La explicación de Cayetano Rivera sobre su reciente accidente de tráfico ha generado una expectación inusual, especialmente después de que el torero haya decidido detallar por primera vez cómo se produjo el siniestro que lo llevó a arrasar una rotonda en Alcalá de Guadaíra.
1La versión definitiva
En una intervención breve, pero contundente ante los medios, el diestro ha reconocido que se despistó al intentar coger un mando, una distracción que terminó provocando un impacto que dejó a su paso dos palmeras destrozadas, una señal arrancada y daños visibles en la estructura de la vía. Sus palabras llegan en un momento en el que la presión mediática se ha intensificado, ya que este lunes acudió al juzgado para la vista oral vinculada a su presunta negativa a someterse a un control de alcoholemia, un punto que ha generado gran controversia y que él ha evitado aclarar. Mientras tanto, los focos continúan sobre él, no solo por el accidente en sí, sino por el comportamiento posterior que la opinión pública interpreta como incomprensible y que él insiste en que debe analizarse sin juicios paralelos ni especulaciones.
El incidente, ocurrido el domingo 9 de noviembre, se produjo cuando Cayetano regresaba a su domicilio y terminó invadiendo la rotonda hasta derribar varios elementos del mobiliario urbano, un hecho que ha llamado la atención de los vecinos y de los investigadores, especialmente porque, según apuntó El programa de Ana Rosa, el seguro podría negarse a cubrir los daños si se determinase que la causa fue una imprudencia grave. En este contexto, cada gesto y declaración del torero adquiere un peso especial. Su presencia en el juzgado ha sido seguida muy de cerca por numerosos medios de comunicación, ante los que se ha mostrado visiblemente molesto, llegando a cuestionar la legitimidad de algunas preguntas. “Lo que le tenga que decir al juez, se lo diré. Que tome la decisión que tome y se acabó”, ha afirmado con firmeza, recordando que está dispuesto a acudir de nuevo a la vista cuando sea citado formalmente. Sus palabras buscan marcar distancia con todo el ruido mediático que lo rodea, una estrategia con la que pretende insistir en que el proceso debe resolverse únicamente en términos judiciales.








