sábado, 15 noviembre 2025

Javier Alonso (67), gastroenterólogo, advierte: «Se parece a una seta comestible, pero te destruye el hígado en 48 horas»

Javier Alonso, gastroenterólogo con más de cuatro décadas de experiencia clínica, alerta sobre un peligro silencioso que acecha en los bosques y mercados locales. La confusión entre especies de hongos puede ser letal, incluso para quienes creen tener conocimientos básicos de micología. Una seta aparentemente inocente puede esconder toxinas capaces de destruir el hígado en apenas dos días.

La seta es protagonista de un debate sanitario que trasciende la gastronomía y se adentra en la medicina preventiva. Javier Alonso, con su tono directo, subraya que la intoxicación por hongos no distingue edades ni hábitos alimenticios. El riesgo aumenta cuando la recolección se realiza sin supervisión experta, confiando únicamente en la intuición o en guías incompletas. La similitud visual entre especies es tan marcada que incluso profesionales pueden dudar. Por ello, la recomendación es clara: nunca consumir ejemplares recogidos sin certeza absoluta de su seguridad.

En este contexto, la voz del gastroenterólogo se convierte en un recordatorio de responsabilidad colectiva. La fascinación por lo natural y lo silvestre no debe eclipsar la prudencia. La intoxicación hepática fulminante es una realidad documentada en hospitales españoles, con casos que terminan en trasplantes o desenlaces fatales. La prevención pasa por educación, campañas informativas y un consumo responsable. La seta, lejos de ser solo un ingrediente culinario, se transforma en símbolo de la delgada línea entre placer y peligro en la mesa.

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UN PELIGRO QUE SE CONFUNDE CON LA NATURALEZA

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La atracción por recolectar hongos silvestres tiene raíces culturales profundas en España, especialmente en regiones con tradición micológica. Sin embargo, esa práctica entraña riesgos que van más allá de lo anecdótico. La confusión entre especies comestibles y venenosas es frecuente, y las consecuencias pueden ser devastadoras. La intoxicación hepática fulminante es uno de los cuadros más graves, con síntomas que aparecen horas después de la ingesta, cuando ya es demasiado tarde para actuar con rapidez. La naturaleza, en este caso, se convierte en un escenario de engaños mortales.

El problema se agrava por la falta de conocimiento generalizado. Muchos aficionados creen que basta con observar el color o la forma para distinguir un ejemplar seguro, pero esa percepción es errónea. La realidad es que las diferencias entre especies pueden ser mínimas y difíciles de detectar sin formación especializada. Por ello, los expertos recomiendan evitar la improvisación y recurrir siempre a fuentes fiables. La educación y la divulgación científica son herramientas esenciales para reducir el número de intoxicaciones y salvar vidas.

EL TESTIMONIO DE UN MÉDICO QUE LO HA VISTO TODO

La experiencia clínica de Javier Alonso le permite hablar con autoridad sobre los efectos devastadores de las intoxicaciones por hongos. Ha tratado pacientes que llegaron al hospital con síntomas leves y terminaron en cuidados intensivos en cuestión de horas. La rapidez con la que las toxinas actúan sobre el hígado convierte estos casos en emergencias médicas de máxima prioridad. Su advertencia no es alarmista, sino fruto de la observación directa de desenlaces trágicos que podrían haberse evitado con mayor precaución.

El médico insiste en que la prevención es la única herramienta eficaz. Una vez que las toxinas han dañado el hígado, las opciones terapéuticas son limitadas y, en muchos casos, insuficientes. Los trasplantes se convierten en la última esperanza, pero no siempre llegan a tiempo. Por ello, Alonso recalca que la mejor defensa es la información y la prudencia. La sociedad debe entender que la naturaleza no siempre es benigna y que la belleza de un hongo puede esconder un veneno mortal.

LA CULTURA DE LA RECOLECCIÓN NECESITA UNA REVISIÓN

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En muchas zonas rurales, la recolección de seta es una tradición transmitida de generación en generación. Familias enteras salen al campo en otoño para llenar cestas con ejemplares que luego se convierten en platos típicos. Sin embargo, esa costumbre, aunque entrañable, puede ser peligrosa si no se acompaña de conocimiento riguroso. La confianza excesiva en la experiencia heredada puede llevar a errores fatales, especialmente cuando las especies tóxicas imitan a las comestibles con sorprendente fidelidad.

