martes, 18 noviembre 2025

FODMAPs, la dieta que calma el intestino

- Si bien puede ser una herramienta poderosa para conseguir un alivio rápido, su seguimiento debe ser breve y estar siempre bajo supervisión profesional.

Comer debería ser un placer, pero para quienes sufren Síndrome del Intestino Irritable (SII), cada bocado puede convertirse en una pesadilla. Dolor abdominal, hinchazón, gases o diarreas recurrentes forman parte del día a día de millones de personas en España. Frente a ese malestar invisible, la dieta se ha convertido en la gran aliada. Y es que, más allá de los fármacos, muchas veces la clave del bienestar intestinal está en el plato.

La llamada dieta baja en FODMAPs —una estrategia nutricional que elimina temporalmente ciertos carbohidratos fermentables— ha cambiado la vida de muchos pacientes, pero también exige prudencia: su eficacia no exime de seguirla bajo la mirada experta de un profesional. Nos acercamos a la estrategia nutricional que ha transformado el manejo del Síndrome del Intestino Irritable, con la voz de los especialistas de Quirónsalud.

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El Síndrome del Intestino Irritable (SII) es uno de los trastornos digestivos más comunes. En España, se estima que alrededor de 3,5 millones de personas podrían padecerlo, según datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD. Los síntomas, que incluyen dolor abdominal, distensión, moco en las heces, y alteraciones en el ritmo intestinal (estreñimiento y diarrea), son complejos porque, como explica Margarita Martín Barroso, dietista del Servicio de Nutrición y Dietética del Hospital Quirónsalud Toledo: “Se trata de un trastorno funcional, es decir, no se observan anomalías estructurales evidentes en el intestino de los pacientes”.

Esto quiere decir que, aunque causa dolor persistente y alteraciones, las pruebas médicas como endoscopias o análisis no revelan anomalías o daños en el intestino. El problema reside en el funcionamiento: la estructura intestinal es normal, pero su motilidad (el movimiento de los alimentos) está alterada y existe una sensibilidad visceral exagerada que provoca una mayor sensación de dolor y distensión. Por ello, el diagnóstico es clínico, basado en los síntomas del paciente y en la exclusión de otras patologías.

El abordaje del SII es complejo y multidimensional. Para el Dr. Santiago Blanco, especialista del servicio de Aparato Digestivo del Centro Médico-Quirúrgico Olympia Quirónsalud, el pilar fundamental es la nutrición personalizada, donde la dieta baja en FODMAPs (carbohidratos fermentables que se eliminan temporalmente) ha “revolucionado el manejo del SII”.

El Síndrome del Intestino Irritable (SII) es uno de los trastornos digestivos más comunes. Agencias
El Síndrome del Intestino Irritable (SII) es uno de los trastornos digestivos más comunes. Agencias

Entendiendo la Dieta FODMAP

Para millones de personas que viven con esta condición, la respuesta a la mejora de su calidad de vida a menudo se encuentra en el plato, gracias a una estrategia dietética conocida como FODMAP.

FODMAP es el acrónimo en inglés de Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles Fermentables. Estos son carbohidratos de cadena corta que, en pacientes con SII, pueden ser mal absorbidos en el intestino delgado. Por su capacidad para atraer y retener agua (que favorece la diarrea) y por la fermentación de las bacterias intestinales, acaban provocando un exceso de producción de gas, dolor abdominal y distensión.

¿En qué consiste y para quién está indicada?

La dieta baja en FODMAPs consiste en eliminar temporalmente aquellos alimentos que son ricos en estos carbohidratos fermentables, como algunos lácteos, frutas y vegetales. Los FODMAPs incluyen, básicamente, las grasas, las harinas refinadas y los lácteos.

Esta estrategia, que limita ciertos tipos de carbohidratos fermentables, «ha mostrado ser efectiva para muchos pacientes» con SII. No obstante, el Dr. Blanco enfatiza que, más allá de la lista de alimentos, la clave es la individualización del tratamiento: “la personalización de la dieta es fundamental para identificar qué alimentos tolera mejor cada paciente”. La dietista Martín Barroso añade que el tratamiento, una vez que se cumplen los criterios diagnósticos, no es una cura, sino que “se enfoca en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente”.

Los riesgos: una dieta a corto plazo

A pesar de su eficacia demostrada a corto plazo, la comunidad médica es cautelosa con la dieta FODMAP debido a su naturaleza extremadamente restrictiva.

El Dr. José Walter Huaman, jefe de Servicio del Aparato Digestivo del Hospital Universitari General de Catalunya, lanza una advertencia crucial sobre la implementación de este tratamiento: “Si bien hay varios estudios controlados, que han demostrado su eficacia a corto plazo; dado que se trata de una dieta excesivamente restrictiva, debe ser controlada por expertos en nutrición, y sólo a corto plazo porque se ha demostrado que puede alterar la microbiota”.

Esto significa que, si bien puede ser una herramienta poderosa para conseguir un alivio rápido, su seguimiento debe ser breve y estar siempre bajo supervisión profesional.

Para un tratamiento completo del SII, el Dr. Santiago Blanco subraya la necesidad de un enfoque multidimensional, que combine la nutrición con la restauración de la microbiota (con probióticos o, si es necesario, antibióticos) y el control de los factores psicosociales. Según él: “Entender el papel de los trillones de microorganismos en el intestino nos permite tratarlos como un órgano más”, y añade que terapias como el mindfulness o la terapia cognitivo-conductual ofrecen herramientas para reducir el impacto del estrés en la salud digestiva.

Lo que se puede y no se puede comer

El corazón de la dieta FODMAP reside en la eliminación temporal de alimentos que contienen altos niveles de carbohidratos fermentables, que son básicamente los que «alimentan» a las bacterias intestinales. Si sufres de SII, deberías evitar temporalmente aquellos alimentos que contienen fructosa (como la miel, el jarabe de maíz, manzanas y peras), lactosa (leche de vaca, oveja y cabra, quesos frescos como la ricota y helados), fructanos (el grupo más temido: ajo, cebolla, trigo, centeno, y ciertas verduras como la alcachofa o el brócoli) y polioles (edulcorantes como el xilitol y el sorbitol, así como ciruelas, aguacate o setas).

Por fortuna, el abanico de alimentos permitidos es amplio y delicioso. Podrás incluir sin problema carnes magras, pescados, huevos y mariscos. En cereales, las opciones son el arroz, la quinoa, el maíz, la avena sin gluten y los panes hechos con estas harinas. En lácteos, se permite la leche sin lactosa, bebidas vegetales (como la de almendra o arroz) y quesos duros como el parmesano o el cheddar. Finalmente, en frutas y verduras, hay luz verde para el plátano maduro, fresas, naranja, limón, zanahorias, patatas, espinacas y calabacín.

Lo más importante de la dieta FODMAP es que es una herramienta de diagnóstico y no una solución permanente. Más allá de las listas de prohibiciones, el objetivo real es conocer las intolerancias individuales de nuestro propio intestino para poder diseñar una dieta sostenible a largo plazo. Nunca se debe iniciar un cambio dietético tan estricto por cuenta propia, ya que, puede tener graves consecuencia. Ponerse en manos de un especialista es el primer paso seguro hacia la calma digestiva.


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