martes, 18 noviembre 2025

Kiko Rivera se rompe y acaba confesando lo de Irene Rosales: «Teníamos que fingir»

Kiko Rivera ha vuelto a situarse en el centro del foco mediático tras una entrevista en la que se ha mostrado más vulnerable y contundente que nunca, especialmente al hablar de la ruptura con Irene Rosales, un tema que él mismo había prometido no abordar públicamente. En ¡De Viernes! el DJ ha dejado claro que, después de once años juntos y dos hijas en común, la decisión de separarse no solo fue dolorosa, sino también el desenlace inevitable de un proceso interno que llevaba tiempo gestándose. Sus palabras han revelado un entramado emocional complejo, marcado por dudas, convivencias forzadas y la necesidad de proteger a sus hijas en medio del derrumbe de su vida familiar, todo ello mientras trataba de reconstruirse personalmente tras años de conflictos personales y adicciones que él mismo ha reconocido en numerosas ocasiones.

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El viaje que hizo con Irene Rosales

Kiko Rivera con Irene Rosales. (Foto: Instagram)

Según explicó, aquel viaje que supuestamente debía funcionar como un soplo de aire fresco acabó confirmando lo contrario: la distancia emocional era tan grande que ya no podían ignorarla. Rivera aseguró que Irene también lo veía claramente, y que, cuando se sentaron a hablar, ella coincidió con él en que la relación estaba rota, “más que rota”, en sus propias palabras. Fue ese momento el que describió como el más liberador y al mismo tiempo el más difícil, porque aunque él dio el primer paso, ambos cargaban con una presión emocional que venía de lejos. Kiko admitió sin rodeos que su matrimonio se había convertido en una rutina, que él no había sido “el marido perfecto” y que estaban “hasta arriba” de una convivencia desgastada, golpeada además por sus propios conflictos personales.

Un punto especialmente relevante fue cuando Kiko profundizó en cómo su proceso terapéutico cambió radicalmente su percepción de la relación. Explicó que durante muchos años había pensado que Irene era su “salvación”, la persona que lo mantenía a flote en sus peores etapas, especialmente en lo relacionado con sus adicciones. Sin embargo, con el tiempo comprendió que esa expectativa era injusta para ambos y que la responsabilidad de salir adelante tenía que recaer únicamente sobre él. Con firmeza, dijo: “Aquí el único que se salva de la adicción soy yo. Irene me ha acompañado, me ha cuidado, pero el que se salva soy yo”. Ese reconocimiento parecía cerrar una de las heridas más profundas de su historia personal, al entender que no podía seguir depositando en su pareja la carga de su recuperación.

A pesar del hermetismo con el que habían tratado la separación durante meses, Kiko reconoció que durante mucho tiempo intentaron evitar que la situación trascendiera. De hecho, el anuncio oficial de la ruptura sorprendió al público porque siempre habían proyectado una imagen de estabilidad y complicidad. La idea de que llevaban semanas separados mientras mantenían la normalidad ante los demás, incluido su entorno más cercano, reforzó el impacto de su confesión. Rivera insistió en que su intención nunca fue rentabilizar mediáticamente la ruptura y defendió que necesitaba preservar su paz mental, una tranquilidad que afirma haber alcanzado después de años turbulentos. “No voy a sacar partido económico de esta situación”, aseguró, explicando que la prioridad era adaptarse a su nueva vida y proteger a sus hijas en medio del cambio.


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