jueves, 13 noviembre 2025

El “efecto confianza”: cómo el ejercicio te da energía, autoestima y claridad mental

- El entrenador chileno Hernán López defiende el ejercicio físico como una forma de reconciliarse con el cuerpo y no de castigarlo.

El ejercicio no solo transforma el cuerpo: también despeja la mente y devuelve la confianza.

Hernán López habla despacio. No impone. Escucha.
Tiene esa forma de mirar de quien sabe que la gente no llega a entrenar solo por estética. Llega porque está cansada. De su cuerpo, del dolor, del espejo.

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“Nos educaron para exigirnos sin escucharnos”, dice con una calma que desarma. “Pero el cuerpo no te ataca, te avisa. Y si no lo escuchas, grita.”

Es chileno, entrenador deportivo, y lleva años acompañando a personas con obesidad o enfermedades crónicas. No usa palabras difíciles. Habla de cosas simples: dormir mejor, moverse sin miedo, recuperar el ánimo.
“Entrenar no debería doler. Debería ayudarte a sentirte vivo otra vez.”

El mito del sufrimiento

ejercicio

Hernán sonríe cuando menciona el famoso “sin dolor no hay ganancia”.
“Ese es uno de los peores inventos del fitness moderno”, dice. “No necesitas terminar tirado en el suelo para que funcione. Eso solo logra que abandones.”

Lo explica sin rodeos: si un cuerpo sufre, no mejora, se protege. “Cuando terminas molido, el cuerpo se cierra. En lugar de avanzar, te alejas de él.”


“El ejercicio no es una guerra. Es un reencuentro. Una conversación que se da con paciencia.”

Volver a moverse, aunque sea un poco

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La fuerza se construye con constancia, no con castigo. Fuente: Canva

A su centro llega gente que lleva años sin entrenar. Gente con miedo. Con dolor.
“Me dicen: ‘Hernán, no puedo’. Y yo les contesto: ‘No pasa nada, empezamos desde ahí’.”

Les enseña a moverse despacio, sin exigencia. A reconectar.
“Camina, respira, mueve los brazos. Lo importante no es cuánto hagas, sino que empieces.”

Y entonces, un día cualquiera, pasa algo.
“De repente suben las escaleras sin pararse. Duermen mejor. Tienen más energía. Y lo más bonito: vuelven a confiar en su cuerpo.”

Hernán sonríe. “Eso es salud. No el número de la báscula, sino la sensación de estar de vuelta.”

El músculo, ese gran aliado

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Cada movimiento, por pequeño que sea, cuenta. Fuente: Canva

Cuando habla del músculo, cambia el tono. Se nota el respeto.
“El músculo es vida”, dice. “Es el órgano que más trabaja por ti, y al que menos cuidamos.”

Explica que cuando se activa, libera sustancias que benefician todo el cuerpo: el cerebro, el corazón, el sistema inmune. “Es como una fábrica silenciosa que produce bienestar.”

A partir de los treinta, empezamos a perder músculo sin darnos cuenta.
“Por eso, entrenar fuerza no es vanidad. Es supervivencia. Un cuerpo con músculo envejece mejor, se defiende mejor y vive con más libertad.”

Y luego suelta una frase que se queda flotando:
“El músculo es tu seguro de vida. Cuídalo, porque te va a sostener cuando todo lo demás empiece a fallar.”

Más allá del peso

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El equilibrio entre cuerpo y mente es una forma de salud. Fuente: Canva

Hernán habla de obesidad con una mezcla de firmeza y ternura.
“No es solo un tema de comida. Es estrés, tristeza, falta de sueño… la vida misma.”

Explica que el exceso de grasa puede “adormecer” el músculo, volverlo más lento y menos funcional.

Su receta es sencilla, sin promesas milagrosas:
“Un poco de fuerza, un poco de movimiento y mucho respeto por uno mismo.”

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“No hace falta hacerlo perfecto. Hace falta hacerlo posible.”

Los huesos también escuchan

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“El hueso no es piedra”, explica. “Está vivo. Siente cuando te mueves.”
Por eso recomienda caminar, subir escaleras, empujar, cargar tu propio peso. “Cada impacto es un recordatorio: sigue fuerte, te necesito.”

En personas mayores, su objetivo no es competir, sino mantenerse en pie. “Un cuerpo fuerte evita caídas, fracturas y miedos. Y eso, cuando tienes años encima, es lo más parecido a la libertad.”

“El cuerpo tiene memoria. Solo espera a que lo escuches otra vez.”

Y entonces dice algo que resume toda su filosofía:
“El movimiento no es un castigo. Es un abrazo. Es la forma más bonita de decirle al cuerpo: gracias por seguir aquí.”


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