público fue clave para su éxito.

El escándalo, lejos de hundirlos, terminó reforzando su imagen como humoristas valientes y capaces de ir más allá de lo convencional. La polémica se convirtió en parte de su leyenda, y el recuerdo de aquel sketch sigue siendo un símbolo de riesgo y creatividad. La televisión española aprendió que la comedia podía ser un terreno incómodo, pero también necesario para avanzar en la libertad de expresión. Esa lección aún resuena en quienes vivieron aquel momento.

EL CONTEXTO DE UNA ÉPOCA MÁS RESTRICTIVA

La España de finales de los ochenta y principios de los noventa todavía estaba marcada por una transición cultural en la que la televisión jugaba un papel fundamental. Los límites del humor eran más estrechos, y cualquier atrevimiento podía convertirse en motivo de controversia. Martes y Trece supieron moverse en ese terreno con una mezcla de ingenio y audacia, aunque no siempre sin consecuencias. El sketch de Nochevieja fue la prueba más clara de ello.

La censura, aunque menos explícita que en décadas anteriores, seguía siendo una amenaza latente que condicionaba la creatividad. El episodio de Martes y Trece mostró que la televisión podía ser un espacio de libertad, pero también de riesgo. Esa tensión entre lo permitido y lo prohibido dio lugar a momentos memorables que hoy se recuerdan como parte de la evolución cultural del país. El humor, en ese contexto, fue tanto un desafío como una conquista.

EL LEGADO DE UN HUMOR INOLVIDABLE

El paso del tiempo ha convertido aquel sketch en un símbolo de la valentía y el riesgo que implica hacer humor sin concesiones. Martes y Trece demostraron que la risa podía ser un acto de rebeldía, capaz de cuestionar lo establecido. Su legado no se mide solo en carcajadas, sino en la capacidad de abrir debates y de marcar un antes y un después en la televisión española. La polémica, lejos de borrarlos, los hizo más grandes.

Hoy, cuando se revisan aquellos momentos, se entiende que el humor de Martes y Trece fue mucho más que entretenimiento. Fue una forma de conectar con la sociedad, de poner sobre la mesa temas incómodos y de hacerlo con complicidad y cercanía. Esa mezcla de riesgo y ternura es lo que aún nos hace reír con nervios, recordando que la comedia puede ser tan poderosa como cualquier discurso. Su legado sigue vivo en cada risa que provoca su recuerdo.

EL SKETCH QUE CASI LES CUESTA LA CENSURA

El famoso sketch de Nochevieja se convirtió en un punto de inflexión para Martes y Trece, que aprendieron a convivir con la polémica como parte de su identidad. La amenaza de censura estuvo presente, pero finalmente la defensa del humor prevaleció. Esa victoria no fue solo suya, sino también de una audiencia que supo valorar la osadía y la frescura de su propuesta. La televisión española nunca volvió a ser la misma después de aquella noche.

La historia demuestra que el humor puede ser un terreno peligroso, pero también profundamente necesario para la evolución cultural. Martes y Trece dejaron claro que la risa no tiene por qué pedir permiso, aunque a veces tenga que enfrentarse a la incomodidad. Ese equilibrio entre riesgo y complicidad es lo que los convirtió en leyenda, y lo que aún hoy nos hace recordar aquel sketch con una mezcla de risa y nervios. Su legado sigue siendo un referente de valentía.


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