lunes, 17 noviembre 2025

Paulina Ortiz, nutricionista: «La microbiota responde a tus emociones, a lo que comes y hasta a cómo duermes

- La nutricionista Paulina Ortiz explica cómo cuidar la salud digestiva escuchando al cuerpo y alimentando la microbiota con conciencia.

Paulina Ortiz licenciada en Nutrición por la UDEM, con maestría en microbiota humana, formación en gastroenterología y dieta baja en FODMAPs, y otra maestría en curso en nutrición clínica, Paulina ha hecho del intestino su territorio de estudio y también su historia personal.

Un camino que empezó en su propio cuerpo

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Su vocación no nació de un laboratorio, sino del dolor. “Tuve apendicitis a los 13 años y, desde entonces, nada volvió a ser igual”, recuerda.
Los años siguientes fueron una montaña rusa de diagnósticos, medicamentos y frustración.

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Ese momento fue un antes y un después. Paulina no solo se curó: encontró su propósito. Hoy, su consulta está llena de personas que, como ella, aprendieron a convivir con molestias digestivas sin buscar una solución real.
“Mucha gente vive con problemas digestivos, pero lo normaliza”, comenta. “Creen que es normal sentirse inflamado, estreñido o cansado todo el tiempo. No lo es.”

El intestino: ese segundo cerebro que también siente

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El equilibrio intestinal también depende de las emociones. Fuente: Canva

Cuando Paulina habla del intestino, lo hace con respeto. “Es nuestro segundo cerebro”, explica, “porque está lleno de terminaciones nerviosas que se comunican directamente con la mente.”
Esa conexión es tan real que las emociones pueden alterar las bacterias intestinales y, al mismo tiempo, un intestino desequilibrado puede afectar cómo pensamos o sentimos.

“Si tratas la ansiedad sin atender el intestino, o al revés, nunca terminas de sanar. Tienen que ir juntos, esa es la fórmula perfecta”, asegura.
Y no es solo una metáfora: alrededor del 90% de la serotonina, la hormona de la felicidad, se produce ahí mismo, en el intestino.

También habla del sueño, porque —dice— “las bacterias tienen su propio reloj biológico”. Dormir mal o comer a deshoras rompe su ritmo.

No tener miedo a las plantas

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Cuerpo y mente se comunican a través del intestino. Fuente: Canva

Paulina tiene una frase que repite a menudo: “Ya no cuento calorías, cuento plantas.”
Su enfoque es inclusivo y realista. En lugar de prohibir, invita a sumar alimentos.

Lo explica con una imagen sencilla: “El intestino es como un jardín. Si solo riegas una planta, las demás se secan. Necesita variedad, color y tiempo.”

También insiste en que aumentar la fibra debe ser un proceso gradual. “No puedes pasar de 10 a 30 gramos de golpe. Hay que entrenar al intestino, como un músculo.”

Fermentados, probióticos y sentido común

Le gusta aclarar las cosas sin dramatismos. “Un alimento fermentado —como el kéfir o la kombucha— es maravilloso, pero no es lo mismo que un probiótico.”
Los probióticos, explica, son cepas específicas y controladas. “Los fermentados aportan vida y nutrientes, pero no curan algo puntual. Los probióticos sí, pero deben elegirse con cuidado.”

Y aquí su advertencia más clara: “No todos los probióticos sirven para todos. Una cepa mal elegida puede hacer daño. No se automediquen, por favor.”

Cuándo pedir ayuda y escuchar de verdad al cuerpo

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Comer con conciencia es nutrir la vida desde adentro. Fuente: Canva

Paulina tiene una visión simple y muy humana de lo que es estar sano. “Una buena salud digestiva no es que nunca te pase nada, sino que te recuperes rápido cuando algo te pasa.”

Sin embargo, hay síntomas que no deben ignorarse: sangrado al evacuar, dolor que impide hacer vida normal, caída de cabello, pérdida de peso sin razón o dificultad para retener alimentos.
“En esos casos hay que acudir a un médico, preferiblemente gastroenterólogo, y trabajar en equipo con un nutriólogo.”

Volver a lo esencial

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Cuando se le pregunta por las dietas de moda, Paulina suspira antes de responder. “Ninguna dura. Todas acaban en lo mismo: volver a lo natural. Comer más frutas, verduras, granos y menos proteína animal. Lo básico, lo que siempre ha funcionado.”

Su mensaje final suena más a consejo que a conclusión:
“Escucha a tu cuerpo. A veces susurra, a veces grita. Pero siempre te está hablando. Y si aprendes a entenderlo, te dice exactamente lo que necesita.”


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