martes, 18 noviembre 2025

Paco Maqueda, marmolista y reformista: «Con 65 años empiezo a vivir otra vez»

Un marmolista que empezó a trabajar a los 14 años repasa su vida entre talleres, obras y reformas, mientras encara una nueva etapa a los 65. Con varias casas por restaurar, asegura que ahora vuelve a vivir plenamente.

Los oficios tradicionales también guardan historias de vida que merecen ser contadas. Una de ellas es la de Paco Maqueda, un marmolista que lleva más de cinco décadas entre talleres, obras y reformas, y que hoy, con 65 años, asegura que vuelve a sentir que la vida se abre ante él. Su recorrido combina sacrificio, talento y una fidelidad absoluta a un trabajo que, pese al paso del tiempo, sigue marcando su identidad.

Su testimonio se transforma en un retrato íntimo sobre el oficio del marmolista, la transformación de los materiales naturales y el enorme desafío de sostener un negocio propio en un sector cada vez más automatizado. También es una historia sobre segundas oportunidades, esas que aparecen cuando uno decide dar un giro y apostar otra vez por lo que le apasiona.

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Un marmolista hecho a pulso desde los 14 años

Un marmolista hecho a pulso desde los 14 años
Fuente: agencias

La vida laboral de Paco Maqueda comenzó cuando apenas era un adolescente. A los 14 años dividía sus días entre el estudio y el taller de mármol de su padre, un espacio en Villaverde donde aprendió el trabajo duro, la precisión y la paciencia que demanda un marmolista de verdad. Allí cargaba tableros, movía piezas pesadas, cortaba encimeras y pulía cantos con máquinas que, en aquel entonces, no daban tregua. Era un mundo completamente manual, donde la destreza del marmolista era la única garantía de perfección.

Durante más de treinta años permaneció en el negocio familiar, especializado en obras para iglesias, oratorios y piezas artesanales. El mármol natural era un lujo habitual en las viviendas y edificios públicos, pero con el tiempo los materiales sintéticos y las imitaciones ganaron terreno, dejando al marmolista frente a una realidad más exigente y con menos margen de error. Aun así, Paco nunca abandonó su oficio: lo adaptó.

Cuando su padre se jubiló, él tomó un camino propio. Se convirtió en marmolista independiente, pero también en reformista, ampliando su trabajo hacia obras integrales y mantenimientos para grandes empresas. Ese giro lo llevó a liderar equipos, gestionar licitaciones y participar en proyectos de restauración de iglesias y conventos que combinaban arte, historia y técnica.

Reformas, nuevas metas y una segunda vida a los 65

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Tras décadas de obras y responsabilidades, Paco decidió volver a lo esencial: su empresa de reformas y su faceta de marmolista, ahora reforzada con una tienda de cocinas en Madrid. Su agenda continúa llena, los clientes lo buscan y él sigue disfrutando del ritmo constante de los proyectos. Sin embargo, su vida no se limita al trabajo. En Sacedón encontró un nuevo refugio: compró cuatro casas y un terreno con la idea de restaurarlas a su gusto, reformarlas él mismo y transformarlas en un espacio familiar y turístico.

Mientras recorre las obras, recuerda cómo los muros antiguos mantienen el frío, cómo las bodegas conservan una temperatura constante y cómo el marmolista que fue sigue presente en cada detalle que toca. Hoy, insiste, empieza a vivir otra vez. Ya no lo guía solo la necesidad, sino el placer de construir algo propio, de dejar una herencia para su hijo y de seguir trabajando en aquello que lo define desde niño.


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