Tener una cuenta bancaria abierta es algo tan común que a menudo olvidamos las que no usamos, esas que abrimos hace años para un trabajo de verano o para recibir una beca. Ese despiste, sin embargo, puede costarte una desagradable sorpresa en forma de comisiones inesperadas que merman tu saldo sin que te enteres. ¿Crees que un depósito sin movimientos es inofensivo? Piénsalo dos veces, porque tu banco no lo ve así.
Esa vieja libreta de ahorros que abriste para tu primer sueldo podría estar generando gastos que desconoces por completo mientras lees estas líneas. De hecho, los bancos aplican cargos por inactividad que pueden alcanzar cifras de hasta 100 euros anuales por un producto que ni siquiera recuerdas tener. La pregunta no es si te pasará, sino cuándo te darás cuenta de que tu dinero en el banco se está evaporando.
¿POR QUÉ ME COBRAN SI NO LA USO?
Aunque parezca ilógico, mantener una cuenta bancaria inactiva genera costes operativos para la entidad, desde la gestión informática hasta el cumplimiento de normativas. Por eso, el banco traslada esos gastos de gestión al titular mediante comisiones de mantenimiento que se cobran de forma periódica. Ese dinero no se genera solo, y alguien tiene que pagar por la infraestructura que lo custodia.
La clave de todo este embrollo está en el contrato que firmaste en su día, ese que probablemente no leíste con detenimiento. Allí se especifica que la ausencia de movimientos no exime del pago de las tarifas asociadas al producto bancario contratado. Es la letra pequeña que vuelve para pasarte factura cuando menos te lo esperas, convirtiendo tu cuenta corriente en un problema silencioso.
EL FANTASMA DE LA CUENTA EN NÚMEROS ROJOS

El goteo constante de comisiones puede agotar el poco saldo que quedara en esa cuenta bancaria, dejándola temblando en cero euros. Lo más alarmante es que la entidad puede seguir cobrando las comisiones generando un descubierto aunque no haya fondos. De repente, esa cuenta que dabas por muerta se convierte en un agujero que crece sin control.
Y un descubierto no es algo que se pueda ignorar, ya que se considera una especie de préstamo que el banco te hace de forma automática. Ese saldo negativo genera intereses de demora y comisiones adicionales por reclamación de posiciones deudoras que engordan la deuda mes a mes. Lo que empezó como un olvido puede acabar con tu nombre en un fichero de morosos.
¿CUÁNDO SE CONSIDERA UNA CUENTA ABANDONADA?
No hay una regla única para todos, pero la mayoría de las entidades activan sus protocolos tras seis o doce meses sin registrarse movimientos de ningún tipo. Este es el momento en el que suelen empezar a aplicar las comisiones de mantenimiento más elevadas si no se cumplen otros requisitos de vinculación. Tu banco te considera «inactivo» mucho antes de lo que imaginas.
Sin embargo, para el Estado la historia es diferente y los plazos se alargan considerablemente. Una cuenta bancaria se considera legalmente abandonada cuando pasan 20 años sin que el titular haya realizado ninguna gestión, momento en el que el saldo pasa a manos del Tesoro Público. Es un final burocrático para un dinero que un día fue tuyo.
LA SOLUCIÓN: REVISAR Y CANCELAR A TIEMPO

Lo primero que debes hacer es un inventario de todos tus productos financieros, como si fueras un detective de tus propias finanzas. Revisa tu correspondencia bancaria y accede a tu banca online para localizar esas cuentas olvidadas y comprobar si te están aplicando cargos. La información es poder, y en este caso, también es dinero.
Cancelar una cuenta bancaria no es tan simple como dejarla a cero y olvidarse para siempre, ya que eso no interrumpe el contrato. Debes solicitar la cancelación expresa por escrito en tu oficina o a través de los canales habilitados y asegurarte de recibir un justificante. Sin ese papel, el banco podría seguir cobrándote comisiones fantasma.
NO DEJES QUE TU DINERO SE EVAPORE
La comodidad de la banca digital nos ha hecho acumular productos financieros que a veces, inevitablemente, caen en el olvido. Pero esa comodidad tiene la contrapartida de exigir una revisión periódica de nuestra situación financiera para evitar fugas de dinero silenciosas. No dejes que la tecnología te juegue una mala pasada.
Al final, todo se reduce a un gesto tan sencillo como revisar tus posiciones una vez al año, poner orden en tus finanzas y cerrar lo que no usas. Un pequeño esfuerzo que te ahorrará comisiones, deudas inesperadas y la desagradable sensación de que te han cobrado por no hacer nada. Porque no hay nada más caro que el dinero que se pierde por un simple descuido.











