Hoy en día, casi todo el mundo habla de suplementos. Que si este va bien para dormir, que si aquel te da energía, que si el otro lo toma todo el mundo en redes. Y entre tanto nombre raro, hay tres que sí tienen sentido. De verdad. Sin exagerar.
Son el Omega-3, el magnesio y la vitamina D.
No son “la solución a todo”. Pero si estás cansado sin motivo, o con la cabeza espesa, o si simplemente sientes que “te falta algo”… puede que ahí esté parte de la clave.
1. Omega-3: más que una grasa

Tu cerebro está hecho, en gran parte, de grasa. No es una forma de hablar, es literal. Y de toda esa grasa, una buena parte es DHA, que viene del Omega-3. Si no hay suficiente, el cuerpo se resiente. Se nota en el ánimo, en la concentración, en cómo reaccionas al estrés.
Lo malo es que comemos demasiadas grasas malas —aceites refinados, comida rápida, ultraprocesados— y muy pocas de las buenas. Antes, esto no pasaba tanto. Pero hoy… el desequilibrio es enorme.
¿La idea? Tomar al menos 1 gramo diario de EPA+DHA, idealmente junto con una comida que tenga algo de grasa sana (como aguacate o aceite de oliva).
2. Magnesio: el mineral que relaja sin dejarte KO

Hay épocas en que todo tensa. Dormir cuesta, los músculos se agarran, la mente no para. Y ahí, muchas veces, falta magnesio.
Este mineral participa en cientos de procesos del cuerpo. Literalmente cientos. Pero la mayoría de la gente va escasa.
¿Lo mejor? El bisglicinato, sobre todo por la noche: ayuda a aflojar, a pensar más claro, a dormir mejor. No es un sedante. Solo da al cuerpo lo que necesita para descansar de verdad.
3. Vitamina D: la que viene del sol… pero casi no llega

La vitamina D es especial. Porque no solo es vitamina, también actúa como una hormona. Afecta a los huesos, al sistema inmune y, sí, también al estado de ánimo.
Aunque vivas en un sitio con sol, eso no basta. Para fabricarla, necesitas luz solar directa, y justo en las horas en que más evitamos salir: entre las 11 y las 15.
Además, los protectores solares y la melanina (si tienes piel oscura) complican aún más esa producción.
Por eso muchos expertos recomiendan suplementar con D3 + K2, unas 4.000 UI al día, y siempre con comida.
No todo es lo que tomas. También lo que dejas

Vale, puedes tomar estos tres suplementos. Pero si sigues comiendo mal, cocinando con aceites refinados o tirando de ultraprocesados… el cuerpo lo nota.
- Cambia el aceite de girasol por aceite de oliva virgen extra o ghee.
- Si te gusta lo dulce, evita siropes o edulcorantes “naturales” (que de natural tienen poco).
Una opción curiosa: la glicina, que además de endulzar, ayuda al cuerpo a relajarse.
¿Y el ayuno intermitente?
Está por todas partes, y no es solo moda. El ayuno bien hecho ayuda a que el cuerpo limpie, se repare y baje la inflamación.
Eso sí: no es para todos. Si tienes hipotiroidismo, estrés crónico o comes con ansiedad, mejor con cuidado.
He escuchado una frase que me gusta mucho:
“El ayuno no es dejar de comer. Es dejar espacio para que el cuerpo respire.”
Cuidarse no es complicarse
No hace falta tomarse diez cosas. A veces, empezar por lo básico es más que suficiente.
Estos tres: Omega-3, magnesio y vitamina D… son como una pequeña base para que el cuerpo funcione mejor.
No son milagros. Pero tampoco lo necesitan.









