El psiquiatra Walfred Rueda, especialista en neurofisiología cognitiva y trastorno obsesivo compulsivo, llegó a Hell Café con una misión clara: hablar de salud mental sin miedo, sin tecnicismos innecesarios y con la honestidad que muchas veces falta en este tema. En un momento en el que la ansiedad y la depresión se mencionan casi a diario, aún persisten dudas, mitos y, sobre todo, mucho estigma. Por eso, escuchar a alguien que mezcla ciencia, claridad y humanidad se agradece.
Psiquiatra vs. Psicólogo: dos caminos distintos que suelen confundirse

Durante la conversación, el Dr. Rueda se detuvo en algo que suele generar confusión.
Para ser psiquiatra hay que ser médico, y después hacer una especialidad de cuatro años centrada en entender y tratar las enfermedades mentales. Esto les permite recetar medicamentos cuando son necesarios, aunque —subrayó varias veces— el tratamiento casi siempre incluye terapia, ya sea cognitivo-conductual, mindfulness o enfoques similares.
El psicólogo, por su parte, se forma estudiando la conducta humana. Y si quiere trabajar en el ámbito clínico, necesita una especialización o entrenamiento en algún tipo de terapia. Ellos acompañan desde problemas cotidianos hasta cuadros de ansiedad o depresión leve y moderada.
“Lo uno no reemplaza lo otro”, vino a decir. “Se complementan”.
La terapia como herramienta y el valor del enfoque multidisciplinario

Hubo un punto en el que el doctor fue especialmente insistente: prácticamente todos podríamos beneficiarnos de la terapia psicológica. La vida está llena de conflictos, hábitos que repetimos sin darnos cuenta y maneras de relacionarnos que nos hacen daño, aunque parezcan “normales”.
Cuando ya existe sospecha de un trastorno mental, la recomendación cambia un poco: el tratamiento ideal es multidisciplinario.
Él lo resumió así:
“En los trastornos mentales casi siempre hay un equipo: psiquiatra, terapeuta, psicólogo… y a veces hasta más especialistas”.
En depresiones leves o moderadas, solo la terapia puede funcionar. Pero cuando aparecen síntomas severos, desmotivación extrema o pensamientos suicidas, la intervención del psiquiatra es indispensable. Ahí entran opciones como la farmacología, la estimulación magnética transcraneal o, en casos muy graves, la terapia electroconvulsiva.
Ansiedad y depresión: mucho más comunes de lo que imaginamos

El Dr. Rueda contó que el 80% de los pacientes consulta por ansiedad o depresión. No porque estemos “más locos”, sino porque ambas emociones son parte de la vida; se vuelven trastorno cuando se instalan, día tras día, y empiezan a robarnos la alegría o la funcionalidad.
Sobre la ansiedad, fue directo: es miedo. Pero un miedo que no encaja.
“El trastorno aparece cuando el miedo es irracional o cuando es excesivo para la causa”.
Los síntomas, como muchos saben por experiencia propia, van desde sudoración y palpitaciones hasta dificultades para respirar, dormir o concentrarse.
La depresión, en cambio, se siente más en el estado de ánimo. La anhedonia —esa incapacidad de disfrutar lo que antes sí— es una de las señales más claras. A esto se le suman pensamientos negativos, falta de energía e incluso ideas de muerte.
Estigma, desconocimiento y el cuerpo hablando lo que la mente calla

Quizás uno de los momentos más reveladores fue cuando el psiquiatra habló del estigma. Todavía cuesta pedir ayuda porque persisten frases hirientes como “estás loco” o “échale ganas”.
La solución, dijo, está en la información real y los testimonios de quienes ya pasaron por ahí.
Y añadió algo clave: la salud mental suele manifestarse en el cuerpo.
“Cuando la mente duele, no hay un lugar físico donde señalar ese dolor”.
Por eso muchas personas llegan a urgencias con síntomas de infarto… cuando en realidad están viviendo un ataque de pánico.
Diagnóstico clínico y mitos sobre los medicamentos
El diagnóstico en salud mental es clínico, basado en lo que la persona cuenta. No hay una resonancia que “muestre” depresión.
Los estudios solo sirven para descartar causas físicas.
Sobre los antidepresivos fue tajante:
“Ningún antidepresivo genera dependencia”.
De hecho, se toman durante períodos largos para evitar recaídas, porque la depresión tiende a repetirse.
Un mensaje final que puede cambiar vidas
El Dr. Rueda cerró con una invitación sencilla pero crucial: pedir ayuda a tiempo.
Si notas fatiga que no se va, pensamientos oscuros, errores en el trabajo, desánimo constante o ansiedad que no te deja respirar, es momento de acudir a un profesional.
Las terapias actuales —psicológicas y farmacológicas— son altamente efectivas.
Y, como él dijo con fuerza:
“No hay necesidad de sufrir”.