La modernidad ha traído consigo nuevas herramientas de identificación, como aplicaciones móviles y manuales ilustrados. No obstante, ninguna de ellas sustituye la formación especializada ni la consulta con expertos. La cultura de la recolección necesita adaptarse a los tiempos, incorporando medidas de seguridad y educación. Solo así se podrá mantener viva la tradición sin poner en riesgo la salud de quienes participan en ella. La prudencia debe ser el nuevo ingrediente en las recetas familiares.

UN MERCADO QUE NO SIEMPRE GARANTIZA SEGURIDAD

El comercio de hongos frescos en mercados locales y ferias gastronómicas es otro ámbito donde la seguridad puede verse comprometida. Aunque muchos vendedores cumplen con normativas estrictas, siempre existe el riesgo de que ejemplares tóxicos se mezclen con los comestibles. La cadena de suministro, desde la recolección hasta la venta, debe estar vigilada para evitar errores que puedan costar vidas. La confianza del consumidor depende de la transparencia y el control sanitario en cada etapa.

Los especialistas recomiendan adquirir hongos únicamente en establecimientos certificados. La trazabilidad es clave para garantizar que lo que llega a la mesa es seguro. En este sentido, la responsabilidad no recae solo en los recolectores, sino también en las autoridades y comerciantes. La seguridad alimentaria es un compromiso colectivo que requiere vigilancia constante. El mercado, lejos de ser un espacio inocuo, puede convertirse en un punto crítico si no se cumplen los estándares adecuados.

SETAS QUE PARECEN INOFENSIVAS PERO SON MORTALES

La apariencia engañosa de algunas especies es el mayor desafío para quienes se aventuran a recolectar hongos. Ejemplares que parecen idénticos a los comestibles pueden contener toxinas letales. La Amanita phalloides, conocida como “la oronja verde”, es un ejemplo clásico: su aspecto atractivo oculta un veneno capaz de destruir el hígado en menos de 48 horas. La similitud con especies seguras la convierte en una trampa mortal para los inexpertos.

La advertencia de Javier Alonso cobra fuerza al recordar que incluso expertos pueden confundirse. La identificación precisa requiere conocimientos avanzados y, en muchos casos, análisis de laboratorio. Por ello, la recomendación es clara: nunca consumir hongos silvestres sin certeza absoluta de su seguridad. La belleza de la naturaleza no debe eclipsar la prudencia. La intoxicación por setas es un riesgo real que exige respeto y responsabilidad en cada decisión culinaria.

LA EDUCACIÓN COMO ÚNICA VACUNA EFICAZ

La formación y la divulgación son las herramientas más poderosas para prevenir intoxicaciones por setas. Campañas educativas en colegios, asociaciones vecinales y medios de comunicación pueden marcar la diferencia. El conocimiento básico sobre las especies más peligrosas y las medidas de seguridad al recolectar debe ser accesible para todos. La educación no solo salva vidas, sino que también preserva tradiciones al dotarlas de un marco seguro.

La responsabilidad de informar recae en instituciones sanitarias y educativas, pero también en los medios de comunicación. La difusión de advertencias claras y ejemplos reales puede generar conciencia colectiva. La educación, en este caso, se convierte en la vacuna más eficaz contra un riesgo que no puede eliminarse por completo. La prevención es la clave, y el conocimiento es el antídoto contra la ignorancia que tantas veces se paga con consecuencias irreversibles.

UN LLAMADO A LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA

La advertencia de Javier Alonso no es solo un mensaje médico, sino un llamado a la responsabilidad social. La intoxicación por hongos es un problema que afecta a familias, comunidades y sistemas de salud. La prevención requiere un esfuerzo conjunto, desde la educación hasta la regulación del mercado. La sociedad debe asumir que la naturaleza, aunque fascinante, puede ser peligrosa si se subestima. La prudencia es la mejor aliada para disfrutar de la riqueza gastronómica sin poner en riesgo la vida.

El mensaje final es claro: la belleza de un hongo no garantiza su seguridad. La responsabilidad colectiva implica reconocer los límites del conocimiento popular y confiar en la ciencia. Solo así se podrá evitar que la tradición se convierta en tragedia. Javier Alonso, con su experiencia y autoridad, recuerda que la prevención es la única defensa eficaz. La seta, símbolo de placer culinario, puede transformarse en un enemigo mortal si no se respeta su complejidad.


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