En los últimos días, las redes se han incendiado con el nuevo tema de Rosalía, una canción que lleva el nombre de Berghain, una legendaria discoteca de Berlín que es considerada mundialmente como el templo del tecno. El gesto no ha pasado desapercibido, aunque hay diversas teorías: la catalana, que ha hecho de la fusión de estilos su marca personal, toma como punto de partida el club más inaccesible y mítico de Europa. Pero ¿qué tiene este lugar para ser objeto de deseo, mito musical y ahora también inspiración artística?
Berghain no es solo una discoteca: es una experiencia que trasciende y que no se parece a ninguna otra de las que puedan suceder durante la noche. Ni durante el día. Su historia está ligada a la libertad sexual, a la cultura queer y al espíritu hedonista del Berlín posterior a la caída del Muro. En su interior, los teléfonos móviles están prohibidos y la música se convierte en una forma de trance colectivo.
¿Qué otras curiosidades tiene este espacio que impone tanto respecto? ¿Realmente es tan difícil entrar en el club como cuentan?
La discoteca Berghain: el santuario del techno que impone sus propias reglas
La discoteca Berghain abrió sus puertas en 2004, en una antigua central eléctrica situada en un punto fronterizo entre el barrio de Friedrichshain y el de Kreuzberg– que, de hecho, fueron barrios separados durante décadas por el muro- y desde entonces se ha consolidado como la meca del techno mundial. Lo que empezó como un club marginal para una minoría se ha transformado en un emblema de autenticidad. Allí, no importa quién seas fuera de esas paredes, lo único que importa es que seas capaz de transmitir que eres de los que están hechos para disfrutar de una noche inolvidable.
Su fama, sin embargo, no viene solo del sonido demoledor que sale de sus altavoces. Las luces son mínimas, los rostros se pierden entre sombras y el tiempo parece disolverse. La ausencia de cámaras fomenta una libertad que ya no existe en ningún otro lugar. De hecho, muchos aseguran que las noches allí se viven como una ceremonia, como un espacio donde todo el mundo intenta dejarse llevar sin pensar en nada más.
A día de hoy, además, entrar en Berghain sigue siendo una prueba de fuego. Su portero, Sven Marquardt, se ha convertido en leyenda por su estricta selección a la entrada: incluso las celebridades pueden quedarse fuera. Y por mucho que existan muchas teorías con respecto a cuáles son las claves de lograr entrar -vestir de negro, ser excéntrico, comportarte de cierta manera en la eterna cola que puede durar horas- la realidad es que no hay ninguna garantía. Y esa dificultad para acceder, lejos de ser disuasoria, no hace más que aumentar el magnetismo del lugar.
Por eso el club ha sido objeto de estudios sociológicos e inspiración para conversaciones, fotógrafos, artistas y ahora, incluso, cantantes de fama internacional.
¿Qué significa exactamente Berghain?
Cuando Rosalía incluyó el nombre de Berghain en una de sus nuevas canciones, no solo rindió homenaje a la música electrónica, sino también a un lugar cargado de mística, algo que indudablemente ha marcado mucho su último disco, Lux.

Y es interesante saber que el nombre Berghain no fue elegido al azar. De hecho, surge de la fusión de los dos barrios que lo rodean —Kreuzberg y Friedrichshain y la suma de sus dos últimas sílabas—, separados durante décadas por el Muro de Berlín. Pero, además, la palabra tiene resonancia en alemán: “Berg” significa montaña y “Hain” se traduce como bosque o arboleda, evocando una suerte de paisaje simbólico, un refugio entre lo natural y lo urbano, entre el aislamiento y la catarsis colectiva.
Así, Berghain representa tanto una geografía física como un estado mental. Y no parece casualidad, desde luego, que Rosalía, siempre atenta a los símbolos culturales y las metáforas de la identidad, haya encontrado en este nombre un vehículo perfecto para su nuevo tema.









