El periodista Manuel Cerdán ha lanzado un exhaustivo y ambicioso libro titulado ‘Guerra sucia. Mercenarios contra ETA: De Franco a los GAL’ (Plaza & Janés), en el que, en más de 700 páginas, recorre la historia de la guerra sucia en España entre 1975 y 1986.
En su obra, Cerdán no solo reconstruye atentados y operaciones de grupos parapoliciales como el Batallón Vasco Español y los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), sino que también pone sobre la mesa su experiencia personal como periodista de investigación por sus denuncias y su lucha por destapar lo que considera un episodio crucial y vergonzoso de la historia reciente del Estado español.
En esta entrevista con MERCA2.es, el autor explica los puntos clave de su trabajo y reflexiona sobre la controversia que sigue generando este tema, 50 años después de los primeros atentados de la guerra sucia.
(P). ¿Qué se van a encontrar los lectores del libro?
(R). Creo que es lo más amplio y ambicioso que se ha escrito sobre la guerra sucia en España, desde 1975 hasta 1986. He seguido durante muchos años, caso a caso, cada atentado y cada acción de grupos como el Batallón Vasco Español y los GAL.
Mi experiencia personal como periodista de investigación me ha permitido acumular información valiosa, y he intentado resumirlo todo en 700 páginas. Este libro es una página más de la historia de España que ha sido negada o silenciada. He intentado no dejar nada fuera del tintero.
(P). Desde Madrid no es común encontrar una mirada tan valiente sobre los crímenes perpetrados por el Estado, ya que creo que para muchos sigue habiendo víctimas de primera (las de ETA) y de segunda (las de los GAL). Imagino que habrás tenido que sobrepasar algunas resistencias.
(R). La postura contra investigar este tipo de casos es cíclica. Desde la Transición hasta los gobiernos del PSOE, pasando por la llegada de José María Aznar al poder, el tratamiento a la guerra sucia ha sido un tema complicado.
El PSOE no solo puso en marcha los GAL, sino que posteriormente intentó taparlos. Y Aznar los utilizó como arma arrojadiza en las campañas electorales, pero cuando llegó al poder no levantó alfombras: el PP en 1996 se opuso a la desclasificación de los papeles del CESID, que eran claves para la investigación del juez Baltasar Garzón.
(P). Dejando la moralidad a un lado, ¿crees que los GAL fueron efectivos en su lucha contra ETA?
(R). Es una pregunta que muchos me hacen. La guerra sucia no fue eficaz para acabar con ETA. Eso lo han dicho la amplia mayoría de expertos en antiterrorismo con los que he hablado. Los GAL no lograron su objetivo principal, que era destruir ETA, pero sí consiguieron presionar a Francia, que se había convertido en un santuario para los miembros de ETA.
El gobierno socialista de François Mitterrand en Francia mantenía una postura de aparente protección hacia ETA, pero a partir de 1986 cambió el viento gracias a un acuerdo entre el gobierno español y el francés de Jacques Chirac.
Aun así, los GAL no fueron una solución definitiva. La lucha contra ETA se ganó gracias a la investigación, la colaboración de arrepentidos y la presión política y policial.
(P). ¿Cómo valoras la posición del PSOE sobre la memoria de los GAL y las víctimas?
(R). Es lamentable que, a día de hoy, 40 años después, no haya habido un gesto oficial de arrepentimiento por parte del PSOE hacia las víctimas de los GAL. Aunque el PSOE pagó las consecuencias políticas en las urnas, nunca han hecho una autocrítica pública ni han pedido perdón a los familiares de los muertos.
El PSOE, con Felipe González a la cabeza, debería haber reconocido públicamente su responsabilidad.
(P). ¿Qué opinas de las afirmaciones de Felipe González sobre la guerra sucia? Hasta ahora alardea de que supuestamente tuvo la posibilidad de «volar» a la cúpula de ETA.
(R). Eso creo que se lo saca de la chistera: he hablado con muchísima gente sobre terrorismo y casi todos coinciden en que hubo un hecho parecido. Algo más o menos similar ocurrió antes de la llegada de González al poder, cuando ‘El Lobo’ propuso envenenar a los principales dirigentes de la banda durante una reunión que mantuvieron.

Además, González dice que no sabía nada sobre los GAL, pero eso es impensable. Es imposible que el presidente del Gobierno no supiera lo que estaba pasando en su propio ministerio de Interior. Y si no lo sabía, entonces su responsabilidad sigue siendo muy importante.
En mi libro, explico cómo los servicios secretos de la época, bajo su mandato, crearon estos batallones de la muerte que fueron financiados con fondos reservados.
(P). Da la sensación de que hubo una generación de periodistas que nació en la Transición, hizo una gran labor con los GAL y, más tarde, se manchó con la conspiranoia del 11M. Y esto último no lo digo por ti.
(R). Sí, creo que algunos perdieron la brújula con el 11M. Yo hice mi propia investigación y es cierto que El Mundo, aun no coincidiendo con mi tesis, me publicó informaciones relevantes. Yo desde casi el primer momento creía que los culpables eran los yihadistas y la policía los identificó dos días antes de las elecciones: la mochila, la gente conectada con Al Qaeda, los marroquíes… Creo que lo que sí que queda por esclarecer del 11M es el papel tuvieron los servicios secretos marroquíes.







