En lo que parece un simple rincón nocturno de Valencia, se esconde una historia que combina intuición empresarial, azar y un profundo conocimiento de las personas. Allí, en el corazón de Torrente, el Club Swinger Paladium se ha convertido en un espacio de referencia para quienes buscan un ambiente seguro y sin prejuicios.
Su dueña, Carmen Quijano, es la protagonista silenciosa de este crecimiento. Con una mirada analítica y un estilo cercano, logró transformar un proyecto fallido en uno de los Club Swinger más reconocidos del país, donde la experiencia del visitante ocupa el centro de la escena.
De la casualidad al liderazgo: el nacimiento del Club Swinger Paladium

Carmen llegó al Club Swinger casi por accidente, cuando solo debía encargarse de la decoración del local. El proyecto no funcionaba y sus dueños, recién llegados de Miami, buscaban orientación. Ella, que organizaba viajes y fiestas temáticas para singles, comenzó a sugerir ideas. Lo que empezó como una colaboración terminó convirtiéndose en un desafío personal. Cuando los propietarios decidieron volver a Estados Unidos, le entregaron las llaves del negocio y le dejaron el destino del lugar en sus manos.
Sin experiencia en el mundo liberal, Carmen supo aprovechar precisamente esa distancia. Su mirada externa le permitió crear un Club Swinger pensado no desde los deseos del dueño, sino desde las necesidades reales de los visitantes. Observó, escuchó y ajustó cada detalle. Convirtió un espacio enorme —de techos de ocho metros, tres plantas y distintos ambientes— en un circuito cuidado, donde cada persona sabe exactamente qué puede encontrar.
La llegada de un nuevo visitante siempre tiene un protocolo claro. Reservan previamente y, al llegar, una persona del equipo los acompaña, les explica las normas y les muestra todas las áreas del Club Swinger. Carmen evita dar demasiada información por redes o mensajes. Prefiere preservar parte de la sorpresa y responder dudas cara a cara para evitar confusiones. El resultado: un recorrido personalizado que reduce nervios y permite vivir la experiencia con naturalidad.
Un Club Swinger que escucha, innova y construye comunidad
A lo largo de nueve años, Carmen se enfrentó a dudas frecuentes en el sector: si debía admitir chicos solos, cómo organizar fiestas o qué tipo de ambiente quería el público. En lugar de cerrarse a una postura, diseñó un Club Swinger en el que cada visitante decide su propio camino. Quien quiere conocer chicos tiene espacios adecuados y quien prefiere ambientes exclusivos para parejas también encuentra su lugar.
Su espíritu innovador llevó al Paladium a incorporar un DJ cuando todavía no era habitual en ningún Club Swinger. Aunque muchos le decían que la gente “no venía a bailar”, ella apostó por combinar ocio y diversión. Con el tiempo, esta idea se consolidó en toda España. Hoy, la música, los espectáculos y las fiestas temáticas —como Halloween o Nochevieja— forman parte esencial de la identidad del local.
La comunidad que la rodea ha sido clave. Durante la pandemia, cuando el Club Swinger estuvo cerrado casi un año y mantenerlo era insostenible, Carmen envió un mensaje sincero a sus clientes. Les dijo que, si la apoyaban, continuaría; si no, cerraría las puertas. La respuesta fue abrumadora. Personas aportaron desde 150 hasta 2.000 euros para garantizar que el Club Swinger sobreviviera. Ese gesto confirmó que el Paladium no era solo un negocio: era un refugio, un espacio donde muchos habían encontrado libertad, diversión y respeto.









