El destino, a veces, parece dibujarse antes de que podamos nombrarlo. La periodista, escritora y coach emocional Rosa María Cifuentes volvió a encender la curiosidad del público durante su visita a La Tacita de Café. Y lo hizo a su manera: sin filtros, con esa mezcla de franqueza y misterio que la acompaña siempre. Habló de su sensibilidad, de cómo trabaja y de esas predicciones que tanto revuelo generan. No es poca cosa: lleva 27 libros publicados y una comunidad enorme que la sigue, ya sea para entenderla, cuestionarla o simplemente escucharla.
Una sensibilidad que le nació antes de entenderla
En la entrevista, Rosa María no dudó un segundo en hablar de su “don”. Dice que lo lleva a cuestas desde los cuatro años, aunque entonces no sabía ni cómo nombrarlo. Con los años, cuenta, esa intuición tan intensa le pasó factura: su cuerpo empezó a resentirse. “Tuve que asumirlo”, confiesa, “porque me enfermaba por no usarlo”.
Ahí empezó un camino largo —y a veces doloroso— de terapia, acompañamiento espiritual y trabajo interior. Hoy sigue en contacto con terapeutas del extranjero y mantiene una vida religiosa que, según ella, la sostiene. “He tenido que entrenar mi sensibilidad”, admite. “Y sí… a veces duele”.
Un método que mezcla periodismo y astrología (una combinación curiosa)
Rosa María insiste en que su trabajo no se sostiene solo en intuiciones. Su formación como periodista está siempre presente. Cuando analiza a un político, por ejemplo, sigue un orden que parece casi una lista mental: primero lee el lenguaje corporal —“ni el mínimo gesto se me escapa”—; luego revisa la grafología, después la carta astral (si tiene la hora exacta, claro) y termina evaluando el tono y la manera de expresarse.
“En esa parte soy periodista absoluta y recta absoluta”, repite, como si quisiera dejarlo bien claro.
Define la carta astral de una forma muy gráfica: “la foto, el check, la instantánea del espacio cuando naciste”. Y con esa metáfora resume cómo mezcla astrología, numerología y análisis comunicacional sin que uno anule al otro.
Entre lo público y lo íntimo (que no siempre se llevan bien)
Aunque aparece en titulares y entrevistas, ella asegura que su vida personal es más bien silenciosa. Se describe como “ermitaña”, palabra que dice con naturalidad, como quien habla de un rasgo de familia. Atribuye ese aislamiento tanto a su sensibilidad como a su oficio de escritora.
Se abrió también sobre su matrimonio de once años —cuatro de ellos casada— y confesó que ocultó su habilidad a su exesposo durante todo un año. “Era por miedo”, reconoce. “Temía no ser comprendida”.
Respecto a las críticas, especialmente después de que Magaly Medina la llamara “charlatana”, respondió con calma: “Como alguien que trabaja en salud mental, tomo el comentario de quién viene”. Lo dice sin rencor, casi con un suspiro.
Predicciones que incomodan… y generan debate
La conversación incluyó algunos de sus vaticinios recientes, varios de ellos fuertes.
- Sobre el Papa Francisco, sostiene que su vida “corre peligro los próximos tres años y medio”.
- Sobre Perú, ve posible un toque de queda parcial, impulsado por grupos radicales.
- Sobre las elecciones, cree que ganará “un hombre preparado, probablemente de derecha”, y que López Aliaga será el candidato con más enemigos.
- Sobre Gisela Valcárcel, recomienda a la conductora cuidar su salud neurológica.
Recordó también predicciones pasadas que —según ella— se cumplieron al detalle, como la caída de estructuras en un hotel o los incendios en Lima. Contó una escena personal que aún la estremece: una visión angustiante que tuvo a las 4 de la mañana antes de que un amigo fuera baleado.
¿Y el destino? ¿Se puede mover aunque sea un poco?
Cuando le preguntan si un destino puede cambiar, Rosa María recurre a un concepto que llama “los puntos medios en astrología”. Dice que son momentos simbólicos donde la voluntad divina puede actuar. Como el caso de una bebé que “revivió” después de oraciones intensas, pese a haber nacido casi sin vida.
