domingo, 16 noviembre 2025

Dr. Martín Lombardero (45), cardiólogo: «La inflamación crónica es nuestro depredador actual: nace del estrés y del miedo”

- El cardiólogo Martín Lombardero revela cómo el miedo y el estrés están dañando silenciosamente nuestra salud.

El cardiólogo y escritor Martín Lombardero habla de su libro El corazón consciente con una claridad que, a veces, incomoda un poco. Dice algo que todos intuimos, pero que rara vez nos detenemos a mirar de frente: las emociones negativas y el estrés diario están devorando nuestra salud por dentro, como pequeños depredadores silenciosos que se cuelan sin permiso. Según él, esa mezcla de tensión, miedo y aceleración constante está alimentando una inflamación crónica que termina convirtiéndose en la base de muchas enfermedades cardiovasculares. Y lo dice con una firmeza que hace difícil mirar hacia otro lado.

El miedo moderno, un depredador oculto

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El estrés continuo alimenta la inflamación crónica del cuerpo. Fuente:Canva

Lombardero suele recordar que nuestros genes siguen siendo prácticamente los mismos de hace miles de años, pero la cultura… eso sí que ha cambiado. Mucho. A nuestros antepasados, el miedo les servía para escapar de un animal salvaje. Hoy, ese miedo se ha disfrazado de algo más sofisticado pero igual de punzante: el temor a perder el trabajo, a que pase algo malo, a enfermar, a no “llegar” en un mundo que va demasiado rápido. Y claro, el cuerpo no distingue entre un león y una hipoteca.

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Cuando esa alarma permanece encendida demasiado tiempo, explica, nuestro organismo produce cortisol y adrenalina de forma casi continua. Son útiles para correr, sí, pero cuando están siempre en sangre generan una inflamación suave, persistente, que termina dañando los vasos sanguíneos. “La pregunta no es por qué entra el colesterol; la pregunta es por qué no sale”, insiste. Y ahí, dice él, la inflamación tiene mucho que decir.

Para Lombardero, el depredador actual no es un animal, sino el estrés… y detrás de él, siempre, el miedo.

Las Tres P: pánico, placer y poder

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El estrés continuo alimenta la inflamación crónica del cuerpo. Fuente:Canva

En su libro recupera una idea de Annie Marquier: las “Tres P” que están detrás del malestar del ser humano moderno. Pánico, placer y poder. Y vaya si suena familiar.

Con el placer, por ejemplo, somos incansables. Lo buscamos de forma tan inmediata que parece casi un reflejo. Pero es un placer que se evapora rápido, como un perfume barato. “El bienestar dura. El placer es un chispazo”, comenta. Y lo ilustra con algo tan cotidiano como comprarse un coche: dos días de emoción… y luego, a por otro estímulo.

Con el poder pasa algo parecido. Antes era proteger el territorio; hoy es escalar, competir, tener más. A veces incluso justificando cualquier medio con tal de llegar más alto. Un juego agotador.

Emociones, enfermedad y sanación

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La búsqueda constante de placer nunca llena el vacío real. Fuente:Canva

Aquí el cardiólogo se pone serio. Muy serio. Explica que una emoción negativa, sostenida o demasiado intensa, puede desencadenar enfermedades graves en personas vulnerables. El cuerpo desvía su energía hacia “sobrevivir”, como si todo lo demás dejara de importar, y el sistema inmune se debilita. Entonces un virus que podría ser inofensivo se vuelve peligroso.

Después de 33 años de profesión, Lombardero confiesa algo que suele repetirse entre médicos, aunque no siempre se diga en voz alta: “El que quiere morir, se muere”. No es magia, ni misticismo; es predisposición, actitud, la fuerza interior que uno tiene (o no) cuando atraviesa una cirugía o una enfermedad. Él incluso calcula que la predisposición mental puede influir en hasta el 50% del resultado.

Y aunque hoy la medicina tiene stents, prótesis valvulares y tecnología de punta, hay cosas que no consigue frenar, como la muerte súbita en personas jóvenes. “Curamos mejor, pero nos enfermamos más”, lamenta, apuntando a la cultura del estrés, la prisa y el consumo.

Conciencia, movimiento y equilibrio

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El equilibrio interior permite que la “orquesta” del cuerpo suene mejor. Fuente:Canva

La solución, dice, no está en hacer más ruido, sino en lo contrario: tomar conciencia. Darse cuenta de que no somos el centro del universo y que la vida es breve. Que el cuerpo es un sistema donde corazón, intestino, mente y espíritu dialogan entre sí —a veces bien, a veces regular— y que no sirve tratarlos por separado.

El ejercicio aparece como uno de los aliados más potentes. Lo llama una “droga fisiológica” capaz de bajar rápidamente el cortisol. No hace falta obsesionarse: basta con moverse, de forma moderada pero constante. “Si quieres que algo se muera, déjalo quieto”, repite. El cuerpo necesita movimiento como las plantas necesitan luz.

La meditación, por su parte, ayuda a que el corazón y el cerebro “se pongan de acuerdo”, a bajar ese ruido interno que nos sube la presión y nos roba calma.

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